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A las tres de la madrugada, un hombre totalmente ebrio gritó bajo la ventana de su amado dispuesto a llamar su atención. Al ver que ésta no mostraba señal alguna de interesarse por sus tonterías de borracho, trepó torpemente por el árbol cercano a su ventana dispuesto a hacerse escuchar.

Se coló en la habitación de KyungSoo tan sigilosamente como un elefante en una cacharrería, y cayó al suelo al tropezar con una silla, desplomándose sin saber cómo volver a ponerse en pie. Un doncel furioso encendió la luz de su habitación y, mirándolo irritado, le increpó:

—¿Se puede saber qué haces aquí, JongIn Kim?

JongIn se dispuso a pedir perdón cuando recordó por qué motivo estaba allí. Decidido, se puso torpemente en pie y, cuando el suelo dejó de moverse, se dirigió hacia el sacando la lista del bolsillo de sus pantalones y comenzó a recitar cada uno de sus puntos.

—Quiero que sepas que yo también he hecho una lista sobre mi doncel Perfecto.

—¿Y no podías esperar a mañana para comentármela? —inquirió molesto, sentándose en la cama a la espera de que JongIn comenzara con sus desvaríos.

—No, por una vez te vas a sentar y me vas a escuchar —ordenó JongIn con firmeza.

—JongIn, ya estoy sentado.

—Mejor, pero no te muevas tanto que me distraes —añadió JongIn tambaleándose, mientras exponía su primer punto—. Uno. Que tenga mucha cadera (por lo menos dos) —comentó entre risas.

—Por ahora tu doncel ideal se parece más a una vaca que a una persona —ironizó KyungSoo—, como el siguiente punto sea que tenga cuernos y rabo, comenzaré a pensar que tienes un tremendo problema.

—¡Calla y escúchame con atención! Dos. Que tenga un buen pecho para poder apoyar la cerveza.

—Estoy confusa, ¿quieres un doncel o un aparador con curvas?

—Tres. Que hable poco, tan sólo lo necesario (para decir «sí» a todo lo que yo diga).

—Decididamente JongIn, lo que me estás describiendo es una muñeca inflable, seguro que ella no te negaría nada, aunque tampoco podría mantener una conversación contigo.

—Cuatro. Que no me interrumpa con sus cotorreos cuando esté viendo los deportes.

—Sí, la muñeca hinchable es tu mejor opción hasta ahora —concluyó KyungSoo, quien, irritado por la falta de sueño, añadió—: te regalo una por tu cumpleaños si me dejas dormir de una maldita vez, JongIn.

—Cinco. Que nunca me diga «ya te lo dije». Ésta es la última y más importante de todas — finalizó JongIn orgulloso mientras le tendía la lista a KyungSoo.

—¿Y se puede saber por qué estúpida razón has subido hasta mi cuarto a estas horas de la noche para relatarme una lista de lo más majadera?

—Para demostrarte que yo también podía hacer una lista y que tú tampoco eres Perfecto. ¿O es que acaso cumples con alguno de estos puntos?

—No, ni quiero hacerlo, porque hay algunos hombres a los que les gusto tal y como soy —señaló acercándose a él mientras lo golpeaba en el pecho con el arrugado trozo de papel que le había dado. —Pero yo nunca te pediría que fueras así —intervino JongIn—, porque tú me gustas con tus defectos y virtudes, sin ellos no serías tú. Pero tú..., tú buscas una perfección que no existe.

—¡Sí existe! He encontrado un hombre que cumple cada uno de mis requisitos y me voy a casar con él —sentenció KyungSoo empujando su musculoso pecho intentando apartarlo de su lado.

MPSA_KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora