We never change.

303 38 10
                                        

Para Knives todo era blanco o negro.

No podía concebir una vida sin su preciado hermano. Sentía que si se iba, le costaba respirar y tenía que hacer algo para encontrarle y si era por más tiempo del que decía, se preocupaba pensando en que algo malo había pasado.

Pero de un día a otro, simplemente ya no le importaba.

No era como tal que no lo hiciera, solo su pecho soltó un peso del cuál no era capaz de sostener ya. Y se sentía bien no tener que depender de él, no tener que estar al pendiente sin sentir que se quedaba sin aire cada que alguien se acercaba a Vash y él no ponía ningún tipo de límite. Conocía a Vash perfectamente para saber que era sólo una persona feliz y sociable, pero la gente parecía aprovecharse de eso y tenía tanto miedo que se le atravesaran en medio y que se aprovecharan de su bondad, que algo dentro terminó haciéndolo soltar esos miedos al ver que a Vash simplemente no le importaba.

Legato era un tipo de su trabajo que se limitaba a seguir todas sus órdenes, todas al pie de la letra y él se había encargado de empezar a ayudarle a socializar. Ambos eran un poco serios pero a Legato eso no le molestaba en lo absoluto, las pocas palabras que lograba sacar de la boca de Knives le iban bien. Y sonreía, feliz de poder hacer que pudiera sentirse mejor poco a poco con su compañía.

Y Knives empezaba a saber lo que era tener gente que le preguntase de su día aparte de Milly. Poco a poco se dejaba notar, como cuando los cerezos de la nada crecían de un día a otro, aunque fuesen vistosos el resto del año. Desde ahí comenzó a captar aún más la atención de la gente. Y a Vash eso lo mataba un poco más, era una sensación negativa y que no estaba justificada, pero ahí estaba.

Veía más animado a Knives, sonriendo al celular constantemente y saliendo más seguido. Ya no le preguntaba hacia donde iba cuando Vash tenía que ausentarse y ni siquiera preguntó cuando al pasar de los días, a Vash se le veía más desganado y ojeroso.

Vash se preguntaba que tenía que hacer para que la atención de su hermano fuera nuevamente suya y para poder aclarar al menos todo lo que sucedía o había pasado entre ambos.

No sabía si era correcto o no, pero para Vash todas sus primeras veces habían sido Knives.

Desde el deseo sexual hasta cosas tan sencillas como ser su primera "cita" torpe y desorganizada e incluso, su primer beso.

Recordar eso y pensar en que Nai ahora pudiera hacerlo con alguien más, le revolvía el estómago. Ciertamente Vash no había tenido tantos acercamientos así, pero sabía la sensación de sentirse querido y buscado por otros. No lo buscaba, pero tampoco se negaba al cariño y amistad que otros le ofrecieron en su momento.

Se guardaba para su Nai, porque su cuerpo y su mente solo estaban disponibles para él. ¿Por qué entonces, no había podido esperarlo un poco más? Ahora estaba seguro de eso, de que realmente no le pertenecía a nada o algo más ni siquiera a sus pasiones, porque la única que tenía en el fondo de su ser, era Nai.

Nai. Nai. Nai. Su Nai.

Le dolía la cabeza de tanto pensar en él. Y estaba mal, porque era ya tanta su tristeza que comenzaba a escribir cartas para poder expresar que sentía y no tener que toparse con la pared cada que quería decírselo en persona. Porque ya Knives no entendía de razones y si no era algo de la casa o parecidos, simplemente no parecía interesado en nada de lo que el otro hiciera. Así que Vash ideó un plan. Juntó en una lista todas las cosas favoritas de Nai y haría todas ellas, cada una de esas cosas trataría de llevarlas a cabo, casi como alguien que intentaba poco a poco, recuperar a otra persona.

LISTA.

1. Las plantas.

Nai AMABA las plantas y eso era poco. Tenía un jardín que se encargaba de cuidar específicamente y cuando no tenía tiempo, solo dejaba que Milly se acercara a cuidarlas, porque sabía hacerlo y la había educado especialmente para hacer eso. Vash era bueno en ello, pero no le importaba demasiado y simplemente escuchaba a Nai emocionarse por una más que había conseguido. ¿Cómo pudo haber sido tan imbécil? Nai jamás JAMÁS había compartido esas cosas con otra persona, mucho menos el brillo en sus ojos o la sonrisa que se formaba cada que una planta decaída o maltratada crecía gracias a sus cuidados. 

Come Back Home. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora