𝟏. El huracán Agatha

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Somos los pogues y nuestra misión este verano es pasárnoslo bien sin parar. El instituto ha acabado y el verano no ha hecho más que empezar.

Era el primer día de vacaciones y los pogues nos habíamos colado en la casa de una de las urbanizaciones kook que estaban haciendo en primera línea de playa. Kiara había estado desde que empezaron las obras cabreadas por la destrucción del hábitat de tortugas de Figure Eight para hacer las urbanizaciones. Llevábamos yendo a las casas casi todos los fines de semanas, se podría decir que los guardias de seguridad ya eran parte de nuestra pandilla.

Estaba tumbada en uno de los andamios de obra, con la cabeza apoyada en las piernas de JJ. Adoraba el verano, sin exámenes ni instituto. El aíre olía al mar salado y el sonido de las olas rompiendo era música para mis oídos.

Vi como algo se asomaba por el borde del techo, al principio pensé que sería un pájaro, pero esa idea quedo totalmente descartada cuando reconocí la cabeza de John B mirándome desde lo alto.

—Hola, Ash —dijo, moviendo la mano.

Le saludé con la mano también, un poco confundida.

—¿Qué habrá, una caída de tres pisos? —preguntó Pope desde la terraza—. Te doy una probabilidad de entre tres de sobrevivir.

John B parecía replanteárselo, pero no había tomado tanto alcohol para ser tan tonto. Dio un soplido, apartando un mechón castaño de su cara. A continuación, metió uno de sus dedos en la boca y luego lo levanto, como si tratara de buscar la dirección del viento.

—¿Lo hago? —preguntó en tono burlón.

—Sí —dijo Pope, apuntándole de broma con una pistola de clavos que habían dejado los albañiles de la obra en el interior de la casa—. Y mientras te dispararé.

Podría haberme dormido allí mismo. JJ juagaba con mi pelo haciendo trencitas, parando de vez en cuando para darle un sorbo a su cerveza. Su pelo rubio brillaba con la luz del sol que ya descendía. Me ofreció un poco de su cerveza.

Acepté la cerveza y me incorporé para darle un gran sorbo a su cerveza y volver a dejarme caer en las piernas de JJ. En la terraza vi como Pope recogía su vieja gorra roja del suelo, ocultando su pelo oscuro afro.

—Eh, van a poner retretes japoneses con calentadores de toallas.

Kiara salió por fin de la casa después de haberla recorrido por lo menos cuatro veces en busca de novedades y la novedad de aquella semana eran los retretes. Kiara era una chica medio hippie amante del medio ambiente y cualquier ser vivo, además de los rollos espirituales y cosas como el horóscopo.

—Claro que sí, ¿por qué no?

—Esto era un habita de tortugas —dijo Kiara—, ¿pero a quién le importan las tortugas?

—Odio las toallas frías —dijo John B, entonces, Kiara le vio.

—¿Me harás el favor de no matarte? —le preguntó Kiara, tapándose el sol con la mano.

—No derrames cerveza —le advirtió JJ—. No te daré otra.

En ese mismo momento, a John B se le cayó la cerveza, que reventó contra el suelo y terminó salpicando a Kiara y Pope.

—Por supuesto, si antes lo digo, antes lo haces.

—Capullo —le insulto Kiara de coña.

—Chicos, el segurata —alertó Pope, que se había asombrado por la barandilla—. Tenemos que irnos.

La distracción favorita de los pogues era meterse en líos y muchas veces, como decían los orientadores escolares y la policía era "poner en riesgo nuestro futuro". Pero la jerarquía de Outer Banks nos había sentenciado a vivir un futuro de miseria. Así que, ¿por qué no divertirnos antes de ese futuro tan poco alentador?

𝐀𝐒𝐇𝐋𝐄𝐘 𝐖𝐇𝐈𝐓𝐄; 𝘑𝘑 𝘔𝘢𝘺𝘣𝘢𝘯𝘬Where stories live. Discover now