𝑜ℎ 𝑓𝑢𝑐𝑘

9.1K 640 360
                                    

Aldo y mariana no tardaron absolutamente nada en empezar a murmurar cuando divisaron a Roier ingresando en la cafetería acompañado de, nada más y nada menos que Spreen.

-¿Qué mierda les pasa a ustedes dos? Parecen dos viejas chismosas. - Se queja quackity, dirigiendo su mirada hacia sus dos amigos, quienes le miraron estupefactos y después, señalaron hacia donde Roier se encontraba acompañando a Spreen por algo para almorzar. - Oh, miren, Roier está con el niño anaconda.

Aldo soltó una carcajada.

-¿Le contaste a Quackity? - Inquirió mariana, mirando acusadoramente a Aldo.

- De hecho, fue Roier quien me contó. Estaba tan desesperado de que el niño anaconda lo perdonara, que nos contó a todos su... hermosa y romántica primera charla. - Respondió quackity con tranquilidad y sarcasmo.

Mariana estuvo a punto de regañarlo.

-Hola, chicos. - Saludo Roier, sonriendo con un poco de tensión. Sabía que sus amigos podían ser algo.. extraños, y a él no le importaba, sólo que, esta vez, no quería asustar a Spreen. - Ehh.. él es Spreen. Va a ser nuestro amigo ahora.

Quackity, aldo y mariana se miraron entre sí con un poco de sorpresa.

-Yo soy aldogeo, encantado de conocerte. - Saluda el segundo menor de la sala, estirando una mano hacia Spreen. El menor le corresponde el saludo con timidez.

- Un gusto... - Susurra, sonriendo.

-Mi nombre es Mariana tú....¡Eres una ternura! - el alto exclama, apretando una de las mejillas de Spreen. Este se queja por lo bajo, pero sonríe avergonzado.

-G-gracias...

-Alex Quackity. - Murmura el de gorro, sacudiendo levemente su mano. Spreen asiente en forma de saludo. - Así que.. tú eres el niño anacon...

Las palabras de quackity fueron interrumpidas por las manos de aldo sobre su boca y las histéricas risas de mariana.

-No le hagas caso a Quakity, Spreen, no sabe lo que dice. - Le asegura el mayor de la mesa, sonriendo tranquilamente. - Y dime, ¿Qué estudias?

Roier casi se muere de un infarto. Si no fuese por mariana, Quackity habria dicho algo verdaderamente estúpido e imprudente, lo que habría desencadenado en un ataque de pánico en Spreen y de seguro habria terminado huyendo.

Iba a ser un poco complicado que Spreen y sus amigos se llevaran bien, pero esos idiotas estaban advertidos; tenían que ayudarle a entrar en confianza con Spreem para lograr su objetivo, o Roier se vería obligado a hacerles pasar vergüenza con sus novios, ya que el ser consejero de todos sus amigos y su cofre de secretos tenía ventajas con aroma a chantaje.

...

-Ah... Mmh...

De nuevo Spreen empujaba en su interior, más duro, más rápido. Oh, joder. Podía sentir todas y cada una de las hinchadas venas sobresaltando y palpitando por la carne caliente... o al menos, eso era lo que se imaginaba.

Roier no podia entender el porqué, pero cada vez que pasaba más tiempo con Spreen, sus fantasías se volvían mejores. Más realistas, más deliciosas. Movió su mano con más rapidez, buscando llegar lo más rápido posible. No tenia demasiado tiempo, pero no había podido evitarlo.

-M-mierda... spreen... - Susurró, intentando vanamente morder sus labios para callar sus gemidos placenteros. Pero, en el fondo, se sentia insatisfecho. Aunque la potencia de su vibrador estaba al máximo y aunque se encontraba moviéndolo fervientemente adentro y fuera de su entrada, no se sentía del todo satisfecho.

Falofilia > Sproier > [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora