Come Back Home.

Hearing Damage.

Entonces el calvario de Vash empezó.

Se estableció en la casa y decidió quedarse a estudiar y trabajar, necesitaba de toda ayuda posible para poder volver a tener contacto con Knives y lo sabía, por lo tanto empezó a crear una rutina que le ayudase con eso.

Se levantaba tan temprano como podía para arreglarse e ir a estudiar, cuando volvía hacia su servicio social con la gente que lo necesita y había elegido justo un orfanato. Las horas se le iban tratando de cuidar de todos los niños que había y de buscar soluciones para poder encontrarles a algunos al menos, una familia amorosa. Eso le llenaba un poco el corazón de todo lo que sucedía en su vida personal.

Vash salía tan drenado y aún así cuando volvía hacia de todo para volver a intentar tener algo de contacto con Knives. Sus chats eran constantes respuestas con un "sí" "no" y el lugar donde había dejado las llaves. No trataba de forzarlo pero si de tener contacto y cada rechazo se parte de su hermano, dolía.

Vash se encargaba de ayudar a Milly con la comida y cena pero estaba tan cansado que dormía en la barra mientras ella lo hacía. Al despertar trataba de arreglarse un poco para llamar la atención de Nai pero este volvía inmediatamente a dormir. No funcionaba cambiar su peinado hacía arriba o volver hacia el mismo cabello de siempre. Ni siquiera probaba la comida si él lo hacía, era los días en los que Milly se encargaba de hacer agradeciéndole y yendo a dormir. Knives siempre había sido reservado pero nunca como lo estaba siendo, decían que lo peor que una persona podía sentir por otra era el odio, pero era porque no conocían la indiferencia. Y Vash estaba haciéndolo.

Pero ese viernes vió algo distinto a Knives. Él salió de su habitación tan arreglado que, aunque por su trabajo era usual verlo en traje, sabía que poco usaba su ropa casual y si lo hacía era para salir con Vash. En esa ocasión Knives estaba usando una camisa negra con una cadena de oro colgando de su cuello, se podía ver su pecho apenas y los pantalones de vestir negros hacían juego perfecto con su reloj. Se veía elegante pero no tan formal como solía vestir y eso dejó afectado a Vash. No sabía si sentía celos, excitación o las dos sensaciones horribles juntas, lo cuál lo estaba frustrando.

¿A dónde iría y con quién? No pudo evitar abrir la boca para preguntar. Ahora era él quien lo hacía y los papeles se habían invertido.

—¿A dónde vas? —Vash titubeó al preguntar.

Knives sonrió de una manera tan arrogante que era imposible no ver sus ojos molestos y que Vash se sintiera más avergonzado por aquello.

—¿Desde cuándo tengo que darte explicaciones? —Nai soltó una risa corta, negando con la cabeza, sorprendido de que Vash aún tuviera la audacia de preguntarle.

Su gemelo hizo una mueca de enojo y no supo que responder. Ese arranque había sido producto de su molestia y ni siquiera con fundamentos, pero le puso triste que ni siquiera le respondiera su pregunta.

—No vayas. Quédate conmigo y hagamos algo. ¿Sí, Nai? —Vash hizo el intento. Quizá y sólo tal vez, su Nai volviera a él.

—No. Consigue alguien con quién salir, se te da fácil. ¿No? —Knives ni siquiera lo miró. Sabía la cara que tendría Vash y no estaba dispuesto a sentirse ni un poco mal.

Aquello había roto un poco más a Vash si se podía. Era la primera vez que le pedía algo después de aquella discusión y lo entendió. Sabía que iba a ser difícil a partir de ese momento.

—Está bien, Nai. Pero si vuelves antes déjamelo saber.

Knives ni siquiera se molestó en contestar. Tenía suficiente con tener que salir para afianciar relaciones de trabajo y que quisieran hacerse sus amigos. No los necesitaba pero si podía usarlos a su favor, entonces trataría de fingir cómo siempre hacía cuando debía de.