;; 18, envidia?

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narrador !


Iván estaba junto a Rodrigo en dirección a la casa de la morocha, tenían planeado cenar esa noche luego que los tres se habían mantenido en directo durante cuatro horas. Culminaron cada uno justo a las siete y ocho de la noche, a lo que los dos tenían que estar en casa de la chica a las ocho y media.

Por el camino los dos estaban bastante comunicativos, Rodri hablando a su mejor amigo sobre unos proyectos que tenía a futuro, mientras que él lo escuchaba gustosamente. 

Iván por su lado, tenía bastante tiempo sin tener ataques de pánico y ansiedad, solo tenía insomnio por el estrés que tenia con los directos, pero de lo demás estaba bastante bien. 

Desde hace algunos días el castaño había notado que él no se quitaba una gorra que decía speed, pero con las letras que están en su logo, cosa que le pareció extraño ya que el tiempo que llevan conociéndose nunca se la había visto.

— Alta gorra amigo. — halagó Rodri en un tonó sorpresivo.

Sus ojos se iluminaron ante el comentario que esté mismo soltó.

— Me la regalo Athena. — mencionó antes de seguir hablando.— Es muy facha amigo. — sonrió.

El estómago del castaño se retorció al escuchar el nombre de la dueña de su corazón. Era cierto que desde hace semanas han estado mas unidos, eso le daba miedo y lo hacía reconfortar; tenia miedo que ella se enamorará, pero él estaba bien desde que ella llegó a su vida.

Amigos primero que amoríos. Pensó.

Rodrigo dejaría un años y seis meses de enamoramiento por verlo feliz a él, mas sabiendo los años de sufrimiento que paso con sus padres hasta después de mudarse solo a Buenos Aires. 

— Me alegra mucho. — sonrió de manera fingida introduciendo sus manos en los bolsillos del buzo encogiendo un poco los hombros, sin faltar ese suspiro. 

Iván evidentemente estaba tan feliz que no había notado el gesto de tristeza de su acompañante, solo cerraba sus ojos y disfrutaba de la fría brisa, al igual que la noche tan deslumbrante.

Una vez que llegaron a la casa tocaron la puerta, siendo abierta por ella misma que ya tenía la pijama puesta.

— Holi, pasen. — saludó haciéndose a un lado de la puerta para que pasarán.

Al estar adentro se saludaron de mejor manera, recibiendo cada uno un abrazo de ella, al contrario de Rodri que espelucó los cabellos de la chica entre risa. Ese momento fue tierno, pero tenía celos de por medio.

— ¿Que hiciste comer? me estoy cagando de hambre. — preguntó Rodrigo echándose en el sofá.

Flasheaste confianza, amigo. pensó iván.

Él recordó que no era la primera vez que su mejor amigo venía, tuvo en cuenta que ambos eran uña y mugre desde antes de que cada uno supiera de existencia y eso hizo que el ceño fruncido se borrará a estar tranquilo.

— Hijo de puta, tú no me quieres a mi, tú quieres mi comida. — se hizo la ofendida mirándola con los ojos entrecerrados.

— No mentira mi amor, yo te amo. — dijo en su defensa levantándose de golpe y abalanzándose encima de ella.

Ese te amo hizo que su corazón se estremeciera y se tornará mas chico, el pecho le dolía de tan solo imaginarse cosas ficticias. Intentando calmar el dolor posó su mano ahí viendo como los latidos estaban descontrolando.

— Yo también a ti. — respondió abrazándolo, para luego espelucar su cabello marrón con destellos dorados. 

Verlos sonreír y ser tan cariñosos le ocasionaba nauseas. Estaba celoso.

— Entonces — aclaró un poco la garganta llamando la atención, logrando separarlos un poco.— ¿Que comeremos? — trató de sonreír.

Athena se separó de Rodrigo con sutileza y se dirigió a la cocina con ellos detrás de ella mirándose entre si, volviendo a mirarla.

— Hice capeletinis y milanesas. — respondió felizmente agitando sus manos en forma de aplausos.

— VAMOS LOS PIBESSSSSSSSSSS. — festejaron Rodrigo e Iván abrazándose entre si dando vueltas.

Ella solo rió por sus acciones y se acercó a la cocina destapando la olla que contenía los capeletinis ya ligado con la salsa. 

— Rodri, me alcanzas los platos y vasos? por favor. — pidió revolviendo la comida.

Él hizo caso, abrió los cajones de arriba de la alacena dejando ver los platos blancos de vidrio y loa vasos de plásticos. Luego de varios incidentes, ella tuvo que optar por usar vasos plásticos y de aluminio para evitar accidentes. 

— Listo. — volvió a su postura dejando los vasos y platos sobre la isla de la cocina. 

Tomó los cubiertos y los dejo en la mesa para volver donde estaba la comida y pasarla a la mesa con sumo cuido. Por último agarro lo que el castaño había puesto sobre la isla de la cocina y los acomodo frente a las sillas con su respectivo cubierto. 

— Siéntense. — pidió amablemente abriendo un poco la silla para sentarse en la silla. 

Ambos hicieron caso y se sentaron. Iván estaba al costado de la mesa frente a Athena y Rodrigo en una de las puntas.

— Pueden servirse lo que quieran si quedan con hambre, hice mucha comida. — alzó los hombros restándole importancia para destapar la olla donde estaban los capeletinis y seguido de ellos donde estaban las milanesas. 

Ella comenzó a servirles a los chicos dejando sus platos frente a ellos, mientras ellos espetaban la comida con hambre y satisfecho por lo bien que se veía.

Luego de servir la pasta, les colocó una milanesa grande a cada plato. Y se paró para buscar el jugo de uva que había comprando y servirlos en sus respectivos vasos.

— Buen provecho. — dijeron todos al unísono.

Todos comenzaron a comer haciendo gestos de placer por el sabor que la comida les enmendaba a sus bocas.  

Después de una hora, se encontraban mirando una película en la sala de la morocha, alguna que otra de miedo y decidieron culminarla viendo el rey León. Una de las películas favoritas de Athena y Rodrigo. 

Iván, solo espeto como ambos mejores amigos cantaban e imitaban muchas de las escenas.

— SIMBA. — dijo rodri. 

— PAPÁ. — siguió athena.

— SIMBAAAAAAA. — cayó rodri al suelo.

— NOOOOOOOOOO. — Athena cayó de manera dramática encima de las piernas de iván

— Esto está mas bueno que la película — pronunció Iván interesado llevando un pochoclo a su boca.

En un momento a otros Rodrigo y Athena estaban llorando por decima vez por la muerte de mufasa. 

— Se murió como mi viejo, no entendés? — dijo al ver que iván estaba cagado de risa desde hace media hora. 

La cabeza de Rodrigo fue a dar en el pecho de la morocha como medio de escondite y para que sus lagrimas no fueran mas vistas. Se volvió a sentir mal y celoso por tal cercanía. 

¿Por qué se le hacía tan difícil verlos juntos si siempre lo han sido?

Eso era lo que él se preguntaba, cayendo aumentando mas sus sospechas de que.

Rodrigo estaba enamorado de su mejor amiga.

peace ; spreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora