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"¿Estás segura de que viste a todas dormidas antes de irte?" —preguntaste, dejando la manta en el suelo endurecido por el frío—, quiero decir, ¿y si una de ellas se despierta y ve que nos hemos ido, luego llama a la policía y nos registra como personas desaparecidas cuando en realidad solo estamos en el techo?'
Minji se burló antes de sacudir la cabeza, sonriendo ante tu pequeña divagación, "estás siendo ridícula ___".
"¡Pero hablo en serio! Tú misma sabes que Hyein instaría a Hanni a llamar a la policía o algo así".
Esta última ignoró tus palabras y te empujó para acostarte con ella. Su cuerpo estaba tendido sobre la manta y pusiste tu cabeza en su brazo, su corazón se aceleró con el simple contacto.
Ella suspiró cuando sintió que el aire frío le enviaba escalofríos por la espalda, la piel de gallina era evidente en sus brazos desnudos.
Ambas miraron hacia el cielo nocturno y la luna iluminada arriba. El ambiente tranquilo era cómodo, disfrutando de la calidez que se brindaban mutuamente.
Era pasada la medianoche, como de costumbre, cuando ustedes dos subían sigilosamente a la azotea. No podías precisar cómo comenzó esta rutina aleatoria, pero definitivamente no te quejaste. Minji y tú eran increíblemente cercanas desde los días de aprendices, inseparables y pegadas la una a la otra como pegamento. Ustedes dos siempre se amaron y se cuidaron diariamente, ya que ambas eran amigas después de todo.
Días como estos solo ocurrían cuando estabas segura de que no había ningún día ajetreado para mañana.
La vida de ídolo puede ser dura.
Las personas que lo componen no mienten cuando dicen que es tedioso, estar constantemente yendo de un lugar a otro sin lugar a rechazos ni quejas.
Prácticamente renunciando a su infancia para competir contra otros niños talentosos para debutar. Invertir tanto esfuerzo y tiempo en algo que no está garantizado.
