Veo el reloj digital sobre la mesilla de noche a mi lado y reviso la hora. Apenas son las 5:36 am por lo que no hay rastro de los primeros rayos solares que suelen colarse por la ventana después de cada amanecer. Me siento en la cama y busco mis cómodas pantuflas mientras me pongo un camisón antes de caminar hacia el balcón a paso lento.
Una vez allí admiro el cielo crepuscular, una oportunidad de la cual nunca había disfrutado puesto que rara vez despierto tan temprano. Las capas más altas de la atmósfera se presentan tenuemente iluminadas por el Sol que aún no se vislumbra, y la luz se difunde en todas las direcciones posibles. Visualizo la difusa silueta de la Luna que se despide para invitar a descansar al hemisferio opuesto de la Tierra.
Continúo apreciando ese maravilloso espectáculo de colores que regala el alba, aspiro profundamente el aire puro y distingo a lo lejos el matutino cantar de las aves que al igual que yo, deben haber despertado hace poco.
Ya llegó, este es el día. El gran día.
La noche en que Fer me pidió matrimonio y yo acepté encantada, soñé con las sensaciones con las que despertaría el día de hoy. Creía que sentiría una emoción que no cabría en mí y que no podría parar de sonreír como tonta debido a tanta felicidad.
Por desgracia, me siento muy diferente a como lo había imaginado. Estoy tan preocupada, que mis nervios revolotean sin compasión en mi estómago y temo vomitar.
Toco el collar que siempre llevo para ver si me trae al menos un poco de paz y tranquilidad y me concentro en los lindos recuerdos que guardo junto a mis padres para así reunir fuerzas y encarar la ajetreada jornada que me espera. Del mismo modo, me convenzo de que, con el paso del tiempo, comenzaré a sentirme más a gusto.
Paso al lado de Fernando, que sigue durmiendo como un bebé, y acaricio y beso su cabello antes de dirigirme al sencillo altar en el corredor.
Me inclino de rodillas frente a la santa imagen de mi virgencita de Guadalupe y, desde el corazón, le hablo a mis padres:
—Mamá, papá, hoy es el gran día. Estoy tan nerviosa que apenas puedo respirar —Un extraño gemido ahogado abandona mi garganta en un vano intento por liberarme de la agotadora presión que pesa sobre mis hombros. —Me encantaría que estuvieran aquí —Miro con añoranza la foto enmarcada de ellos, acompañada por el precioso ramo de gardenias del que me ocupo diariamente. —Sin embargo, sé que a pesar del tiempo y la distancia siempre los voy a llevar conmigo, justo aquí —Señalo mi corazón de manera simbólica y simultáneamente una amarga lágrima se desliza por mi mejilla. —Los amo con toda mi alma.
Lloro en silencio durante un rato mientras dejo que mi nostalgia se desborde.
—Don Ramón, Doña Fabiana, me hubiese gustado mucho tener el placer de conocerlos —La voz de Fernando me toma por sorpresa, al igual que su mano en mi hombro y su abrazo de costado.
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The Perfect Wedding (Imperfect #1)
Romance🏆 ¡FINALISTA DE LOS AMBYS 2024! 🏆 BODA. BO-DA, dos sílabas, una palabra, y un sueño cuya organización tiene altas probabilidades de transformarse en una pesadilla. Quizás ese no es el concepto que consta en el diccionario de la Real Academia, pero...