El sol apenas comenzaba a iluminar la habitación cuando el sonido de sartenes y el aroma a café inundaron la cocina. Charlie se movía con agilidad entre los utensilios, su mente llena de pensamientos sobre cómo sorprender a Alastor en su cumpleaños. Sabía que él le había ofrecido un techo, y aunque apenas lo conocía, sentía una necesidad apremiante de agradecerle.
-Tengo que darle algo especial- murmuraba mientras batía los huevos. -Él parece sofisticado, pero al mismo tiempo sencillo. Quizás un buen desayuno sea suficiente... sí, el mejor desayuno que haya probado-
Con una sonrisa decidida, empezó a servir los platos, esperando que el detalle fuera del agrado de su enigmático anfitrión.
Unos pasos ligeros resonaron en las escaleras. Alastor bajaba lentamente, su semblante tranquilo pero impenetrable. A pesar de que hoy cumplía 17 años, no sentía la emoción que solía acompañar los cumpleaños. Solo había una cosa en su mente: Charlie.
Bajó los últimos escalones con la vista fija en el suelo, pero el aroma que lo recibió lo obligó a levantar la cabeza. Allí estaba Charlie, en la cocina, con una sonrisa tímida.
-Buenos días, Al... ¡y feliz cumpleaños!- dijo con un toque de nerviosismo, mientras señalaba el desayuno que había preparado.
Alastor la miró en silencio durante unos segundos, su expresión casi fría, pero luego asintió levemente.
-¿Lo hiciste tú?- comentó con una mezcla de sorpresa y agradecimiento en su voz, aunque sin perder su tono serio. -Se ve delicioso... gracias-
Charlie, ruborizada, se sentó a su lado, notando cómo sus manos temblaban ligeramente bajo la mesa. Alastor tomó un sorbo de café, manteniendo su mirada fija en el plato, pero finalmente levantó la vista.
-¿Por qué viniste aquí?- preguntó sin preámbulo, su tono directo pero calmado. -Esta ciudad no es segura, menos para alguien como tú-
Charlie parpadeó, un poco sorprendida por la pregunta, pero trató de mantener la compostura.
-Vine por... pasear...- dijo nerviosa pero melancólica.
Alastor frunció el ceño, notando algo en su tono. Había más detrás de esa respuesta, algo que Charlie no estaba dispuesta a decir fácilmente.
-No creo que solo sea eso- murmuró, con un toque de sospecha en su voz. -He visto muchas caras nuevas últimamente... incluso en una ciudad tan peligrosa como esta-
Las manos de Charlie temblaron mientras intentaba ocultar su incomodidad. Sabía que Alastor era perspicaz, pero no había imaginado que pudiera leerla tan fácilmente. Los recuerdos de su ciudad y el miedo volvieron de golpe, y antes de poder controlarse, sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Yo...- su voz se quebró mientras intentaba hablar. -Es que...-
Alastor se inclinó hacia ella, su mirada endurecida, pero había una leve suavidad en sus gestos. Sin embargo, no dijo nada; esperó a que continuara.
-Mi ciudad está en guerra... y se está extendiendo... temo que llegue hasta aquí- dijo finalmente entre sollozos. -Han llamado a todos los hombres de mi pueblo... mi papá... él...-
Su voz se apagó y comenzó a llorar en silencio.
Alastor la observó en silencio, sus ojos fijos en ella, fríos pero atentos. Finalmente, se levantó de su asiento y se acercó a ella, envolviéndola en un abrazo breve pero firme, sin decir una palabra.
-No llores- murmuró después de un largo silencio. -No es tu culpa... pero si eso te preocupa, no deberías estar sola aquí. No voy a permitir que nada te suceda, eres mi invitada-
Charlie lo miró sorprendida, limpiando sus lágrimas con la de su ropa manga.
-Gracias... yo... realmente aprecio lo que haces por mí- dijo con una sonrisa débil. Realmente estaba afectada por todo.
-¿Qué te parece si salimos a despejarte un poco?- propuso Alastor con frialdad, cambiando de tema abruptamente. -Necesitas ropa nueva... la gente aquí se viste diferente. Y podríamos evitar las multitudes si salimos temprano-
Charlie asintió rápidamente, sus lágrimas secándose mientras la idea de un paseo la animaba.
-Me cambiaré enseguida- dijo con entusiasmo antes de subir corriendo las escaleras.
-Hay algo ropa en los cajones por si no tienes que ponerte...- indicó en voz alta mientras ella subía.
Alastor se quedó mirando la puerta por donde había desaparecido, su expresión volviéndose seria de nuevo. No sabía qué lo hacía sentirse tan protector con ella, pero tampoco lo iba a cuestionar en ese momento. Sabía que Charlie era diferente, y eso lo perturbaba. Le asustaba.
Cuando Charlie bajó de nuevo, llevaba puesto un vestido sencillo y un sombrero con una pequeña manzana en el borde.
-¡Mira, Al!- Encontré este sombrero en el armario... me encantan las manzanas, ¿y a ti?- dijo sonriendo ampliamente.
Alastor la observó en silencio, su rostro impasible por unos segundos. Algo en su apariencia lo desarmó brevemente, haciéndolo apartar la mirada.
-Te ves... bien- dijo con calma, intentando no revelar el leve rubor que sentía subirle al rostro.
-Lo ajusté un poco, pero creo que no se nota- dijo animada.
-Si... no se ve- respondió el castaño con la mirada desviada.
Charlie se acercó un poco más, animada por su respuesta.
-¿Nos vamos?- preguntó alegremente, sin notar el efecto que causaba en él.
Alastor, recomponiéndose rápidamente, se aclaró la garganta.
-Sí, vámonos- respondió con un tono más seco, pero sin poder evitar una leve sonrisa que asomaba en la comisura de sus labios.
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Amor en tiempo de guerra -CHARLASTOR- TEMPORADA 1
FanfictionEsta historia se sitúa en New Orleans. Alastor es un joven con muchos sueños... uno de estos es ser locutor de radio. Pero tiene un secreto es que el practica el vudú, pero lo que no sabe es que conocería a una chica que cambiaría su vida por comple...