Capítulo 22: ֍‡ Comprensión ‡֍

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— ¿¡Qué!?

—Sí, eso es lo que me comentó al final, ¿o es que acaso no es algo normal?

El trío familiar se encontraba sentada en la sala de estar, siendo justo unos minutos después de la llegada de Akini a su hogar, quien les había relatado todo lo que había sucedido dentro los territorios de la escuela, desde cuando entró a U.S.J , hasta su venida de regreso.

—Pues...

—Sí, yo también llegué a pensar en eso —concordando Héctor ante lo anterior dicho por su hijo, ahora llevando una gaza que le cubría por completo su mejilla izquierda. —Por eso no me exalte demasiado, creía que era un caso similar a la de las lagartijas, sacando su cola sin dificultad para solo distraer a su depredador. Pero...ahora conociendo lo que pasó...Hmf —con remordimiento en su ser, el científico retirado pasó su mano por su frente, presionándolo con fuerza, mientras se culpaba por haber sido tan indiferente a lo que sufrió su hijo. —Lo siento, Akini.

—Ah-ahm, no-no importa, no te preocupes por eso —no queriendo ver esa faceta de su padre, trato de que no lo tomara tanta importancia, haciendo ademanes con sus manos para que lo hiciera a un lado. —Bu-bueno, eso es lo que ella me dijo, que en un par de semanas ya debería de volver a su estado completo.

—Pero... ¿Cómo? —La interrogante de Ima era tal que el aire a su alrededor cambió, dejando que aquella positividad radiante suya se fuera por unos cuantos segundos, reemplazándola en el pequeño lapso una de total seriedad y confusión.

—Uhm... ¿En tú familia nunca hubo un caso así, cariño? —Extrañado e intrigado por la actitud poco vista de su esposa.

—No, para nada, normalmente eran bastante fuertes como para valerse por sí mismos —explicaba ella, dejando entre ver en su voz ciertos toques de nostalgia. —incluso los más mayores eran capaces de atrapar tiburones con sus propias manos.

«Vaya», expresaron simultáneamente con impresión Héctor y su hijo, no imaginándose a un viejo capaz de ganarle a un tiburón a mano desnuda.

—Y aparte, estábamos aislados de las demás ciudades, así que no era posible ver que algún villano sin nombre entrara para solo causar problemas; aunque de hacerlo, sería uno bastante tonto —subiendo sus hombros con un gesto de obviedad, burlándose del pobre que intentara dominar por completo una comunidad de humanos semi-dragones. —Huff...pero aparte de eso, no, nunca vi a alguien lesionarse hasta tal punto de perder una extremidad. Es por eso que me sorprende escucharlo decir que su cola volverá a crecer.

— ¡Ah! Es por eso que te sentías tan mal, tú pensabas que no le volvería a crecer de nuevo... ¿Verdad? —Comprendiendo sus anteriores miedos y el por qué se notaba demasiado vulnerable. —Ya veo, perdóname por no entender tus preocupaciones, querida —deslizándose sobre sus rodillas, sintiéndose otra vez mal por su actuar de antes.

—Está bien Héctor, no tienes porqué disculparte —pasando una de sus manos por lo largo de su espalda, acariciándolo de manera gentil. —Después de todo, eso es muy propio de ti —sus mejillas enrojecieron en un tono rosa opaco, coloreándolas ante los recuerdos que le llegaban de sus días pasados de novios, no ocasionado más que en ella, una particular sonrisa. —Siempre tuviste ese aspecto de un hombre serio y de mente fría; siempre con esa cara de piedra a cualquier lugar que ibas Ufufu~.

Riendo un poco al recordar la cara de su esposo en aquel entonces. Parando con su pequeña mofa, se acercó más a su rostro, tratando de llegar a sus ojos y que la viera directamente.

—Viéndote a día de hoy, muchos pudieron haberte dicho que has cambiado bastante, pero, la verdad yo no creo que sea así —al mismo tiempo que decía estas palabras, su mirada se deslizó hasta llegar con vista al piso, manteniendo aún en anonimato lo que ella pensaba.

"𝙽o 𝙿edí 𝚂er 𝙿arte 𝙳e 𝙴sta 𝙷istoria"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora