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Sus calles repercuten todavía
Los nombres de sus árboles frondosos,
Como ansiando aplacar con su armonía
Las dríadas y silfos nemorosos
Que vieron con enojo el hacha impía
Invadir sus retretes misteriosos;
Y allí el aura es fragancia, y la hermosura
En el pérsico ve su imagen pura.

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La sonrisa que Diego le dio hizo que Edson se olvidara de que probablemente si iba a su casa tendría que salir del taller de madrugada, pero no le dio mucha importancia, es su buena acción del día, de todos modos no es como que el chico fuera un nuevo integrante de su familia y tampoco sabía si habría oportunidad de volver a verlo.

Diego por su parte se sentía emocionado, era este el tipo de anécdotas que quería tener en su repertorio para contar, a pesar de que no se daba tantas oportunidades, quería darse el lujo de por unos minutos sentirse coqueto e imaginar que estaba siendo correspondido.

Pero, ¿quién querría estar con una persona con la que no se puede platicar, que básicamente es un retraído? Así es, nadie.

Sus minutos de coquetería terminaron demasiado rápido. Intentó ponerse de pie, pero el esguince era reciente y le lastimaba aún para caminar, de manera inconsciente se apoyó de lo primero que pudo, cosa que resultó ser Edson.

—Y así querías irte caminando, ojitos lindos. —Diego lo miró con los ojos abiertos en una expresión de sorpresa ante la forma de ser llamado, aparte de sentir sus mejillas incendiarse provocando que se tiñeran de un adorable tono carmín.

Ojitos lindos, ¿así se sentía recibir un piropo?

Álvarez río por la expresión del menor —¿Te incomodé? Lo siento, no quise ser indiscreto, pero tienes unos ojos muy bonitos.

El sonrojo y la sensación de calidez en el pecho fueron una sensación nueva para el menor, quien jamás se imaginó que alguien pudiera encontrar alguna atracción por la rareza de sus ojos.

Edson lo ayudó a subir al viejo ATOS azul, era su turno en subir cuando recibió una llamada de su madre.

Mijo, ¿es cierto que no vendrás a la casa otra vez? Sabes que no me gusta que estés trabajando con el estómago vacío, te hace daño.

¿No iría a su casa?

—Eh, hubo cambio de planes ma', si voy a ir a comer, llegó en un rato.

—¿Seguro? Porque Vale está muy enojada y anda berrinchuda porque no tendrán su noche de películas.

—Y no la tendremos porque regresaré después al taller, dile a Estela que te explique. Te veo allá —colgó antes de encender el auto.

—Ya sabes, como son las mamás —Diego le dio una pequeña sonrisita y un asentimiento en respuesta. El trayecto fue muy tranquilo para ambos, se sumergieron en un silencio que no fue incómodo para ninguno de los dos, la mirada de Lainez viajaba desde la vista que había en su ventana hasta el hombre a su lado que iba tarareando la canción que sonaba en la radio.

Se removió en el asiento intentando calmarse, echaba la culpa al hecho de que era la primera vez que tenía una experiencia como esta y por eso su emoción, aparte le era fácil sentirse cómodo con Edson, se había comportado muy amable con él, era agradable su presencia.

Edson sentía la mirada del menor sobre él y le daba un poco de risa la situación, pues a pesar de todo encontraba atrayente el aura de inocencia que rodeaba a Diego. Lamentablemente el viaje acabó pronto para ambos, el mayor estacionó en la parada de autobús y esperaba que fuera la correcta que llevara a Diego a su casa.

—Bueno, Dieguito, llegamos.

Diego le sonrió y asintió con su cabeza mirando hacia dónde estaba la gente, no quería irse, quería quedarse un rato más con el mecánico, se sentía cómodo, pero entendía que era el momento de decir adiós, sacó su cuaderno y una pluma mordiendo su labio al momento que se puso a escribir.

"Muchas gracias por todo, señor Edson, lamento haberle molestado tanto y si le causé inconvenientes, de verdad gracias :)"

—Ora, ¿cómo que "señor Edson"? Háblame de tú... O bueno... Escríbeme de tú.

La cagó, lo supo, no quería excusarse, pero también era parte de la costumbre decirlo, no sabía cómo tomaría Diego esa metida de pata, aunque cuando alzó la mirada la vista que tuvo fue un escenario que no se imaginó. Diego tapando su boca con su mano claramente intentando esconder una sonrisa y un pequeño ruido que parecía serlo, el menor volvió a escribir.

"Está bien, prometo empezar a escribirte de tú."

Diego mantenía la esperanza de hacerlo, al contrario de sentirse mal, la verdad es que le causó mucha gracia la ironía de la frase y más la cara que hizo el más alto al momento de darse cuenta, sin duda un momento muy divertido.

Abrió la puerta y tanteó como seguía su pie, al menos podía pisar mejor, guardó sus cosas y salió del auto, antes de asomarse por la ventanilla con una sonrisa que dejaba ver sus dientes.

—Discúlpame por eso, ¿ya puedes caminar mejor? —bajó su mirada hacia su pie moviéndolo en círculos y asintió moviendo su melena.

—Bien, nos vemos luego, entonces, ojitos lindos.

Otro asentimiento por parte de Diego y con una sonrisa más que hermosa le dejó ver, se despidió con la mano sin querer despedirse realmente, se separó despacio de la puerta sin despegar las miradas, Edson embelesado por la belleza de sus ojos y Diego intentando buscar una excusa para alargar el momento.

El teléfono de Diego los interrumpió, el sonido de mensaje cortó de tajo el ambiente y supo que tenía que dejarlo ir, hasta ahí había llegado la historia.

—¡Adiós, Diego! —el mencionado volvió a sacudir su mano y se giró a caminar cojeando hasta el asiento de la parada, perdiéndose de la vista de Edson entre tanta gente, quien solamente pudo alzar su cuello lo más que podía, pero la altura de Diego no le ayudaba a agudizar la vista.

Soltó un suspiro y pidió en silencio que llegara con bien y si el destino quería, que volvieran a cruzarse algún día, si eso pasaba, esperaba no fuera tan lejano.

Diego se sentó a esperar el autobús que le dejaba cerca de su casa, sin duda aquel hombre le había removido algo en su interior y le daba un poco de temor y cutiosidad querer profundizar más en eso, por lo mismo decidió guardar todos sus pensamientos para él mismo y simplemente quedarse con el grato momento que habían pasado juntos.

Diego anhelaba lo mismo, una oportunidad para poder abrir su corazón de una manera diferente a las que había conocido.

Évangeline [Edson×Diego]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora