Parte Extra II

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Aquí están...—sonrió Christine al ver a sus chicos sentados en el comedor y estos asintieron en forma de saludo sin apartar la mirada de la pequeña Sammy que permanecía acostada boca abajo en el sofá. — ¿Qué haremos con ella? —preguntó preocupada y ambos se encogieron de hombros sin saber que decir. Ninguno de los tres tenía idea de que hacer respecto a la pequeña. Habían intentado de todo, ¡Todo! Y aun así la pequeña continuaba sin mostrar alguna señal de mejoría. Si continuaba así otra semana más, nos les quedaría más remedio que llevarla a un psicólogo a ver que se podía hacer. —No puede seguir así, ya pasó una semana— se quejó mirando con preocupación a su princesa. Le dolía tanto ver a su hija tan triste, tan apagada. Eso no era normal en ella; su princesa siempre estaba hablando y riendo, además de que solía siempre estar vestida con colores y siempre estaba lista para hacer travesuras o comer pastelitos, pero desde hace una semana su hija no era la misma.

—Es normal estar así cuando te rompen el corazón por primera vez nena—dijo Justin sin apartar la mirada de Sammy. Le preocupaba ver lo triste y apagada que estaba su princesa, pero entendía que eso era normal. Después de todo, un chico le había roto el corazón al rechazarla. Moria por encontrarse a ese mocoso y decirle lo idiota que era por rechazar a su princesa, pero sabía que no debía meterse. Su princesa debía superar eso sola y el estaría ahí para apoyarla cuando lo necesitara.

—Eso lo entiendo, lo que no puedo entender es por qué está sufriendo por un mocoso que ni siquiera sabe diferenciar las letras b o v—bufó Dylan dándole un sorbo a su café y Justin se encogió de hombros. El tampoco entendía como su princesa se había fijado en ese niño, pero eso ya no importaba. Solo quería que lo superara y que volviera a ser la niña feliz y parlanchina que había conocido.

—Pero antes la habían rechazado y nunca se había puesto así—dijo Christine con un puchero y Justin sonrió abrazándola por la cintura. —De hecho, ella misma se encargaba de subirse el ánimo y dejarle saber al niño de lo que se perdía—dijo y ambos se encogieron de hombros mirando a la pequeña. Ninguno entendía por qué esta vez era diferente.

¿Que se supone que haga con mi corazón Drew? —preguntó la pequeña Sammy sacando la cara del sofá y miró a su hermanito con lágrimas en los ojos. —Yo sé que podría salir con cualquiera, pero yo solo lo quiero a el—bufó dolida. A ella nunca le había gustado tanto un niño como le gustaba Ryan y le dolía tanto que este la haya rechazado. ¡A ella nunca la habían rechazado! De hecho, los niños de su salón se peleaban por ella, pero Ryan; el niño nuevo, la había ignorado por completo y le había pedido que dejara de escribirle cartitas de amor porque no estaba interesado en ella. ¿Quién se creía que era? Nadie nunca rechazaba sus cartitas. Se esmeraba haciéndolas; hasta le pegaba corazoncitos, brillitos y le echaba de su perfume para que oliera rico el papel. Así que, ¿Por qué a Ryan no le habían gustado sus cartas? ¿Acaso se debía a que había escrito su nombre mal? Le pidió perdón por ese error y en las otras cartas lo había escrito correctamente. Así que, ¿Por qué la rechazaba? — ¿Crees que haya algo mal en mí? —preguntó preocupada mirando a su hermanito que volvió a ignorarla jugando con su teléfono de juguete. —¡Justin Drew Bieber Mae! — gritó molesta al ver como este la ignoraba. ¡Ni siquiera a su hermano le importaba!

 ¡Ni siquiera a su hermano le importaba!

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Waiting For You {Historia Corta}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora