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Yoongi

Tengo mi dedo a lo largo del borde del sobre. He estado mirándolo durante más de cinco minutos. El mensaje de retorno al remitente estampado en la parte delantera hace girar mi cabeza.

No he recibido una carta de Jungkook en más de una semana, lo que no es normal para nosotros, y ahora tengo mi última carta de vuelta en el correo. Mi estómago se enrolla en las posibilidades de lo que esto podría significar.

—¿Estás listo? —Echo un vistazo por encima de mi hombro para ver a Jimin de pie detrás de mí, todo vestido y listo para salir en un conjunto negro, de forma que muestra sus largas piernas. Estoy seguro de que su marido iba a dar una mierda acerca de usar ese vestido, pero eso es probablemente por lo que lo hizo. Le gusta cuando se va todo hombre de las cavernas sobre él, y tengo que admitir que es lindo cuando lo hace. Es algo que me gustaría tener para mí un día.

Cuando nuestros ojos se encuentran, su sonrisa se cae y se precipita hacia mí.

—¿Qué pasa?

Le enseño el sobre de mi mano.

—Tal vez él se está moviendo o algo. Podría ser cualquier cosa, Yoongi. —Me tira en un abrazo, y su dulce confortamiento hace que quiera ser liberado.

—Sólo enviarían la carta a la otra base y se asegurarían de que la reciba él. Sabrían dónde está y lo remitirán sucesivamente. Esto significa... —Mis palabras se arrastran apagándose porque ni siquiera puedo decirlo. ¿Podría haberle pasado algo? No tendría ninguna manera de saberlo, y peor aún, ni siquiera sé cómo conseguir a alguien que lo hiciera. Es probable que no me dirían nada.

—No sabes lo que significa. Tal vez él salió. Todo listo. Ha sido más de un año, y recuerdo que me dijiste que tenía un año antes de su retiro. Esa fue la primera vez que comenzaron a escribirse.

Sus palabras me traen un poco de consuelo. ¿Pero por qué no me dijo que se iba? Dándome una nueva dirección o algo así, una manera de dar con él, o tal vez, como me temía, puesto que ya no está en la Marina, hemos terminado.

Eso duele casi tanto como la otra posibilidad, pero todavía eran cortes profundos. Más profundos de lo que creía posible.

—¡Yoongi! —Jimin se aleja de nuestro abrazo, agarrando mis hombros en una sujeción segura. —Ese hombre no ha terminado contigo. Créeme. Piénsalo. Lo conoces mejor que nadie. Tienes que pensarlo con todo lo que se escriben de ida y vuelta.

—Tienes razón. —No hay manera de que solo dejara de comunicarse. No me haría eso. Él puede que no tenga sentimientos de amor por mí como yo por él, pero teníamos una profunda amistad, no una que fácilmente podría ser dejado de lado.

—Estoy seguro de que vas a escuchar de él en un par de días. —Deja caer sus manos de mis hombros y pasa sus ojos por mi cuerpo. —Te ves sexy.

—¿Sexy? ¿En serio? —No creo que sexy sea una palabra que pueda ser usada para mí, pero tengo que admitir que me acerqué un poco fuera de mi zona de confort esta noche con mi conjunto. El blazer se abraza a mi torso y cintura, mostrando más de mis curvas de lo habitual, el short se ensancha un poco en la parte inferior mostrando mis piernas. Es blanco, pero emparejado con un collar rojo y pendientes que coinciden con mi cabello. Jimin me ayudó a elegir la joyería.

Incluso me puse un poco de maquillaje y arreglé mis uñas. Domestiqué mi cabello salvaje, optando por dejarlo un poco revuelto esta noche.

Desde que empecé a hablar con Jungkook, me he dado cuenta que mi confianza se ha ido hacia arriba y un poco de mi timidez se ha escapado. No sé si se trata de los cumplidos que siempre me está dando, o el hecho de que me siento sexualmente cargado por primera vez en mi vida. Me encuentro pensando en el sexo más que nunca. Antes, era un pensamiento pasajero aquí o allá. Ahora me encuentro tumbado en la cama todas las noches pensando en Jungkook junto a mí y todas las cosas que podría hacerme.

—Dulcemente sexy. Vamos a pasar un buen rato esta noche.

Jimin me convenció para ir a la noche de chicos. Es el día antes del Día de San Valentín, por lo que un bar local hace la celebración de anti-San Valentín. Y ya que era un viernes por la noche, pensé por qué no. Como he dicho, he estado saliendo de mi cascarón más últimamente, y tengo que agradecérselo a Jungkook.

—Realmente me vendría bien un trago ahora. —Le digo, dejando caer la carta sobre el mostrador y recoger mi bolso. No hay nada que pueda hacer ahora mismo para tratar de averiguar algo. Ya son las 7:00 p.m. y ni siquiera sé por dónde empezar en mis intentos de localizar a Jungkook.

—O tres.

Me río, asintiendo.

—Tres suenan bien.

—Seokjin nos va a recoger y dejarnos. Realmente podríamos tener, como, cinco. —Me empuja juguetonamente mientras caminamos hacia la puerta para dirigirnos al lugar.

Cuando abro la puerta, todo el aire sale de mis pulmones, y escucho la exclamación de Jimin.

—¡Santa mierda!

Él está bien.

Él está aquí.

Parece que no puedo encontrar las palabras, y tampoco él puede porque su boca cuelga hacia abajo como la mía.

Está bien, me digo. El alivio se vierte a través de mí. Me aferro a él con más fuerza, con ganas de acercarme y probarme a mí mismo que él está bien. Que está realmente aquí.

Entonces me parece que estoy en sus brazos y mis pies ya no tocan el suelo. Siento que sus manos van a mi culo mientras me recoge fácilmente, y siento que mi espalda choca contra un muro. Su lengua empuja en mi boca, suave y dulce, haciendo un nudo en mi corazón.

De repente él se retira, y ambos tratamos de recuperar el aliento.

—Sabes a azúcar. Sabía que serías dulce, pero maldición.

Escucho sus palabras, pero todo es demasiado. Él está aquí. En mi casa. Estoy en sus brazos, y mis piernas envueltas alrededor de su cintura.

Santa mierda.

—Esto de la pared era lo que estaba diciéndote. —Dice Jimin, y no pude evitar el estallido de risa que se escapa
de mis labios mientras mi cara se volvía de color rojo cereza.

ps...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora