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Llegó a casa a eso de las cinco. Se sirvió un poco de comida que había quedado de hace un par de días, tomó un baño y se acostó a mirar sus redes sociales en el sillón de la sala. Hacia suficiente frio como para que tuviera que levantarse a buscar una manta para taparse. Recordó el frio que había pasado encerrada en la bodega y el calor de la manta le recordó a la calidez de Mina. Cerró los ojos y la imagen de la chica vino a su cabeza. Sus lindos lunares, sus ojos color café, su piel pálida y sus labios... "¡No!" gritó en su cabeza y se tapó la cara con una almohada. La atracción por Mina debía quedarse en algo físico y distante, no podía ponerse a pensar en ella de la nada. Intentó pensar en otras cosas para mantener los pensamientos de Mina alejados y terminó quedándose dormida en la misma posición.

Fueron los ladridos de los perros de su vecina los que la despertaron. Se quitó la almohada de la cara, frotó sus ojos y miró la hora en el teléfono. Siete y treinta. Antes de que terminara de oscurecer, quizás podía salir a dar un paseo para despejar la mente. Pero sus pasos la llevaron de vuelta al supermercado donde estaría a quien debía mantener fuera de sus pensamientos. Se sentó en la banca del parque que quedaba a unos metros cruzando la calle de la parada de autobuses. Eran ya las ocho. El turno de Mina terminaba a las ocho. La chica trabajaba más de doce horas, ¿era eso legal?

Miró hacia el supermercado y la vio, Mina iba saliendo con su uniforme y su cabello en una cola alta, con un caminar cansado, seguro estaba agotada. La observó todo el trayecto, desde que salió del supermercado, hasta que se sentó en la parada de autobuses a esperar su bus. Ella no le había visto, suponía, pero de todas formas intentó esconderse con la capucha de su sudadera.

Definitivamente Chaeyoung quería saber más de esa chica, pero sabía que no debía.

Estaba sumida en sus pensamientos, cuando se dio cuenta de que se acercaba un auto conocido. Era el auto del idiota ex novio de Mina, otra vez se detuvo frente a ella. De inmediato se puso de pie, atenta a lo que pasaría. Apenas se estacionó, el chico bajó del auto y volvió a acercarse a Mina, esta vez intercambiaron solo un par de palabras hasta que él la agarró de un brazo y tiró de ella para que se metiera al auto por la puerta que había abierto.

—¡Déjame! —se escuchó a la chica gritar.

Chae cruzó la calle corriendo, apenas mirando si venían más autos.

—¡Ayuda! —gritó nuevamente.

Chaeyoung llegó justo antes de que el chico cerrara la puerta del copiloto donde había subido a Mina.

—¡¿Qué crees que estás haciendo, imbécil?! —cuestionó enfadada.

—¿Otra vez tú? —preguntó fastidiado.

—Déjala salir, ahora —dijo con firmeza.

—¿Y si no lo hago qué?

—Déjala —contestó con mirada desafiante—. Déjala si sabes lo que te conviene.

—¿Qué me vas a hacer tú a mí, enana?

—Te voy a patear.

—¿Eh? —la miró con desprecio.

—Te voy a patear las pelotas.

El chico se echó a reír.

—Ya, déjanos en paz —cerró la puerta de un portazo que casi le pega a Mina en la cara.

—Te lo advertí.

Chaeyoung no titubeó en tomar impulso y acertar una patada directa en la entrepierna del sujeto, quien cayó al suelo agarrándose la zona, lloriqueando.

—¡Enana de mierda! —se quejó entre dientes.

Mina abrió la puerta y salió del auto.

—Ahora lárgate o lo próximo que patee será tu trasero y después tu cara —tomó la mano de Mina y la atrajo hacia ella.

Shopper (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora