𝑏𝑖𝑡𝑐ℎ

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- Todavía me parece increíble que tengas auto y yo no. - Confiesa roier, haciendo un puchero. Spreen suelta una risita.

- Algún día tendrás auto, Roier.

-Ese es el apoyo que necesito. - Exclama Roier, riéndose solo. - Mis padres y Rivers creen que no soy lo suficientemente responsable para tener un auto... - Murmura Roier, frunciendo el ceño.

- Debería darles razones para que te consideren una persona responsable entonces.

- Supongo. - Murmura el castaño, observando detalladamente el masculino perfil de Spreen. Cómo de sencillas serían las cosas si el chico no fuera la cosa más virginal que Roier había conocido en su vida. Debía admitir que, con el tiempo, se fue dando cuenta de que Spreen era una persona muy bella. No solamente tenía un gran atributo allí abajo, sino que también tenía una linda sonrisa y unos ojos encantadores. Roier podía admitir sin temores que le gustaba... pero el chico probablemente moriría de vergüenza si se lo decía, y ni hablar de darse un beso o algo parecido.

Así que las cosas eran más complicadas de lo que se veía a simple vista.

Incluso había hablado con Mariana acerca de su reciente y nuevo gusto por el pelinegro, pero su amigo siempre le decía que no perdía nada con intentar confesarse.

Al parecer sus padres tenían razón, pues Roier no era fanático de cargar con responsabilidades demasiado pesadas, y salir con Spreen implicaba darle tiempo de acostumbrarse a la situación, y hacerle entender que no debía cohibirse por cualquier cosa... y Roier no contaba con paciencia suficiente para estar en una situación en la que Spreen fuese su novio y no poder tocarle o hacer con él lo que en sus fantasías se presentaba con tanta frecuencia.

A pesar de que, el comienzo de aquella amistad, las disculpas, la amabilidad; fue todo por un enfermo deseo de obtener el miembro del menor, Roier estaba empezando a darse cuenta de que su plan no tenia fundamentos, y, mucho menos una razón válida de existir.

Se podría decir que estaba empezando a considerar la idea de rendirse, pero era de esas cosas en las que no quería profundizar, pues tampoco era que desease alejarse de Spreen. Quizá... debería empezar a considerar la idea de que "sólo amigos" no era tan malo después de todo.

-¿Es aquí? - La voz del dueño de su maraña mental interrumpió el flujo de sus pensamientos con aquella pregunta, y Roier tuvo que mirar a su alrededor para ver en dónde se encontraban, pues se habia perdido del todo.

- Ehh... si. - Murmuró , observando el nombre del club al que foolish les había invitado aquella noche.

Spreen se dirigió hasta donde se podía observar una hilera de autos estacionados y se detuvo en el final, donde apagó el motor.

Roier estuvo a punto de salir, hasta que se percató de que el menor no se movia. Así que le miró.

-¿Te pasa algo, Spreen? - Preguntó el castaño, acercando su mano hasta el cabello del pelinegro y revolviéndolo levemente.

-N-nunca había salido... a lugares como estos... - Confesó el pelinegro.

Roier sonrió, pues ya se lo esperaba.

-No te preocupes, chiquitin, nosotros estaremos pendientes de ti todo el tiempo, no te pasará nada. - Lo tranquilizó, acariciando su mejilla. Spreen le dirigió una mirada avergonzada, con un brillo de temor.

-¿Prometes que no te irás de mi lado? - Roier tembló bajo el efecto que esas palabras le provocaron en el estómago. Aunque sabia que Spreen se refería a esa noche en el club, Roier no pudo evitar ponerlas en más de un contexto... y se sintió estúpido por ello.

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