⠀⠀⠀⠀⠀⠀OO5.

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𝖼𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖼𝗂𝗇𝖼𝗈

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𝖼𝖺𝗉𝗂́𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖼𝗂𝗇𝖼𝗈. 𝅄✦⸱࣭ ִֶ
𝖴𝗇𝖺 𝗏𝗂𝖽𝖺 𝗏𝗂𝗏𝗂𝖽𝖺 𝖼𝗈𝗇 𝗆𝗂𝖾𝖽𝗈 𝖾𝗌
𝗎𝗇𝖺 𝗏𝗂𝖽𝖺 𝗏𝗂𝗏𝗂𝖽𝖺 𝗉𝗈𝗋 𝗅𝖺 𝗆𝗂𝗍𝖺𝖽.
▬𝖡𝖺𝗓 𝖫𝗎𝗁𝗋𝗆𝖺𝗇𝗇

 ▬𝖡𝖺𝗓 𝖫𝗎𝗁𝗋𝗆𝖺𝗇𝗇

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⠀⠀⠀⠀⠀⠀TERMINÉ DE FREGAR los platos de la cena, escuchando a mis espaldas como mis abuelos hablaban por teléfono con mi tío Félix, como todas las noches siempre los llamaba aunque usualmente era para pedirles dinero y creo que esta vez no es la excepción.

— Ay, Félix, hijito, ¿cómo vamos a darte mil dólares? ¡Es muchísimo! —oír exclamar a la abuela Joyce.

Rodeé los ojos y apreté los puños tratando de aguar mi enojo. Detestaba que mi tío Félix les pidiera tanto dinero a mis abuelos y más que fuera en una gran cantidad, siempre ponía de pretexto que se los devolvería el doble del préstamo y apenas le “pagaran” en su trabajo, pero hasta el sol de hoy no lo ha hecho.

Me volví para mirar a mis abuelos, que se encontraban dudoso si darles el dinero o no. Conecté miradas con ambos y les hice una seña que no lo hicieran.

— Ni se les ocurra, abuelos. Es demasiado dinero que de seguro no les devolverá. —murmuré. La abuela tapó la entrada de voz del teléfono y nos miró a los dos.

— Es nuestro hijo, Finnley. Tal vez lo necesita con mucha urgencia. —supuso la abuela, con sus hijos indecisos y su voz con murria.

— Claro, la urgencia es la hija malcriada que tiene. Me contaron que la última vez que le prestaron dinero era para en realidad cumplir el caprichito de Leslie de ir a visitar toda Europa.

La expresión del abuelo se oscureció ante la mención de los actos de Leslie. Por supuesto, se me había olvidado de que ellos tenían un falso pedestal de mi prima mayor.

— No hables así de tu prima, Miranda. Esa niña es muy buena, no creo que sea capaz de semejante cosas. Quién te oiga. —dijo el abuelo con un tono crispante y molesto.

— Es que esta niña siempre ha sido muy cruel con la pobre Leslie. Recuerdo que una vez fue capaz de empujarla colina abajo, de cosa la pobre sobrevivió sin ninguna fractura. —recordó la abuela, con palabras que me hirieron e indignaron, pero no pude mantener mi bocota cerrada.

— ¡No fui yo quien la empujó, ella se tropezó! —me defendí—. Si ustedes quieren colaborar para mimar sus caprichos, esta bien. Sean unos estúpidos ancianos manipulables...Ya ni sé qué hago aquí. ¡Hachiko, vamos!

Agarré la correa de Hachiko y se la coloqué. Salí de la casa ignorando los gritos de mis abuelos llamándome, pero también ignorando el hecho de mi corazón hundido por la culpa de mis palabras, el problema es que no me di cuenta del peso de mis palabras hasta tiempo después.

— ¿Crees que fui muy dura con ellos, Hachiko? —le pregunté a mi perro, quien ni siquiera me miró por andar entretenido con el pedazo de pan que le había comprado momentos antes —. Eres un gran consejero.

Me columpié levemente con ayudas de mis pies. En esos momentos me detuve en un parque a reflexionar sobre lo sucedido, al estar cerca de las siete de la noche se encontraba solo al igual que algunas zonas de las calles. En cierto modo me encontraba intranquila por ello, pero no podía dar la cara a mis abuelos en estos momentos.

Me sentía muy mal, totalmente destrozada por la culpabilidad que cargaban mis hombros y mi cabeza. No podía creer que le hubiera dicho eso a esas dos personas que tanto habían cuidado de mí en estos últimos tres años, los que me brindaban su amor y su protección, las veces que me enfermaba y ellos me preparaban una rica sopa tradicional de sus países natales, que siempre hacían lo posible para alejar los malos espíritus para yo poder estar tranquila.

— ¡Soy un maldito ser despreciable! —sollocé cubriendo mi rostro con mis manos.

Mis sollozos fueron interrumpidos por los de Hachiko, lo cual me pareció totalmente extraño ya que él nada más lo hacía cuando hacía presencia un ente maligno.

— Por un demonio, lo que me faltaba. —farfullé intentando no alzar la vista. Agarré fuerte la correa de Hachiko para evitar que se escapara.

La temperatura a mi alrededor bajó y el viento soplaba cada vez más, mi piel se erizó y escuché cómo el columpio a mi lado comenzaba a mecerse. Observé cómo mis lágrimas se hundían en el césped.

El ente comenzó a susurrarme cosas muy espantosas al oído. Es en serio que detestaba ese don asqueroso que se me había sido heredado. Yo no lo quería, yo no lo pedí. Mi mente me decía que me arrancara los ojos para no poder volver a verlos.

Suplicaba para que lo alejaran, pedía que un ser supremo lo espantara y que me cerrara el tercer ojo.

Solté un grito al sentir el impacto duro y helado del suelo. Solté un quejido y caí en cuenta que el ente era lo suficiente poderoso como para llegar hacerme un daño físico. Abrí mis ojos y vi como Hachiko se colocaba a la defensiva e intentando protegerme, pero el ente era bastante terrorífico y fuerte para él.

Su cuerpo estaba deformado e hinchado, como si se hubiera ahogado, su piel estaba podrida y desprendía un pésimo olor a mariscos viejos, sus ojos y boca estaban agrietados y con líquido viscoso oscuros. Pero, eso no era lo peor, no, era la energía tan negativa y pesada que desprendía. Aquella energía podía derribar a una persona, ocasionar accidentes e incluso asesinar si lo deseaba.

El ente se enfadó ante la presencia de Hachiko, lo desafiante que se le había puesto así que de tan solo un chasquido, mi pobre perro se estrelló contra el tobogán, escuché su cuerpo romperse y sus chillidos.

— ¡Hachiko! —grité, sintiendo como mi alma se partía al ver a mi leal perro sufrir por mi culpa.

Mis lágrimas salieron e intenté correr hacia él, pero el ente se abalanzó contra mí, colocando sus manos descarnadas alrededor mi cuello. Intenté alejarlo, pero sentía como absorbía mi energía y cómo solamente recordaba momentos dolorosos de mi vida causando que me resignara a seguir forcejeando.

— ¡Miranda! —escuché una voz masculina a lo lejos, una voz que en esos momentos lo escuché como si me estuviera cantando un ángel.

El ente desapareció entre gruñidos y por fin pude respirar, pero sentía como si tuviera líquido en los pulmones ya que me estaba costando.

— ¿Estás bien? —me preguntó Edward, sosteniéndome entre sus helados brazos.

— Sí, ¿acaso no me viste bailando hiphop cómo maniática? Estoy en perfectas condiciones. —respondí de manera sarcástica. Escuché su risa entre dientes.

— Sé que fue una pregunta absurda, solamente que no entiendo lo que te sucedió. —comentó.

Me levanté rápidamente del suelo al recordar a alguien, me encontraba muy débil y mareada así que solamente logré levantarme con ayuda de Edward. Caminé como pude al tobogán donde solté un sollozo al ver las condiciones en la que se encontraba Hachiko, apenas y respiraba.

𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃,  twilightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora