𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐮𝐬𝐢𝐜| "La magia no sólo se encuentra en las pociones o en los encantamientos... en esta clase aprenderán la magia de la música, y recuerden chicos y chicas, aveces puede ser más poderosa, que cualquier otra"
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Pasados unos días desde la clase de los Fundadores, Eris se encontraba atareada, planeando lecciones, revisando tareas y preparando el primer examen para los alumnos de séptimo año. Su vida en Hogwarts había sido ocupada desde el inicio del curso, pero, aunque estuviera sumergida en su trabajo, no dejaba de observar atentamente lo que hacían sus hermanos y su ahijada. Thanatos, su pequeño león de Gryffindor, había empezado a juntarse con Harry Potter y Ron Weasley, y, con algo de esfuerzo, había intentado que los tres hablaran con Hermione Granger después de la acalorada discusión que habían tenido por la reciente entrada de Harry al equipo de Quidditch. Sin embargo, sus intentos resultaron infructuosos. El orgullo de los chicos, pensó Eris con un suspiro.
Además, había notado la creciente rivalidad entre Draco Malfoy y Harry. A pesar de que ambos provenían de mundos muy distintos, la tensión entre ellos crecía cada día, hasta el punto de enterarse de que el joven Malfoy había retado a Potter a un duelo de magia. ¡Un duelo! ¡A estas alturas! Eris rodó los ojos ante semejante locura. "Lo que hacen las rivalidades entre niños," se dijo para sí, apretando el ritmo mientras bajaba las escaleras hacia el Gran Comedor.
Vestida con su elegante túnica escarlata, Eris notó a Thanatos conversando animadamente con sus amigos Harry y Ron, bajo la mirada fija y perpleja de Draco Malfoy. Lo observó con curiosidad durante un segundo, imaginando que debía de estar relacionado con el incidente de anoche, pero decidió no prestarle mayor atención. Con su habitual porte sereno, cruzó el comedor y saludó a las profesoras Sprout, Hooch y McGonagall antes de sentarse a beber su zumo de calabaza.
Aunque el desayuno transcurrió con normalidad, algo en el aire se sentía distinto. Las risas ligeras de las profesoras y las conversaciones triviales no lograban disipar la sensación de inquietud que había estado rondando a Eris desde la mañana. "Hoy va a ser un día movido", pensó mientras dejaba la copa vacía sobre la mesa. Su instinto rara vez fallaba.
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Cuando llegó la hora de dar clases, se levantó de su asiento con la gracia habitual, acomodando su capa y el largo vestido escarlata que la envolvía como un manto de fuego. Se dirigió hacia la torre de Ravenclaw, donde impartiría su primera clase a los estudiantes de séptimo año de Slytherin. Mientras caminaba por los pasillos, su mente seguía trabajando en los detalles del día. Sabía que algo iba a pasar, pero no sabía qué.
Al llegar al aula de música, donde las paredes estaban adornadas con instrumentos flotantes y partituras mágicas, se colocó frente a su escritorio. Observó a los estudiantes con una expresión seria, haciendo que sus ojos, de un azul profundo, recorrieran cada rincón del aula.
—Bien, primero que nada, estoy preocupada —comenzó, su voz resonando con autoridad—. Apenas llevamos unos meses de clases, y debo decir que nunca esperé unas notas tan bajas de esta promoción. ¿Me pregunto si no he estado explicando bien? ¿Si hay algo en mis planeaciones que no está funcionando para ustedes?
