𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 32

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- hey, amor, despierta, que ya llegamos - mueve mi brazo Pedri -

- ¿qué? ¿a donde? - pregunto resfregando mis ojos -

- ¿cómo qué a dónde? a Argentina, morena - responde riendo -

- ay, que es verdad - rei levantándome del asiento -

No recuerdo en que momento me dormí, si estaba viendo una peli. No me di cuenta de nada.

Bajamos, por mi parte emocionada y nerviosa. Apreté la mano del canario fuerte, él me dijo que me relajase, que no iba a pasar nada.

"No iba a pasar nada"

Fuimos a buscar nuestras valijas y de ahí salimos en busca de un taxi.
Al subir mande mensaje nuevamente a mi papá y a Pau, para que sepan que llegamos y estamos bien.

Le indicamos al chófer la dirección del hotel, en cual íbamos a estar.

Al llegar el hombre nos ayudo a bajar las valijas, agradecimos y le pagamos.
Entramos y en la recepción nos atendió una chica muy amable. Nos dio la llave de la habitación que habíamos reservado.
La nuestra estaba en el ante último piso, y en total eran 7 pisos.
El hotel se ubicaba cerca de todo, del centro, el obelisco y otros puntos interesantes para recorrer. Por eso cuando llegamos estaba bastante lleno, y sin ser época de vacaciones.

Subimos felices por el ascensor, y empezamos a buscar nuestro cuarto.

- debería de estar... justo... aquí - indiqué buscando la puerta 206 -

- te doy los honores para que la abras - dice Pedri haciendo una reverencia estirando su mano donde estaba la tarjeta -

- que tonto que sos - reí agarrando la tarjeta-

Abrí la puerta y nos encontramos con una habitación hermosa, blanca, con buen aroma y amplia. Una ventana que dejaba apreciar la famosa Avenida 9 de Julio.

- joder, que buena vista, eh - habla Pedri corriendo la cortina -

- viste que sí. Tenes que ver esto de noche. Pero cuanto extrañaba. Cambio mucho - mirando el exterior -

- me imagino, ¿cuánto tiempo pasó? casi una década - contestó mirándome, yo asentí -

Empezamos a desempacar un poco, no mucho porque moríamos de sueño y hambre.
Nos cambiamos y decidimos salir a almorzar. Así ya Pedri empezaba a conocer la ciudad.

- nunca viniste a Argentina, ¿no? - pregunté saliendo del hotel -

- nunca, pero era de los países que tenía en la lista para visitar - respondió tomando mi mano -

Comenzamos a caminar y yo cada lugar que veía se lo señalaba, y saltaba feliz. Él reía y asentía, ya no me soportaba.

Narra Pedri:

La veía tan feliz, mostrandome lugares, restaurantes, y cosas nuevas que no había visto ni ella, como murales por el mundial, entre otras cosas.

Sin darnos cuenta habíamos llegando al coso este... ¿cómo se llamaba? El palo altismo blanco, joder, no me sale.

- ¡Amor! ¡mira! ¡el obelisco! el que te decía - exclama la morena feliz -

Eso era, el obelisco, que no me salía el nombre.

- venga ya, es gigante - hable mirando hacia arriba -

- te dije que era enorme. Ven, vamos a sacarnos una foto con el oblesico y el Buenos Aries hecho de arbustos de fondo - tomó mi mano y salió corriendo emocionada

el mensaje - 𝘗𝘦𝘥𝘳𝘪 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora