Capítulo 9

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Elizabeth estaba jugando con sus anillos, mientras escuchaba atentamente lo que Rocío estaba tan interesada en comentarles, se sintió culpable, ella no tenía nada que ver, era simplemente que, si bien toda esta ciudad estaba plagada de recuerdos para ella, esta zona era específicamente peor. Bueno, eso fue tal vez lo que pensó sobre Soho, Bloomsbury, el Golden gate y Sky Garden, maldición era todo Londres

Pero caminar por las calles de Mayfair era... intenso. No podía dar tres pasos antes de mirar por encima del hombro o revisar ansiosamente a la vuelta de la esquina.

— ¿Habías estado aquí antes? —Rocío preguntó, intentando amablemente integrar a Lizzie.

— Sí, un par de veces —compartió una mirada incómoda con Rachel―. Es bastante bonito.

— ¿No quieren fotografías? —ofreció la futura novia.

Rápidamente la atención cambio a la nueva actividad y Lizzie le susurró un "gracias".


Mientras más avanzaban fuera de la zona comercial y se acercaban a la residencial, el movimiento con sus dedos incremento a medida que su ansiedad lo hacía.

— Dios, amaría vivir aquí —Amanda sonrió—. Es como Manhattan, pero británico.

— ¿Crees que haya alguna casa en venta para ver su interior? —Rocío susurró entrelazando su brazo con su novia.

— ¿Alguna de ustedes tiene algún amigo que viva aquí?

— No —Lizzie respondió antes de que Rachel tuviese oportunidad—. Sigamos avanzando, quiero llegar a Soho.

— Controla tu ánimo Elizabeth —Rocío se quejó, recibiendo un suave tirón en el brazo por parte de su novia.

— Ro, no —Amanda susurro.

Elizabeth detuvo su paso, suspiró exasperada mientras se frotaba las sienes apretando los ojos.

— Déjala Amanda, Rocío tiene razón —se giró hacia ellas, las tres mujeres la miraban incómodas—. He estado todo el día de mal humor, ustedes no tienen por qué aguantarme ¿café para compensar? Yo invito.

— Hecho, pero nosotras elegimos el lugar.

Ella le sonrió a la pareja y las dejó avanzar, Rachel se quedó atrás dándole un apretón en el hombro con una sonrisa.

— El corazón roto se está tomando su tiempo.

— Maldita sea Rach, al menos va a ir a tu boda con su hermana y no con una nueva novia.

— Estarás bien Lizzie ―afirmó―, el dolor no será para siempre.


Entraron al café elegido y el destino debía odiarla ¿A quién le hizo tanto daño? seguramente fue por Aaron de segundo año al que dejó cuando se dio cuenta de que su película favorita era "Norbit", o probablemente el chico de la universidad... no, este era su karma por Dorian.

Quien por cierto estaba comprando un café con una porción de pastel de chocolate, no es porque estuviese viendo su orden, lo sabía porque se trataba de su favorito. Amanda y Rocío ya estaban acomodándose en una mesa, ajenas a esto, apenas Rachel lo vio murmuró un "ay no".

Dorian se dio la vuelta y tal como lo previno, tenía su vaso y una bolsa de papel en la mano, sus ojos se abrieron bastante cuando la ubicó junto a la puerta. Miró a su alrededor encontrando rápidamente a Amanda quien en esos segundos se había percatado de su presencia; Dorian sin tener muchas opciones para salir, se acercó a ellas.

— Hola Rachel, Elizabeth —les dio un asentimiento.

— Dorian —Rachel sonrió—, que bueno verte.

— Hola... —sus palabras se cortaron a mitad del camino, pues la Amanda se acercó a ellos con una sonrisa tensa.

— Ah hola Amanda, Rocío —saludó él sin esforzarse en modular ningún tipo de emoción en su voz.

— Dorian, qué sorpresa verte aquí —Amanda dijo, acercándose intencionalmente demasiado a Elizabeth―.

— Debería ser quien les dice eso —él dudo, dando una mirada de soslayo a Lizzie—, yo vivo aquí.

— Oh espera, ¿tienes una casa aquí? —Rocío preguntó animada, recibiendo una mirada de reproche de Amanda.

— Si.

— No lo pienses —Elizabeth finalmente encontró sus palabras de nuevo—, no vamos a molestar a Dorian con esto.

— ¿Con qué cosa? —él preguntó.

— Amanda y yo queremos ver cómo son las casas aquí por dentro. Ya sabes, nos recuerda un poco a Manhattan, es para saciar la curiosidad ―Roció le dio su sonrisa más brillante.


Dorian apretó suavemente su vaso y miró a Elizabeth.

— No tienes que molestarte —ella aseguró.

Él compartió un breve contacto visual con Rachel antes de responder.

— Venían a comprar café ¿No? pídanlo para llevar, les mostrare lo que quieran ver ―un rayo de diversión atravesó su rostro―. Nunca puedo perder una oportunidad para mostrarle a los Neoyorquinos que su ciudad no es tan especial.

— Oh, pero mira, nos vas a ser útil —Amanda sonrió antes de dirigirse a la barra arrastrada por su hermana.

— ¿Rachel? Para mí un Mocha por favor —Lizzie pidió.

Las rubias asintieron antes de irse.

— Gracias, pero realmente no tienes que tomarte la molestia ―se disculpó, agradecida por que Roció no se movió.

— No me molestas Lizzie.

Ella miró a otro lado para buscar distraerse, porque estaba segura de que estaba inventando alucinando la mirada de anhelo en sus ojos.

Nuestro apocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora