Despierto con la agradable sensación que me proporcionan unas suaves presiones consecutivas sobre mi cabello. Sonrío al deshacerme de mi retardo mañanero y reconocer la textura de los labios de Fer, quien esta vez deja un rastro de besos que parte desde la base de mi cuello en sentido ascendente hasta hacer escala en la zona detrás de mi oreja. Río a causa del delicioso cosquilleo que se esparce a través de mi cuerpo entero y me giro hacia mi prometido.
—Adoro despertar así —Mi buen humor no puede pasar desapercibido—.
—Y lo mejor es que, de hoy en adelante, no podrá ser de otra manera.
Es entonces que intercambiamos los papeles: ahora soy yo quien toma la iniciativa, demostrándole mi afecto en forma de besos que cubren la totalidad de su rostro en tanto él ocupa mi lugar riendo abiertamente.
Deposito una última caricia sobre su boca antes de desperezarme con unos cuantos estiramientos rutinarios para conseguir despedirme de nuestra cómoda cama y dar comienzo al día de manera óptima.
—Debo ir a rezar —le aviso en medio de un bostezo mientras enfundo los pies en mis pantuflas naranjas—.
—¿Puedo acompañarte?
Alzo una ceja, parcialmente confundida por esta novedosa actitud suya.
A pesar de haber sido criado en un hogar católico, al igual que yo, Fernando no es de las personas más devotas del planeta. Mi novio tiene su propio modo de actuar dentro del marco religioso y respeta mi fe, así que ambos llegamos a un consenso al respecto en el momento en el que se hizo evidente que no compartíamos el mismo fervor.
Además, nos queremos demasiado para permitir que una diferencia de opiniones se interponga entre nosotros.
Todavía sorprendida por su pedido, le contesto—. Por supuesto. Eres más que bienvenido.
Ambos caminamos tranquilamente por el corredor donde se localiza mi humilde altar y sitio especial de oración. Él se detiene una vez estamos allí, mas, yo paso de largo hasta alcanzar un estante ubicado unos metros más adelante.
Abro las compuertas de roble y rebusco con cuidado, aunque parece que mi objetivo se empecina en no ser encontrado.
—¿Qué necesitas?
—Una vela.
—Hay una aquí.
Él agarra el ordinario cilindro de cera blanco al lado de la foto de mis padres y lo sacude para darme a entender que mi búsqueda es en vano.
—Me refiero a una especial.
Fer espera pacientemente hasta que consigo hallarla entre tanto desorden y se la muestro con orgullo.
—Qué bonita.
—Lo sé —Esta tiene forma de prisma y resulta muy llamativa por sus colores rosa y azul claros—. Es parte del legado de mi familia. Mi mamá no se apellidaba “Iglesias” por nada. Descendemos de un linaje profundamente cristiano; incluso creo que una tía abuela suya fue monja.
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The Perfect Wedding (Imperfect #1)
Romance🏆 ¡FINALISTA DE LOS AMBYS 2024! 🏆 BODA. BO-DA, dos sílabas, una palabra, y un sueño cuya organización tiene altas probabilidades de transformarse en una pesadilla. Quizás ese no es el concepto que consta en el diccionario de la Real Academia, pero...