CAP. 5 ·Valentina·

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Estaban en el baño Sonia y Valentina intentando quitar las manchas de café que la simpática de Gloria le había tirado encima.

-Hay que ser perra- decía Sonia mientras mojaba papel higiénico en agua para limpiar a su amiga.

-Y encima la camiseta es blanca.

Después de limpiar el exceso de capuchino Sonia le prestó su chaqueta para que no se le notara tanto y le echó un perfume que tenía en su mochila para disimular el olor.

-¿Qué haría yo sin ti?

-Seguir manchada y oliendo a café -terminó de guardar las cosas que había utilizado y se abrazaron.

Salieron del baño e iban a ir a la cafetería donde habían quedado con los demás pero sonó el timbre para iniciar las siguientes clases.

-¡Pero si ni siquiera hemos desayunado!

-Si quieres te doy capuchino de camiseta con esencia de toallitas.

Las dos rieron la broma y tuvieron que marchar a clases con el estómago vacío.

10.50am, tercera hora de clase y les tocaba geografía con el profesor Javier Cruz, el más agradable de las escuela según algunos, y que para otros podría ser un mal profesor, dependía de la persona.

En el caso de Valentina no había problema con él, era otro profesor más, otro del montón de profesores y profesoras de la clase, que se centran en su materia y no les importaran los asuntos de los estudiantes como acoso o cosas así, como si no les pagaran suficiente.

Pero esa clase de geografía iba a ser distinta hoy.

-Buenas tardes chicos y chicas - ya había entrado por la puerta el profesor Javier con una mujer que rondará los 35 años a la que no habían visto hasta ahora- os voy a presentar a María Lupe. Ella es una psicóloga especializada sobre todo en niños más pequeños que vosotros pero también podrá daros una clase para que reflexionéis sobre como deberíais trataros unos a otros y a vosotros mismos.

-Buenas tardes -la psicóloga saludo con la mano a todos con una gran y blanca sonrisa-, como bien os ha dicho vuestro profesor, yo soy María y soy psicóloga. Antes de empezar quisiera preguntaros, ¿odiáis a alguien de este aula?

Valentina quiso mirar para atrás desde su asiento y señalar a Gloria, pero no valía la pena, al fin y al cabo, ¿qué iba a ganar ella si lo decía ? Era una pregunta en general, para todos, no tenía porqué responder ella.

-Yo sí, yo odio a Valentina Guzmán.

Esa voz reconocible a kilómetros de distancia con ese tonito de pija era imposible pensar que podía ser otra persona. En ese momento Valentina tuvo ganas de sacar un mechero de donde fuera y empezar a quemar su mochila y la ropa como la que no hace nada, pero eso no saldría bien. No porque Gloria se tuviera que ir al hospital si no porque no podía hacerlo en un colegio ni delante de un profesor, además, no tenía el mechero.

-Muy bien señorita, ahora le voy a contar una cosa: odiar no sirve para nada.

-Eso es depende de la persona a la que odies -lo decía muy pícara- yo, por ejemplo, me puedo divertir durante horas viéndola hacer estupideces y no me cansaría jamás.

-Eres una zorra.

En ese momento Gloria se levantó para llegar hasta el pupitre de Valentina y le tiro de la coleta muy fuerte mientras con la otra mano le pegó una torta en mitad de la cara que fue bastante sonora.

-¡¿Pero a ti que te pasa pedazo de cabrona?! -fue Sonia la que se levantó bruscamente tirando su libreta para pararle los pies a la ya mencionada.

-No te metas si no quieres un ojo morado, querida - aún tenía agarrada de la coleta a Valentina.

-Gloria, vete a hablar con el director un rato y luego vuelves ¿te parece bien?

-Eee, no.

-Muy bien entonces yo te acompaño -El profesor se disponía a levantarse pero María la psicóloga se lo impidió.

-Déjamelo a mi. Esto es justo lo que necesitaba.

Javier miro extrañado a María pero la obedeció, se volvió a sentar y dejó que ella se encargará del resto del asunto.

-Sentaros chicas - esbozaba media sonrisa, cómo si disfrutará de la situación.

Sonia miró a Gloria cómo si la fuera a matar con la mirada y ella se la mantuvo desafiante. Finalmente Sonia enchinó un poco los ojos se dio la vuelta y volvió a su asiento, Gloria soltó una risita corta como signo de triunfo.

-Tú -María se dirigió a la mesa de Valentina-, ¿Cómo te has sentido ante la situación?

- Pues... La verdad ha sido como siempre así que es un sentimiento... Neutro.

-¿Neutro dices?

- Ya me da igual, total, siempre es lo mismo y siempre acaba igual.

- ¿Y quién empieza? -la psicóloga se sentó en la mesa de Ricardo Luque y este que sorprendió pues se estaba quedando dormido, y no se dio cuenta cuando ella venía a apoyarse.

-¡Ah! ¡Que susto joder! -gritó el compañero de clase llamando la atención.

- Ricardo, un respeto por favor -le dijo el profesor.

- ¡Claro profe! ¡Pero si estoy tumbado en la mesa y de repente veo que una señora se va ha sentar en mi cara pues me asusto!

Entre risa y risa, todos parecían haber olvidado el tema del que estaban hablando María y Valentina. Pero la mujer no iba a dejarla ir sin que le contara lo que quería saber.

"Es mejor así, que olviden, que no se metan en mi vida, tanto mis compañeros como la psicóloga, ojalá pudiera borrarle la mente de manera que nadie se de cuenta ni siquiera ella. Ojalá"

Si por mi fuera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora