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Arrojó en esta playa el Océano
A Evangelina, huérfana y proscrita,
Y su patria y hogar le hurtó el tirano,
Aquí otra patria con amor la invita.

✨️

Diego se despierta con pereza, "otro día más" piensa, pero ese pensamiento se esfuma rapidamente, siente una ligera emoción recorrer su cuerpo porque recuerda que hoy empieza una nueva aventura, hoy inicia su etapa universitaria.

A pesar de tener años que no ocupa su voz, no siente que le haga falta, las palabras en los libros tienen mucho que decir por él, realmente tiene un poco de miedo, pero el anhelo es más grande.

Nunca se imaginó llegar a este momento.

No cuando desde hace tiempo decidió alejarse de muchas cosas que cualquier otro niño de 5 años hubiera preferido disfrutar.

Pero estaba feliz y eso nadie se lo iba a quitar.

Bajó ya listo con todo y mochila, ahí sus padres le recibieron y saludaron como todos los días que se reunían a desayunar.

—Buen día, hijo —saludó su madre junto con un beso antes de voltear los hotcakes que estaba preparando.

—¿Estás nervioso, Diego? —preguntó su padre mientras bajaba el periódico y lo dejaba de lado para concentrarse en su hijo.

Diego le responde con una leve sonrisa y un asentimiento mientras se sirve un vaso de leche.

—Es normal, yo también estuve muy nervioso el primer día de la universidad, recuerdo que entré a un salón equivocado, me di cuenta casi media hora después de que había empezado la clase —su padre recargó sus brazos en la mesa y soltó un suspiro recordando aquellos tiempos de juventud y que ahora su hijo estaría por iniciar.

—Sabemos que lo harás bien, cariño, eres muy inteligente y sabemos que es algo que tú quieres, sabes que cualquier situación no dudes en hablarla con nosotros o con tus maestros, ¿de acuerdo? —su madre lo señaló con el volteador que traía en la mano.

"Muy amenazante, sobre todo porque mides menos de 1.65".

El desayuno transcurrió tranquilo, entre pláticas donde Mary y Mauro integraban a su hijo a pesar de que sus contestaciones se limitaran a negar, asentir y encogerse de hombros.

Ese era el inicio de sus días, terminaron y pronto ambos hombres se despidieron de Mary prometiendo regresar a la hora de la comida.

Mauro pasaría a dejar a Diego a la universidad, pues le quedaba de pasada hacia su trabajo. Como padre se sentía preocupado por cómo es que ejercería su hijo la vida universitaria, aprovechó que su hijo iba distraído en el celular para mirarlo de vez en cuando, muchas veces pensó en hablar con él y decirle que en su condición, entrar a la universidad no era la mejor opción, pero al verlo acercarse con los folletos y las páginas en su laptop junto con esa sonrisa, no tuvo el corazón de decirle que no.

Mary también lo había considerado, le daba temor el tipo de gente que estaría y que pudieran lastimarlo, pues ambos sabían lo cruel que podría llegar a ser la gente con las personas que son diferentes.

Detuvo el auto frente a la facultad, Diego giró a verlo con una sonrisa y se acercó a su padre para darle un beso en la mejilla.

—Ten mucho cuidado, Diego. ¿Quieres que venga por ti a la hora de salida?

Su hijo negó.

—¿Ya nos mandaste tu horario?

Esta vez asintió.

—Mucho éxito, Diego, te amamos, nos vemos en la casa.

Diego asintió con una sonrisa que mostraba sus dientes e hizo un ademán con su mano antes de ponerse en marcha hacia su nuevo salón con la esperanza de no perderse en el camino.

Iba viendo en las puertas del edificio cuál seria su salón cuando chocó con una persona era un chico de más o menos su altura.

—Oh, ¡lo siento mucho! Estaba buscando mi salón y me distraje.

Diego sonrió y negó con la cabeza esperando que el güerito entendiera su mensaje de "no te preocupes, todo está bien".

El chico lo miró un poco raro, ya que para él era un poco maleducado que no haya pronunciado palabra alguna.

—Por cierto, soy Marcelo, Marcelo Flores, mucho gusto...

Dejó la frase inconclusa esperando que el contrario decidiera hablar, pero se llevó una sorpresa al ver como sacaba de su mochila un gafete blanco con stickers de superhéroes y fútbol.

"Diego Lainez Leyva. 1G. Literatura"

—¡Oh! Eres de del 1G, estaremos juntos entonces. Entonces, ¿Diego? —Marcelo recibió un asentimiento de parte del moreno —creo que entiendo que no puedes hablar, ¿cierto?

Ambos continuaron caminando buscando el salón. Diego quería contestar que si, pero que no se sentía seguro de hacerlo desde hace mucho, pero para evitar preguntas solo se limitó a negar bajando la mirada a sus pies.

Esa acción no pasó desapercibida bajo los ojos de Marcelo que sonrió y se acercó a pasar su brazo por los hombros de su nuevo amigo.

—No te preocupes, Diego, estoy seguro de que encontraremos una manera de comunicarnos bien chido.

El moreno le sonrió completamente feliz de sentir que empezaba a socializar y miró la puerta por la que pasaban, detuvo los pasos de Marcelo y señaló la puerta frente a ellos.

—Excelente, Dieguito, eres un genio.

Ambos jóvenes se sentaron juntos en unos de los asientos de en medio, ya que Marcelo le dijo que no le gustaba estar hasta atrás porque aunque usara lentes, no alcanzaría a ver. El tiempo restante antes de la clase se la pasó conociendo a su nuevo amigo, de como era de Canadá, pero ahora su familia residía en México y que apenas se estaba adaptando.

Se le fue rápido el tiempo.

Pronto el salón se llenó de jóvenes, algunos estaban solos, otros platicando entre ellos. Diego se sentía feliz de estar con Marcelo, estaba agradecido de que el destino se haya apidado de él y le haya puesto a alguien tan alegre y extrovertido para que lo adopte como el introvertido que era.

El profesor llegó a la clase y fue justo ahí cuando recordó un pequeño detalle que había olvidado de cada inicio de clases.

–Bien, jóvenes, es hora de presentarse.

Oh no.

✨️

Fotito de Marcelo y Dieguito.

Fotito de Marcelo y Dieguito

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Évangeline [Edson×Diego]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora