- 🥀 CAPÍTULO 11 🥀 -

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— El fantasear no va conmigo Elizabeth... pero desde anoche tu imagen se apoderó de mi mente y fue la única solución que encontré — Su respiración agitada chocaba en mi cuello mientras sus manos estrujaba mi cuerpo contra él. — Pero a diferencia de ti no las escribo... las cumplo.

Temblé con sus palabras y estaba en una especie de transe con su masculino olor. Mis manos se movían solas sobre sus hombros, pero no eran capaz de ir a otro lugar. Nuestros cuerpos buscaban por instinto comodidad y así mi espalda resultó sobre la fría pared de la habitación. 

Meliodas rozaba sus labios por mi cuello, su rebelde cabello cosquilleaban en mi mejillas y nariz mientras sus manos en mi espalda estrujaba mi intimidad con la de él. 

Su lengua empezó a jugar con mi piel y sus labios a succionarla, haciendo del momento más erótico. No estaba entendiendo porque unas simples caricias aumentaban mi deseo, era imposible que ese simple contacto tuvieran a mis hormonas pidiendo más.   

El aire empezó a faltar a mis pulmones y como asmática abrí mi boca en busca de él. Mis manos se aventuraron en la espalda ajena tocando sin mala intención, el miedo no abandonaba mi cuerpo y aun razonaba con claridad. No me sentía con confianza de atreverme a manosearlo a pesar de que él alzaba mi pierna descubierta a su cadera y sin vergüenza se acercaba  a mi trasero acomodando en mi cintura el vestido.

<Putos tacones. Estar parada en una pata cansaba> pero en ese momento estaba modo "bandida" y fuera, la que fuera la pose... la soportaría. Unos minutos de placer merecen todo mi sacrificio. 

Uno que otro suspiro se escapó de mis labios y recuperando el aliento pase saliva para controlarlo. Mi centro parecía estar ubicado en mi abdomen bajo, la presión era tanta que movía mis cadera buscando contacto. La ropa era estorbosa y sofocante, las bragas que traía eran tan pequeñas que estaban dentro de mi raja creando una deliciosa fricción.   

<Sin duda estas bragas son muestras de mi "bandidaje" >

— ¿Tienes miedo?  — Preguntó Meliodas en mi oído, su voz era ronca y al igual que yo se escuchaba agitado. 

No tuve la capacidad de responder, mi mente no daba señales de inteligencia y en este momento solo actuaba por inercia; por inercia mis mano se aferraban en su espalda y mi pierna sobre su cadera se movía buscando controlar mi intimidad, que ansiaba atención. 

En ese instante de tiempo poco me importaba el vestido de mi madre, que crujía al abrir más la pierna que tenía sobre Meliodas, no sé de dónde demonios provenía ese deseo de estar expuesta a él.   

Estaba deseando un beso así que me atreví ir por él, moví la cabeza frenando el contacto de sus labios en mi cuello, él alzó su mirada y sus ojos llenos de placer me miraron retadores-: — Al parecer no eres tan traviesa como en tu libros.

<Libro> mis locas fantasías se pasearon por mi mente y se me aliviano la saliva, mis caderas respondieron en un movimiento que dejo al descubierto la humedad en mis bragas. 

— Y tú pareces ser muy lento.  — sentencie porque no me había dado ni un beso.

Los labios ajenos se curvaron en una sonrisa y acercándose a mi oído cito:  — "silencio no querrás que nos escuchen" 

Divague entre recuerdos de mi libro y al escuchar voces provenientes de afuera entendí a qué se refería.

— En el salón de al lado se llevará a cabo una exposición de obras que pertenecen a hermano y abuelo. —sus labios rozaron los míos y pasando su lengua por mi boca advirtió: — La tortura comienza ahora.

MIS FANTASÍAS || MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora