Capítulo 21, parte 1:de compras

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Michael se había recuperado y había venido a mi casa.
Estábamos en mi habitación, los dos teníamos deberes, así que nos ayudamos mutuamente.
—Historia es una mierda — se quejó Michael.
—Pues a mi me gusta — indiqué.
El me miró con los ojos muy abiertos.
—¿Cuánto te queda? — le pregunté.
—Dos palabras — las escribió y cerró la libreta. — Te juro que como estudie historia en la universidad, me muero.
Negué, divertida.
—¿Te apetece algo para merendar?
—Me apetecen galletas — pensó en voz alta.
—Pues galletas para merendar — me levanté de la silla y salí del cuarto.
Bajé las escaleras y fui a la cocina. Me paré en la puerta, mamá estaba hablando por teléfono. Parecía preocupada, así que decidí esperar afuera a que terminara.
—Las grabaciones terminarán en diciembre, creo que tendré tiempo para que me perdonen y vengan conmigo — escuché decir a mi madre. Me asomé un poco por la puerta.
—A Grace la tengo más convencida, Luka es aún pequeño, no tendré problema en que venga conmigo, el único problema es Annika. Ella me odia, no hemos cruzado palabra desde que llegué, es una chica muy testaruda, pero la convenceré, al fin y al cabo, soy su madre y hasta marzo no será mayor de edad, se tendrá que venir conmigo — iba a entrar a ver de qué estaba hablando, pero una mano tocó mi hombro. Pegué un brinco por el susto.
—¡Michael! — grité al ver quien era.
—Perdón — se disculpó — pero tardabas mucho y...
—¿Annika? — preguntó mamá.
Los dos la miramos. Ella fruncía el ceño mientras nos miraba.
—¿Quién es tu amigo? — preguntó, señalando a Michael.
—El es Michael... — comencé a decir
—El nieto de Grace — terminó de decir.
Mi madre lo miró con sorpresa.
—Me alegro de verte, Michael, pensaba que seguías en España — dijo mamá.
—Hemos decidido venir de nuevo a Manhattan para tener una mejor educación, en España no iba bien — explicó.
—Si, dicen que en España hay muchos delincuentes.
—Tampoco hay mucha diferencia — respondió Michael.
Mamá se dirigió a mi.
—Annika tenía pensado ir al centro comercial contigo, pero como veo que tienes visita...
—Otro día será — dije, cortante. Pasé por su lado y entré a la cocina.
Michael me siguió.
—¿No creés que has sido un poco cortante con tu madre?
—He sido como debo serlo — respondí, encogiéndome de hombros.
—Pondrías ir con ella y...
—No — le corté. —Dentro de dos meses se irá y no volverá, te lo aseguro.
—Pues podrías aprovechar ese tiempo con ella — me recomendó.
Le iba a responder, pero pensé. Michael podría tener razón. Tal vez tenga que aprovechar el tiempo con ella.
—Tal vez tengas razón... — murmuré. —Pero... — se me vino a la cabeza una idea. — Quiero que vengas conmigo.
Eso lo pillo desprevenido.
—¿Yo? ¿Ir con ustedes? Yo no creo...
—O vienes o no voy — dije, cortante.
El se lo pensó un rato. Luego respondió:
—Si tu madre me deja, iré — respondió al final.
—Genial — asentí. Le agarré del brazo y lo saqué de la cocina.
Mi madre estaba en el sofá, viendo la televisión.
—Mamá — la llamé. Ella giró su cabeza para verme. —Ire contigo — ella sonrió. —Pero... Si Michael viene — ella me miró extrañada. Luego suspiro y sonrió.
—Claro, no me importa que vaya Michael — ella se levantó. —Voy a por el bolso y nos vamos.

Llegamos al centro comercial.
El centro comercial Good shopping era el mejor que había en Manhattan.
Sus tiendas siempre estaban ordenadas, todo en su sitio. Sus restaurantes eran los mejores. Si entras tenías que salir con alguna bolsa de alguna tienda si o si.
—¿A que tienda vamos primero? — preguntó mamá.
Michael y yo nos miramos. Los dos teníamos una tienda en común que nos encantaba visitar.
—A la librería — respondí. El sonrió, haciendo entender que también quería ir.
—Pues a la librería vamos.
Los tres nos encaminamos hacia la librería.
Mis ojos se abrieron muchísimo al ver la cantidad de libros que había allí.
—Echad un vistazo, y después me decís que libro queréis — dijo mi madre.
Michael y yo nos miramos. Los dos sabíamos que agarraríamos más de un libro.
Yo comencé a ojear la sección de fantasía y Michael la de romance.
Mi madre estaba en la sección de cocina. A ella siempre le ha gustado cocinar, pero nunca le salían bien los platos. Algo que tenemos en común.
Agarré un libro que me llamó la atención y fui a donde estaba Michael. 
El seguía ojeando libros.
—No se cuál coger — me dijo.
—¿Cuál te llama más la atención? — le pregunté.
—Todos.
Solté una risita.
—Yo ya he agarrado un libro, te espero en la caja — me di la vuelta, pero Michael me alcanzó.
Vi que no tenía ningún libro en la mano.
—Mejor vengo otro día  y me compro alguno — dijo, entristecido.
Llegamos a la caja, mi madre estaba la primera.
Dejé el libro en la caja.

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