Primer Movimiento

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Esa mañana empezó con normalidad, Miri siendo despertada por Kazuki, quien la enviaría a despertar a Rei y que se lavaran el rostro juntos mientras él prepararía el desayuno para los tres.

Se perdió en sus pensamientos mientras preparaba unos huevos revueltos. ¿A qué lugar podrían ir a vivir? Debía ser un sitio tranquilo con una escuela cercana para que Miri empezara a asistir en Marzo. Le gustaba bastante el departamento en el que vivían, pero lo mejor sería desaparecer una vez más e iniciar de nuevo como la familia que decidieron ser.

¿Qué harían para vivir? Kazuki jamás se planteó realmente qué podría hacer además del trabajo sucio. Ni siquiera cuando era un niño llegó a pensar qué le gustaría ser. Tenían algo de dinero ahorrado, por lo que no era una urgencia de primera necesidad, pero sí que le encantaría tener esa seguridad más pronto que tarde.

Dios, también debía pensar en Rei y su brazo.

¿Rei aceptaría hacer terapia física? Esperaba que sí, si no él mismo lo arrastraría para que se recuperara. No le gustaba para nada que hubiese decidido lesionarse de esa manera. ¡Cuánto le habría gustado estar con él cuando lo hizo para intentar impedirlo!

Suspiró.

Lo hecho, hecho está. Daba igual lo que sintiera respecto a esa estupidez.

Los platos con el desayuno ya estaban listos en la mesa en el momento en el que aparecieron Rei y Miri.

—¿Tú no te vas a sentar? —cuestionó Rei cuando vio tan solo dos platos servidos.

—Aún debo terminar el almuerzo de Miri.

—Es temprano. Puedes hacerlo después de desayunar.

—¿Qué mosca te picó? Preocupándote de la nada.

—Fuiste tú el que dijo que debíamos esperarte.

Ah. Bueno, eso era verdad. Lo dejó sin palabras, nunca creyó que Rei, de entre todas las personas, recordara y acatara eso. Se dio una palmadita a sí mismo pensando en el buen trabajo que había hecho educando a ese par.

—¡Ven, papá Kazuki! Tengo hambre.

—Bien, bien. Denme un momento.

Se sirvió su propio plato y se sentó frente a ambos.

Estuvo pensando bastante mientras cocinaba, si era honesto. Incluso mientras comía con Rei y Miri no podía dejar de dar vueltas en su cabeza todas sus preocupaciones. Se sintió observado y de inmediato notó que Rei lo examinaba mientras comía. ¿Pudo ver a través de él? Seguro que sí. Antes de que el pelinegro hablara decidió que debía iniciar la conversación.

—Cuando vuelvas, quiero hablar contigo de algunas cosas.

—Como quieras.

Miri terminó su desayuno a una gran velocidad, incluso si Kazuki intentaba advertir que debía comer tranquila. Quizás con los años aprendería, pero definitivamente no estaba dispuesta a hacerlo ese día. Kazuki le pidió a Rei que se encargara de preparar a Miri para su día de guardería: que se lavara los dientes y se vistiera, que verificara que no olvidara nada en su mochila. El par desapareció camino al baño.

Kazuki debía admitir una cosa muy importante... ¡Cómo le gustaba ordenar a Rei encargarse de Miri y que lo hiciera de inmediato! Esa semana debía reconocer lo manso que se estaba comportando.

¿Los milagros debían reconocerse? Si los reconocía, ¿desaparecerían? Quién sabe, Kazuki no era especialista en milagros.

Colocó el rollo de huevo a un lado del arroz, cortaba las verduras en trozos pequeños que Miri pudiera comer con seguridad y cortaba las salchichas en pequeños pulpos. Una vez terminó su obra maestra no le quedó otra que contemplarla con admiración. Era definitivo, cuando quería, podía. Ese día la guardería de Miri tenía un paseo y no iba a permitir que se burlaran de ella por un almuerzo antiestético o, para empezar, por no llevarlo...

Relación Fingida [ReiKazu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora