Diez años habian pasado desde aquella boda desastroza y apresurada entre Rhaenyra Targaryen y Laenor Velaryon. Se podia decir que, este periodo era como la danza antes de la tormenta o para ir mas acordes con la metafora de la guerra, la cena antes del baile, pues todo era una previa para lo que se avesinaba.
La fortaleza roja habia cambiado asi como el arbol geneologico Targaryen hasta esa fecha, nuevos dragones habian nacido, nuevas piezas en el juego de ajedrez por el trono de hierro, niños que no solo heredarian la herencia noble junto a obliaciones y tierras de su casa sino que tambien serian hijos de un conflicto que traspaso a su generacion y que tendria desastrosas consecuencias. Un niño no nacia malo, una persona era consecuencia de su entorno y cada bando creia hacer lo correcto.
Sea como sea, este dia la princesa Rhaenyra Targaryen habia dado luz a su cuarto hijo, el pequeño Joffrey Velaryon, un chiquillo que por la maldita genetica salio mas con rasgos Strong que de la antigua Valyria, siendo clara prueba de su bastardia, la semilla es fuerte se decia.
Este acontecimiento avivava la ira de la reina verde. Una mujer que creció en Old Town donde la fe de los siete era lo mas imporante. Mas era verdad que se escondia bajo el honor y la descencia de la religión como herramienta politica para condenar a sus "enemigos" y ganar fieles. Aunque para no ser tan duros si servia como consuelo tambien, los mas atrevidos decian que la religión era la leche de amapola para el hombre, nublaba la realidad haciéndola dolorosa pero falsa.
Teniendo todo ese contexto no era de extrañar que Alicent Hightower se negara rotundamente a casar a su hija preferida, su pequeña Helaena con un niño indigno, el bastardo y que gran error fue ese porque los dragones no habrian danzado de haber aceptado esa union.
Por cosas de la vida e irónia de los dioses parecia que esa rivalidad de bandos no habia penetrado en el corazón de todas las semillas de dragon y un claro ejemplo de aquello era uno de los vástagos de la princesa Rhaenyra al amar a uno de los verdes, la hermana mayor del heredero de la misma habia caido perdidamente enamorada del príncipe Aemond Targaryen. Asi que no era de extrañar que odiase las bromas y burlas que le hacian por no tener un dragon propio por eso siempre terminaba en discusión con sus hermanos por esa razon.
Mientras tanto en pozo dragon. Cuatro príncipes y una princesa estaban entrenando a sus dragones. Por supuesto Aegon, el que no tenia rencor a los negros hasta ese tiempo, le hizo una broma a su hermano menor.
- Sabes Aemond... como no tienes un dragon estuvimos buscando- Decia el primogénito de la reina abrazando al menor para darle confianza. Aemma no estaba informada de su plan mirando confundida la escena ya que Aegon era de todo menos una persona afectuosa- Encontramos uno justo para ti- Dijo llevandolo hasta aquella entrada donde salian los dragones, los cuales dormian en el pozo. Estaban aprovechando que los entrenadores no estaban pues estos intervendrian arruinando segun el Targaryen la broma cruel hacia el futuro tuerto debido a que los dragones sin jinete estaban en Dragonstone incluso con el rey Viserys sugiriendo viajar para que su hijo reclamase uno.
De aquel pozo salio el principe Lucerys Velaryon que era el mas influenciable. La historia entre el y Aemond apenas comenzaba, solo era el inició de una inevitable tragedia, de una relación de enemistad que crecería con los años, una con una deuda que se pagaria con la misma sangre de dragon, el principio del fin.
- ¡Admiren al terror rosado!
Exclamaron los príncipes burlandose del futuro tuerto. Claro que eso molesto a la princesa Aemma, ¿como podian ser tan crueles con su amado principe? Cuando la chiquilla veia al príncipe verde no podia evitar sentir un nudo en la garganta, un dolor en el pecho que le quemaba por dentro, era doloroso ver sufrir a alguien que amabas, ¿por que siempre se empeñaban en tocar temas tan sensibles? Odiaba las injusticias, sabia cuanto afectaba al autoestima del principe verde el no tener un dragon, el peso que caia en sus hombros, el trato de Viserys mas distante hacia el, el ver como todos tenian a su dragon menos el y pasar por esas humillaciones. La hija de Rhaenyra Targaryen sentia que solo se aprovechaban del niño por su vulnerabilidad. No se metian con ninguno otro, siempre el era su objeto de burlas y eso era hartante. Ella solo deseaba darle un calido abrazo, consolarlo, ponerlo en una burbuja de protección para que no escuchara esos malos comentarios ni sea objeto de crueles bromas que se metian con sus inseguridades.
- ¡Son unos idiotas!, ¡eso no es gracioso!- Vocifero molesta. Si bien su tio, el principe Aegon era el que ideaba como molestar al tercer hijo de Alicent Hightower lo cierto es que sus hermanos no se quejaban y si disfrutaban de hacer esa clase de cosas. No lo hacian con maldad pero uno no era consiente de cuanto se podia lastimar a la otra persona
- Es solo una broma- Respondio el pequeño principe Lucerys haciendole un puchero a la mayor- ¿No es cierto Aemond?
Aemond no expreso ni una palabra mirando a su hermano y sobrinos. Toda su vida desde que tuvo memoria fue menospreciado tanto por su padre y sobrinos. Lo peor es que su hermano Aegon tambien se unia al circo siendo el que fomentaba las burlas hacia su primer lugar. El albino estaba lastimado, solo encontraba consuelo en tres personas: Su madre, hermana y sobrina pero no bastaba para reparar su destrozado corazón. Su autoestima estaba hecha añicos ya que se le avergonzaba desde la cuna solo por no tener un dragón siendo bastante callado, retraido, se avergonzaba de asi mismo como si deseara ser invisible. Con todo ese panorama no era de esperarse que su corazon este lleno de resentimiento y con razón. Es decir, ¿habría otra alternativa? Entre lo que su madre comentaba de los bastardos de Harwin Strong y el acoso que sufría, ¿podia tenerles afecto? Hacia su esfuerzo pero los odiaba, odiaba no ser amado por su padre, por su hermano, que la primogénita del rey no sintiese por el una pizca de empatia... Solo necesitaba amor y no se lo dieron. Un claro ejemplo de ello era el afecto que le tenia a la hija del principe canalla, la unica que fue amable con el, su mejor amiga y confidente. Si tan solo hubiese recibido ese trato el cuento seria otro, ¿o no?
- ¿Tu sabias?- Pregunto con dolor una vez su hermano mayor se fue junto al resto de sus sobrinos. Su voz parecia arrastrada, no iba a llorar frente a ella, tenía su orgullo pero ganas no le faltaban.
- Pero Aemond... -La chiquilla no sabia como calmarlo ya que no era la primera vez que esto ocurria. El no tener un dragón ya habia sido razon de burlas desde antes incluso en ocasiones el rey Viserys se unia a aquellas bromas ya que era bien sabido que no sabia como poner orden en aquella casa- Yo...yo nunca haria bromas, ¡lo juro!- Cometo la albina con bastante impotencia, esto ya habia sido un tema de discusiones antes entre la hija de la delicia del reino y sus hermanos.
Por este motivo ellos ya no le comentaban de las bromas que harian ya que sabían que su hermana las interrumpiria, que tendia a quitar toda la diversión*
- Debes creerme... viste mi reacción de sorpresa, no lo sabia y regañe a Lucerys por eso. Por favor tio... ¡confia en mi!
Aemma en ocasiones podia ser demasiado complaciente, de esa clase de personas que mendigaban amor al punto de que podian llegar a ser simples marionetas. Solo le quedaban dos caminos por recorrer ya sea adaptarse a este mundo y aprender de el o seguir con su pasividad y es que en este mundo solo habían dos tipos de personas, los individuos activos que generaban cambios y los pasivos que solian ser piezas de ajedrez en el juego de los activos
- Puedo intentar hacer algo, decirle a mi abuelo para que ponga un castigo o ayudarte en lo que desees, ¡de verdad!- Expreso la hija del principe canalla buscando arullar al principe verde con el ego herido.
Aemma era de esas personas que buscaban "arreglar" lo roto cual instinto maternal. Este comportamiento no dejaba de ser toxico, como un apego ansioso, el querer ganarse afecto esforzándose tratando de ayudar a quien veia como un dragón herido. No era una actitud sana producto de su temperamento al nacer y su propia crianza. La delicia del reino no habia formado el caracter de su hija y a diferencia de sus hermanos Strong ella no tenia una figura paterna a la que recurrir. Aquel hombre aunque de buen corazon nunca cumpliria el papel de padre ya que no tenia vínculo con ella y Laenor era amable mas una persona invisible sobre todo en momentos clave- Un dia tendras un dragon y juro que sera el mas grande y feroz que haya pisado este mundo, ya llegara tu oportunidad. Los dioses dan su recompensa... yo lo se...
Aemma después de esas palabras tuvo que irse. No porque quisiera sino que sus hermanos la esperaban afuera ya que debian acompañar a su madre por el nacimiento del pequeño Joffrey antes del entrenamiento que se le daba a los hombres de la fortaleza roja. Es por eso que dejo a su tio mas no era algo que hubiese querido. Pero al menos podría regañar a Jacaerys y Joffrey alli. Mientras que Aemond ,sin si quiera poder agradecerle sus palabras por su destrozado corazon, entro a lo profundo del pozo con la esperanza de tener un dragón. Por razones mas evidentes no lo logro terminando atemorizado, cubierto de carbon, tierra y con guaedias que le llevaron hasta su madre donde este por fin estallo en llanto y ella lo calmo. Ahora mas dedicido que nunca seria el mejor jinete de dragones de su epoca, reclamaría al dragon mas grande, asi muera al intetarlo.
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Amor en La Danza De Dragones: Aemond Targaryen x Aemma Velaryon (Fanfic)
FanfictionEn el mundo de la cancion de hielo y fuego siempre hubo un dilema entre el amor y el deber, la danza de dragones no es una excepción a la regla floreciendo la semilla del amor en medio de la tragedia. Dos dragones enamorados que nacieron con diferen...