Capítulo VII.

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Hasta ese momento no había pensado que el suceso que ahora marcaba su vida le serviría como motivación para recuperar la paz y el bienestar que sintió durante sus épocas de felicidad al lado de Shane.

Se recostó en la cama donde había estado platicando con Daryl momentos antes y comenzó a tocar su vientre con suavidad. Durante las últimas semanas, ambos habían comenzado a pasar más tiempo juntos  llegando a charlar por horas sobre diferentes temas relacionados con ambos y el bebé desde el nombre que este tendría, descartando la lista que Merle había hecho por supuesto, hasta escuchar la emoción en la voz de Daryl cuando le decía que enseñaría a su hijo a cazar y lo llevaría de expedición cuando creciera, de hecho, ella misma se imaginaba muchos escenarios que podían acontecer y cada vez era más visible la realidad.

Iba a tener un hijo, y aquello se había vuelto algo que rondaba en su cabeza siempre.

No era que la idea de estar esperando un bebé le desagradara. La ilusión que sintió de tan sólo imaginarse con un pequeño entre brazos le llenó de dicha y la hacía sentir realizada como persona. Sin embargo, su idea siempre había sido formar una familia con Shane a su lado y desde hacía casi 6 meses que no veía aquel hombre.

Pero ella estaba sola.

Bueno, realmente no, ya que Merle y Daryl estaban a su lado apoyándola en todo momento pero con la nueva realidad, sabía que cada día era un nuevo peligro al acecho.

Sin duda alguna, ser una mujer embarazada en el apocalipsis era mucho más estresante y demandante que ser una mujer embarazada y sola esperando a que su esposo regresara de trabajar.

Los sobresaltos emocionales la cansaban mucho, por lo que los días en los que más extrañaba la compañía de los Dixon cuando salían a cazar, dormía más de lo requerido hasta que las náuseas la despertaban.

Decidió aprovechar el clima de aquel día para disfrutar de una buena siesta bajo la luz natural que entraba por las ventanas. Sin embargo, un estruendoso sonido la tomó por sorpresa.

Se levantó y sin dudarlo dos veces, tomó una de las armas que le había proporcionado Merle para atacar en caso de que fuera un ladrón que hubiera encontrado la forma de entrar. Debido al mundo que se enfrentaban, en aquella cabaña había objetos filosos con los que podía hacer daño a los intrusos.

Las pocas veces que se habían encontrado con personas, éstas siempre estaban enloquecidas o en crisis nerviosas, ¿Y cómo no estarlo? Si el mundo se había ido al carajo, es por ello que habían decidido quedarse en las cabañas para intentar  establecer un poco de paz y alejarse del peligro que acechaba en ciertos puntos que antes eran concurridos.

Caminó hasta el lugar donde había escuchado aquel sonido y al entrar al baño pudo ver la puerta corrediza de la ducha abierta. Se aferró con fuerza al arma, manejando de no disparar por error y al estar cerca de la ducha se dio cuenta que la abertura del techo estaba desprendida y podía verso el cielo desde el lugar donde estaba.

Era una muy mala señal.

Una mano le cubrió la boca y otro par la tomó de las manos.

— No hagas ningún ruido — Ella intentó defenderse y gritar, pero al reconocer la voz, no pudo más que tranquilizarse e intentar mirarlos. — Somos nosotros

Ella asintió y Daryl la soltó de su agarre. Merle hizo lo mismo con su boca y luego ella se giró.

— ¿Qué sucede?

— Nos están siguiendo.

— ¿Qué...?

— Shh... — Merle hizo una señal de silencio antes de voltear a ambos lado. — Es difícil de explicar pero cuando regresamos nos dimos cuenta que no veníamos solos.

𝐔𝐧𝐚 𝐥𝐮𝐳 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 - 𝓓𝓪𝓻𝔂𝓵 𝓓𝓲𝔁𝓸𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora