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Scrub~

             Scrub~

Scrub~

               Scrub~

— ¿Eh? ¿Qué es ese ruido? —Levantándose de su lugar de reposo, Héctor busco el origen del extraño sonido de rasgueo. — ¿Se habrá metido un animal a la casa? —Se cuestionó silenciosamente mientras caminaba rumbo a la localización del ruido. —Hmm...

Tuk~

Agarrando de la cocina uno de los rollos de madera que tenían, fue sigilosamente a lo que parecía ser la alacena.

Scrub~

              Scrub~

Scrub~

               ¡Scrub~!

«Más vale que no sea una rata», apretando su agarre en su arma, paso de puntillas hasta quedar al frente de la puerta del almacén. «Ahora...» ¿Uh? —Parando en su lugar al ver lo que parecía ser una protuberancia dorada zarandeando por fuera de la puerta. —Jum...

Ahora con paso más confiado, se adelantó hasta quedar a un lado de la cola de escamas doradas, pasando el rodillo que tenía en su mano izquierda a la derecha, alzándola y dejándola caer con fuerza.

¡Pam!

¡Ay!

¡Tak!

¡Auh! Uhuhu~ ¿Qué-¡Qué rayos!? —Sacando con extrañeza su cabeza y masajeándosela para aliviar el dolor, busco con la mirada a quien creía ella era el culpable. — ¿Ah? ¡Héctor! —Mirándolo enojada ahora que sabía que había sido él el causante de aquel golpe.

¿Qué haces dragoncita? —Sin tomarle mucha importancia a su ceño fruncido, Héctor la miro con su característica sonrisa socarrona.

Uugh~, solo estoy buscando algo —respondió al mismo tiempo que se volvía a meter al pequeño almacén.

— ¿Uhm? ¿Cómo qué? —Interesado en lo que podía ser.

Solo unos materiales que quiero.

—Sabes que cualquier material que necesites me los puedes pedir a mi ¿No? —sacando y moviendo sus dedos al frente suyo. —Tú conoces muy bien que puedo hacer cualquier cosa con estás manos —una expresión muy evidenciable de picardía marco su rostro.

¡Uugh! ¡Ya cállate! —En este momento agradecía que no le viera la cara en este momento.

— ¡Jajajaja! —Una risotada estallo por fuera del almacén, claramente burlona.

¡¿Por qué no mejor te vas a tu estudio y sigues confundiendo la langosta de la mangosta?!

¿¡Ah-eh!?¡Es que-es que suenan parecido! —Exaltándose Héctor al recordar la vez que fueron a una cita a comer langosta, pidiéndole al camarero mangosta en vez del crustáceo, recibiendo las burlas y vergüenza del local. — ¿¡A quien se le ocurre nombrar casi igual a dos especies de animales totalmente diferentes entre sí!?

Sí...díselo también al insectosaliendo nuevamente del compartimento, a la vez que veía a su marido avergonzarse, sonriendo ante lo que llevaba en sus manos. — ¡Aquí está!

"𝙽o 𝙿edí 𝚂er 𝙿arte 𝙳e 𝙴sta 𝙷istoria"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora