2. El portal

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Quedé prendada por la enorme mansión

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Quedé prendada por la enorme mansión... O quizá también era un castillo.

Nada más entrar se encontraba una gran puerta y a su alrededor en forma de óvalo unas escaleras que llevaban a un segundo piso. En la parte de arriba del marco de las puertas unos cuernecitos de demonio como decoración hicieron que se me escapase una pequeña risita.

-¿Te gusta? -oí decir a Sullivan.

Con una sonrisa asentí. Él me hizo un gesto con la cabeza para seguirle el paso.
Mientras me fijé en las grandes vidrieras de colores alumbrando la estancia.

...

Llegamos a un largo pasillo con las cristaleras de las ventanas en forma de rombo de color morado oscuro.
Encima nuestro varias lámparas colgando y una alfombra roja bajo nuestros pies.

-¿A dónde vamos? -pregunté algo inquieta.

Aún así prestaba más atención a la decoración del Castillo que a otra cosa.

-Vamos a nuestra sección prestigiosa de la biblioteca. -puso las manos juntas sonriendo. -¿Te gusta leer, T/N-chan? -me miró.

-Ah, Hmm. -asentí.

-Perfecto. Dejaré que te lleves algunos libros en tu regreso. -comenzó a pegar pequeños saltitos de alegría alejándose.

Le miré irse aún con el corazón en un puño. Estaba a punto de terminar con este sueño lúcido a medias y así poder despertar en mi pequeño pero acogedor piso.

Caminaba con la mirada algo perdida hasta que sentí una mirada encima de mí. Giré la cabeza y ahí estaba.

-Es usted humana, supongo. -dijo Ópera sin cortarse.

Caminaba recto con los brazos en la espalda y me miraba interesado.
Pegué un pequeño respingo, pero suponía que el mayordomo de Sullivan no me haría nada.

-Sí... ¿Tanto se nota? -aparté la mirada casi suspirando.

De repente, tras unos segundos de silencio, sentí que se pegó a mí para comenzar a olerme el cuello.
Mi piel se erizó a la vez que me puse completamente roja.

-¡¿Qué haces?! -me aparté de un salto con su mirada pasiva pegada a mí.

-Oh, disculpa. Es solo que huele muy bien. -mi cara debía estar diciéndolo todo. Lo decía tan serio, como si nada le afectase.

-Madre mía... -susurré. -¿Y tú qué? ¿Eres un gato-humanoide? -me fijé en su cola moviéndose con gracia.

-Soy un demonio, por supuesto.

Levanté la ceja dudosa. Sullivan, con su complexión y los cuernos tenía más pinta de demonio que Ópera.

-¿Hay algún problema? -preguntó Ópera tras mi insistente análisis.

Una humana entre las flamas del inframundo (Ópera x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora