No siempre será así.

663 64 19
                                    

La realidad de Knives es que siempre su debilidad era su hermano. No importaba que, no importaba cómo, Knives siempre iba en busca de él incluso cuando esté se había cansado se buscarlo por cualquier lado.

Vash había viajado a Italia y se había asentado durante un tiempo ahí, en un pequeño pueblo a la lejanía de todo el ruido de ciudad. Había empezado a aprender a plantar su propia comida, incluso había aprendido el idioma local y se había hecho amigo de cada persona que habitaba ese pequeño lugar. Muchos ancianitos incluso, le pedían hacer favores por ellos y Vash, sin cobrarles ni un solo centavo, limpiaba sus jardines o les regalaba algo se sus cultivos, mientras ellos, agradecidos le devolvían en regalos lo mismo. Él sabía que esa era la vida que necesitaba en ese momento y no hacía ningún esfuerzo por cambiarla.

¿Por qué no había podido simplemente quedarse con esa tranquila rutina? ¿Por qué, había tenido que dejarla como todo cuando corría a los brazos de Knives una vez que ni aguantaba?

No entendía su relación. No entendía porque Knives siempre se esforzaba en arruinar lo que construian y después, intentar arreglarlo cuando Vash había derramado tantas lágrimas que cualquier persona que lo conocía, sabía que algo estaba mal con la hermosa sonrisa de aquel joven tan bonito como el sol. No era todo culpa de Knives, si no de esa extraña dinámica en la que alguno de los dos dalia lastimado y el tenía que irse.

Y es que esta vez era diferente. Knives ni siquiera había mandado buscarlo como otras veces, no había gente mirando sus pasos como siempre, ni tampoco la sensación de que estaba siendo observado para informarle lo que estaba haciendo. O al menos, cuidarle de su inocencia y de que alguna persona se aprovechara de Vash.

Y por eso había vuelto.

Se sentía ridículo haciéndolo, pero extrañaba tanto a Knives que su cuerpo se sentía vacío, como si el espacio entre sus brazos tuviera que ser rellenado. La fuerza fallaba cuando los días pasaba y esa dependencia siempre terminaba por asustar a Vash, incluso aunque él sintiera que podía seguir sin el un rato más. Unos días más, hasta que se convirtieran en meses, como había hecho.

Pero volvió. Vash dejó una vez más todo atrás para pisar nuevamente esa casa enorme donde había pasado poco tiempo con Knives.
Vash recorrió la sala de estar atento, habían cambiado algunas cosas y las fotos de ellos dos seguían ahí, en el estante, sin rastro de polvo.

Necesitaba un baño urgentemente y peinarse. Quería hacerlo pero primero a la persona que encontró fue a Milly, ella más que ser quien les ayudaba en la casa con los labores, era casi una hermana para ambos, ella jamás había juzgado a ninguno de los dos y los quería a su forma; inclinándose más siempre por Vash.

—¿Milly?

—¿Vash? ¡VASH! ¡Eres tú, gracias a Dios, volviste!

Vash se abalanzó sobre ella abrazándola con fuerza. Dejó su bolsa caerse y de inmediato el ánimo de Milly cambió, endureciendo sus facciones por la preocupación que le hizo sentir durante ese año entero sin saber de él.

—Debiste al menos decirme que volverías pronto. Así tendría, ya sabes algo preparado y también...

—¿Avisarle a Nai, cierto? — Vash la miró con una sonrisa de lado, resignado.

El ánimo de Merry no cambió, buscaba palabras para poder explicarle que es lo que sucedía pero a veces ni ella podía con eso.

—Vash... Ésta vez es diferente.

—¿Diferente? —cuestionó, curioso ante lo que podía decirle.

Merry no sabía cómo explicarle que el comportamiento de Knives había cambiado. Ya no se empeñaba en cambiar a Vash y había entendido que, él podía irse cuando quisiera. Ya no existía esa obsesión insana que me hacía buscarlo para saber si estaba bien y cuando volvería.

Come Back Home. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora