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Creo que odiaba tanto Tortuga como a Jack.

Realmente no iba a encontrar 99 almas para darle a Jones.

Will se quedaría con él toda la vida.

Estaba sentada con una mano en la barbilla en una de las mesas de una de las cantinas más famosas de Tortuga mientras veía a los piratas del Perla intentar conseguir esas pobres almas. Realmente me pregunté a mi misma por qué  no me habría quedado en el barco. Veía a Jack yendo y viniendo seguido de Gibbs.

Finalmente pararon en una mesa. Gibbs entrevistando a los futuros tripulantes y Jack más atrás, jugando con su brújula, me imagino que seguirá pensando en todo lo que le dijo Tía Dalma sobre no saber que quiere. Yo estaba en paralelo a Jack y, como cada vez se llenaba más de gente la taberna y no me parecía un lugar seguro, me senté en la misma mesa que el capitán. Cuando me vio, frunció el ceño en mi dirección, yo subí las cejas interrogante. Empezó a hablar solo mirando su brújula y finalmente la abrió. El resultado no le debió gustar pues cerró la brújula y la escondió en sus ropas.

-¿Como vamos?- preguntó Jack.

-Contando a esos 4, tenemos... 4- contestó el otro.

Yo rodé los ojos y suspiré. Íbamos a tardar toda la vida a ese ritmo, Will podría haber muerto hace ya mucho tiempo.
Un hombre se acercó a Gibbs y empezó a hablarle, su voz me sonaba mucho así que empecé a mirarle por si podía averiguar quien era.

-¿Comodoro?- pregunté yo confundida pero levantándome hacia él.

-Ya no. Lo acabo de decir- respondió alzándome la voz-  casi os atrapo cerca de Trípoli- mientras hablaba Jack se empezó a esconder detrás de la planta que había a su lado-Lo habría hecho de no ser por el huracán. ¿Sirvo o no?-.

Gibbs le miró con desconfianza y este se enfado y tiró su mesa y a él incluido. Grité una blasfemia al antiguo Comodoro y ayude a Gibbs a levantarse. De repente oí una pistola cargarse y ambos miramos en dirección a Norrington. Estaba apuntando a Jack. Maldecí. Por segunda vez en pocos minutos.

-¿O debería matarte ahora mismo?- dijo Norrington mientras le apuntaba.

-Contratado-.

-Lo siento. La costumbre-.

Unos tripulantes agarraron al Comodoro para evitar que disparase a Jack, el cual se fue rápidamente de la escena. ¿Lo malo? Norrington si disparó y una de sus balas fueron de rebote a la botella de un hombre. Este comenzó a pegar a otros marineros y se armó un caos completo en la taberna.

Cuando me quise dar cuenta Gibbs había desaparecido. Trate de acercarme todo lo que pude a las paredes pero de repente sentí dos manos en mi cintura. Dispuesta a abrir la garganta a cualquier sucio pirata que intentara tocarme me giré. Era Sparrow, quien me miraba con el ceño fruncido. Me cogió una mano y tiro de mi hasta fuera de la taberna.

-No sobrevivirías un día sola en Tortuga- dijo mientras me arrastraba lejos de la pelea.

-Tal vez quiera- le dije yo.

-No, claro que no- frunció el ceño mientras negaba efusivamente todavía sin mirarme. Yo me reí en voz alta sin poder evitarlo. Una risa de agobio y estrés. Cuando ya estábamos cerca del puerto me soltó la mano y se atrasó para que Gibbs lo alcanzara.

-Capitan Sparrow- gritó alguien desde atrás. Esa voz me sonaba y me paré en el medio de la rampa del barco.

-¿Te unes?- se giró mientras continuaba caminando- Bienvenido-.

-Vengo a buscar al hombre al que amo- dijo el desconocido. Jack y Gibbs pararon en seco mientras yo me acercaba.

-Me halagas, hijo, pero mi primer y último amor es el mar- contestó el capitán. Yo a esas alturas ya sabía que era mi hermana y corrí hacia ella.

Piratas del caribe: El cofre del hombre muerto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora