Capítulo 9: el mote tonto

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Llegó el viernes.
Tenía planeado ir al cine con los chicos del club, pero aún no sabía que ponerme.
Emma vino a mi casa para ayudarme a prepararme.
—¿No tienes ropa para salir? — preguntó, rebuscando en mi armario.
—No salgo de mi casa, y si salgo es para ir al instituto — respondí.
Emma siguió buscando ropa. Más de una camisa salió volando en dirección a mi cara.
—Voy a llamar a Amy, ella me ayudará — dijo, sacando el móvil.
A Emma le gustaba ir guapa a los sitios, la verdad no era una chica que iba siempre guapísima como Amy, — que ella siempre iba como una modelo — pero Emma vestía mejor que yo.
Yo siempre vestía camisetas con el logo de alguna serie o película.
—Amy tenemos un problema — dijo al teléfono.
—¿Que pasa? — preguntó Amy, tras el teléfono.
—Annika no tiene nada para ponerse para esta tarde, su armario es un  desastre — le explicó, mientras dejaba el móvil a mi lado.
—Adme una videollamada y así veo el vestuario de nuestra querida Annika.
Emma agarró el móvil y puso la cámara. Dejo el móvil apoyado en la almohada.
—Interesante... — dijo, analizando mi armario.
—¿Que es interesante? — pregunté, un tanto molesta, odiaba esa palabra cuando no sabía el contexto.
—Bien, agarra esa camiseta negra, la que pone "Harry Potter" — empezó a ordenarle a Emma, ignorando mi pregunta. — Esos vaqueros y las zapatillas Converse — Emma agarró todas las cosas y me las dió.
Me levanté de la cama y empecé a cambiarme.
—Busca unos calcetines blanco, que no sean largos, ni muy cortos, para que no rocen los zapatos— añadió.
Emma me lanzó los calcetines y me los puse.
Te terminé de vestir y me mire en el espejo del armario.
La verdad que no iba mal. La camiseta era larga, me llegaba por el culo, los pantalones vaqueros me quedaban pegados, pero no me molestaban.
Me giré para que Emma me viera y diera su opinión.
—Estas muy bien — me sonrió.
—Muestramela — exigió Amy.
Me puse delante del móvil para que Amy me viera bien.
Me analizó bien y luego sonrió.
—Ahora te cepillas el pelo, te lo pones de lado y ya está.
Agarré el cepillo y me peine.
Me volví a mirar al espejo, no estaba mal, Amy sabía dar consejos de moda.
—¿Con quien hablas? — escuche a alguien preguntarle a Amy.
—Con Emma y Annika — respondí ella.
—Haber — oí a la persona quitale el móvil a Amy.
La persona de le había quitado el móvil fue Michael, que a su lado estaba Winky. También me fijé que estaban en un coche y que también se encontraban en mi calle.
—Bajad ya — se quejó Michael — llevamos media hora en el coche.
—Mentira — Amy le volvió a quitar el móvil a Michael. — Acabamos de llegar y de subirnos al coche.
—Me gusta meterle prisa a la gente — escuché decir a Michael.
—Bueno, ya bajamos — dijo Emma, colgando la llamada.
Agarré mi móvil, me miré por última vez en el espejo y salimos de la habitación.
Bajamos las escaleras, me despedí de Grace que estaba viendo la tele en el sofá y salimos de casa.
El coche era un Hyundai azul.
La ventanilla del coche se bajó.
—Subid — dijo — Annika se tu mi copiloto — .
No dije nada, abrí la puerta, me senté en el asiento del copiloto y me abroche el cinturón.
Noté que Michael mi izo un repaso rápido, pero desvío la vista cuando yo le miré.
—¿Que pasa? — pregunté.
—Nada, nada, solo que...
—Piensa que estás guapa — completo Winky, burlón.
—¡Callate Winky! — le ordenó.
—Mickey piensa que eres guapa — canturreó Winky.
—Pareces un niño pequeño — de quejó Michael.
—¿Te ha dicho Mickey? — pregunté.
—Es un mote tonto, no tiene importancia.
—¿Por qué lo llamas así? — pregunté, con curiosidad.
—Lo llamé así porque a nuestro queridísimo Michael le gustan tanto las películas de Disney, que un día dije, bueno voy a ponerle un mote y saqué Mickey porque como le gustaban tanto y me siguen gustando las películas de Disney, un día me dije ¿Por qué  no lo llamo como la primera creación del maravilloso Walt Disney? y ahí se quedó el mote — explicó.
Michael se rascó la nuca y suspiro.
—Me parece original el mote — fui sincera.
—¿A que si? Pues a Mickey no le gusta.
Michael negó seguida mente, suspirando.
—Bueno, vamos a dejar de hablar de mi apestoso mote y vámonos — dijo, terminando con la conversación del mote y poniendo el coche en marcha.

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