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Mina se levantaba a las cinco y media de la mañana para poder llegar a las siete al trabajo. Ya estaba acostumbrada a hacerlo, aunque no podía negar que había disfrutado de poder dormir más de la cuenta el día anterior por estar enferma. El faltar un día por enfermedad no implicaba ningún tipo de descuento en su sueldo, por suerte. Y ya se sentía muchísimo mejor, así que debía volver a su realidad. Como un domingo normal, llegó a su puesto de trabajo antes de que llegara cualquier otro trabajador, ni si quiera Jihyo, Sana o Momo habían llegado. Poco a poco, vio como la sala se iba llenando con la gente que llegaba. Y entre todos, ella. Son Chaeyoung. Esa chica que tanto llamaba su atención. Siempre había sentido curiosidad por la chica. Mina tenía muy claro que no debía bajar la guardia, mucho menos cerca de ella, pero era imposible no hacerlo, era simplemente encantadora, no podía mantener su típica frialdad y dureza cuando estaban a solas desde aquella vez en la bodega de congelados. Chaeyoung le hacía sentir una paz que no sentía con nadie, ni si quiera con sus amigas. ¿Se estaban volviendo Chaeyoung y ella amigas? No sabía si lo llamaría así, pero debía mantenerse firme y no permitir que sucediera.

—Buenos días, Mina —saludó la menor con entusiasmo, después de cruzar toda la sala solo para acercarse al mesón a saludarla.

—Hola —contestó con indiferencia.

—Veo que estás en modo trabajo.

—Porque estamos en el trabajo.

—¿Me regalarías una sonrisa? —preguntó para molestarla.

—No, ve a trabajar —respondió con firmeza.

—Estoy segura de que seré mucho más productiva si es que empiezo el día con una sonrisa tuya —insistió.

—Son, ve a trabajar.

—Que mala eres —hizo un puchero y dio media vuelta.

Mina apretó los labios para contener una sonrisa mientras la observaba alejarse.

—¿Qué miras? —escuchó un susurro en su oído y pegó un salto en la silla.

—¿Qué crees que haces, Minatozaki? —cuestionó mientras se recuperaba del susto.

—¿Estabas mirando a Chaeyoung mientras sonreías? —ladeó la cabeza y la miró fijamente.

—No estaba sonriendo y tampoco estaba mirándola.

—Sí, claro que no, Myoui —rodó los ojos— ¿Te llevó las medicinas ayer?

—Sí.

—Yo la envié —dijo orgullosa.

—Lo sé y voy a matarte por eso.

—¿Estuvo mal acaso?

—Claro que estuvo mal, por algo te lo pedí a ti.

—Vamos, Mina, Chaeyoung te agrada y no puedes negarlo más, solo te di una oportunidad para compartir con ella fuera del trabajo, para que no tuvieras que aparentar ser dura como siempre lo haces.

—No necesito compartir con ella, mantenemos una relación estrictamente profesional —trataba de convencerse a sí misma más que a Sana.

Mina siguió con su trabajo como era de costumbre. Era un día común, el ajetreo de siempre, los regaños de siempre, el cansancio de siempre. Llegaron las cuatro de la tarde, hora en la que terminaba el turno de los trabajadores AM, es decir que Chaeyoung se iría a casa. No es que quisiera que la chica fuera a despedirse de ella, pero si esperaba que lo hiciera. Revisó en la computadora si acaso Chae seguía haciendo un pedido o ya había terminado. En efecto, aún estaba realizando un pedido... uno bastante grande, pero... ¿no estaba demorando mucho? ¿Y si se había vuelto a quedar encerrada en la bodega?

Shopper (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora