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Todo Bucheon estaba revolucionado con la vuelta de KyungSoo.

Cada vez se parecía más a la doncelito impecable que era antes de que JongIn Kim se cruzara en su camino. La mitad del pueblo estaba feliz de que Don Perfecto hubiera encontrado a su media naranja, ya que el y MinHo Lee, quien era conocido ya por todos como Don Perfecto, eran indiscutiblemente la pareja ideal.

Pero eso era sólo lo que pensaban algunos, ya que la otra mitad de la población de este pequeño pueblo estaba a favor de JongIn Kim, el Salvaje. Estos aburridos lugareños mantenían que, sin las discusiones entre KyungSoo y JongIn, todo sería mucho más tedioso; por lo tanto, si alguien tenía que estar con KyungSoo, que fuera aquel que lo hacía ser el mismo y no un clon de la perfección.

Como las discusiones sobre este tema comenzaron a hacer que los vecinos se enemistaran, el jefe de policía lo solucionó de la manera simple en la que siempre habían remediado estas disputas: Suzy limpió el polvo a su vieja pizarra, que llevaba un par de años en el trastero, y la dividió en dos mitades. En una de ellas escribió «Don Perfecto» y en la otra «El Salvaje».

A partir de ese día se admitieron apuestas: ¿Quién se casaría finalmente con el querido KyungSoo? ¿El hombre perfecto o el salvaje apenas domesticado?

—¡Se aceptan apuestas, señores! —gritó Suzy felizmente en su bar, celebrando la pérdida del hastío y la llegada de Don Perfecto de nuevo a su hogar.

ChanYeol entró en el bar de Suzy a tomar una cerveza y, como pasaba últimamente cada vez que cruzaba esa puerta, todos y cada uno de los ojos que allí había se dirigieron expectantes hacia él. Suzy le sirvió incluso antes de que él pidiera, y los parroquianos volvieron sus asientos hacia él esperando impacientemente a que hablara.

—JongIn lo lleva fatal —comentó ChanYeol señalando los puntos marcados en la pizarra.

—Las apuestas están cinco a uno, y por ahora el Salvaje no ha conseguido ningún tanto —señaló Suzy.

—No, la verdad es que no le va nada bien. Mi hermano no atiende sus llamadas, le devuelve sus regalos y, al mismo tiempo, sigue saliendo con Don Perfecto.

—¿Y qué hace JongIn mientras tanto? Porque hará algo, ¿no?

—Sí, hacer que JongDae y yo le acompañemos continuamente a espiar las citas de KyungSoo. En lo que va de mes ha tenido más citas conmigo de las que ha tenido jamás con mi hermano.

—Tal vez con un bonito presente consiga que lo perdone.

—Compitiendo con ese tío es imposible: si JongIn manda un hermoso ramo de flores silvestres,

Don Perfecto manda dos docenas de rosas rojas. Que decide regalarle un tierno oso peluche, Don Perfecto envía un peluche de un panda de un metro de alto... y así llevamos todo el mes. Y encima, como KyungSoo sigue furioso con JongIn, le devuelve todos sus regalos hechos pedazos: las flores las desmenuza, los peluches los apuñala...

—¿Cómo está JongIn? —preguntó Suzy preocupada.

—Pues abatido por los desplantes de KyungSoo y furioso con Don Perfecto. He tenido que convencerlo más de una vez de que no puede secuestrar a ese tío y abandonarlo en el desierto.

—Entonces, ¿por quién apuestas? —indagó interesada en anotar a un nuevo jugador.

—Por JongIn, siempre por JongIn —contestó apoyando a su amigo.

—Pero, por lo que me has dicho, JongIn no puede ganar.

—Me da igual, mi hermano no es un juego y, a pesar de que ese tipo sea Don Perfecto, no veo en sus ojos lo que sí veo en los de JongIn.

MPSA_KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora