Capítulo 3: El precio de la redención

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—Se siente demasiado pesada.

Decía el mandaloriano mientras apretaba con fuerza el sable oscuro con el filo apuñalando el suelo, enfrente suya estaba el Jedi de ojos azules con su espada láser verde y su elegante vestuario negro, Skywalker no había derramando ni una gota de sudar desde que inició el entrenamiento, por otro lado Din estaba empezando a jadear como si hubiera estado días caminando por los desiertos de Tatooine.

—Eso es porque peleas contra la espada, debes pelear junto a ella contra tu oponente.

—Ya he escuchado ese consejo y no me ha servido de mucho.

Luke suspiró y apagó su propio sable, para acercarse al Mando y colocarse junto a él, apoyó su barbilla en el hombro de Din y colocó su mano derecha sobre la suya la cual estaba fuertemente apretada al sable, Luke en un fácil movimiento guió su enguantada mano y levantó el arma hasta que la punta estuvo mirando al cielo.

—Estás tenso, puedo sentir tu miedo, ¿estás bien?

Din se puso un poco nervioso cuando el Jedi lo ayudó con el sable de esa manera, pero sabía que no era por esa razón en particular el descontento que hacía que no pudiera controlar una estupida espada. Apagó el arma y suspiró pesadamente a la vez que miró el suelo.

—Tener está cosa me convierte en el Mand'alor, y realmente no es una responsabilidad que quiera tener.

—¿Mandalore no estaba destruido?

—Sí, pero estamos luchando para volver a ponerlo en pie, y créeme que soy capaz de hacer lo que sea para hacer Mandalore un lugar habitable, pero no puedo ser un rey, eso no...

Sus palabras se cortaron abruptamente mientras guardaba el sable en su cinturón, Luke no sabía hasta qué punto era bueno alentarlo a hablar, Din no solía ser hablativo con nadie que no fuera Grogu y ahora tal vez un poco con Luke pues habían empezado a convivir más tiempo.

Su relación era bastante peculiar desde otro punto de vista, desde su último encuentro ambos se dividían a Grogu por mes para mantener un equilibrio en la vida del niño, Din se lo llevaba para pasar aventuras y luego lo regresaba al Jedi para que siguiera su entrenamiento. "Parecen un matrimonio divorciado dividiéndose al niño" bromeó Cara una vez y Din solo giró los ojos.

Pero ahora pasaba más tiempo allí de lo que Din nunca estuvo en un sitio, Yavin IV era un planeta cómodo en el cual vivir y desde el inicio de su entrenamiento las cosas han estado bien. Más que bien.

—Ya no merezco ser un mandaloriano. Como máximo ahora solo soy un expósito.

—¿Por qué?

—Rompí una de las normas más importantes del credo: jamás enseñar mi rostro a un ser vivo. Me desvíe del camino del mandalore, y ya no debería de seguir usando mi armadura.

Luke no era muy conocedor de la cultura mandaloriana pero entendía hasta cierto punto cuán importante era ese credo para él. Sin querer la imagen del rostro de Din apareció en su mente y no pudo evitar suspirar al recordar esos rebeldes rizos oscuros, aquella barba descuidada con el marcado bigote, y como no, unos hermosos ojos marrones llenos de cariño, es increíble como debajo de aquella fría armadura y grave voz haya un hombre con una mirada tan suave.

—¿Existe alguna forma de revertir eso?

—...Tengo que bañarme en las aguas vivientes de las minas de Mandalore para lograr la redención.

—Y cuando hagas eso, ¿ya jamás volverás a enseñarle tu rostro a Grogu?

La preguntó dejó sin palabras el Mando, Luke por un momento pensó qué tal vez dijo algo ofensivo o quizás formuló aquella pregunta tan directa que al Mando le pareció de poco tacto o algo ruda, y si se daba la vuelta ahí mismo y dejaba de hablarle no le sorprendería, sin embargo eso no pasó.

𝒩𝒾 𝓀𝒶𝓇'𝓉𝒶𝓎𝓁𝒾 ℊ𝒶𝓇 𝒹𝒶𝓇𝒶𝓈𝓊𝓊𝓂 [Dinluke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora