Por la mañana, cuando me levanto, Jungkook está tomando café en la cocina. Soobin está junto a él, y cuando me ven, los dos me miran.
—Buenos días, Jim —dice Jungkook.
—Buenos días —respondo.
No me acerco a él. No le doy mi beso de buenos días, y soobin nos observa. Simona rápidamente me acerca un café y sonrío al ver que me ha hecho churros. Encantado, se lo agradezco y me siento a comérmelos. El silencio es sepulcral en la cocina, cuando por norma soy yo el que habla e intenta sacar tema de conversación.Jungkook me mira, me mira y me mira; sé que mi actitud no le gusta. Lo incomoda. Pero me da igual. Quiero incomodarlo, tanto o más como él me incomoda a mí.
Norbert entra en la cocina y le indica a Soobin que se dé prisa o llegará tarde al
colegio. Al momento, suena mi teléfono. Es Marta. Sonrío, me levanto y salgo de la cocina. Subo las escaleras y llego hasta mi dormitorio.
—¡Hola, loca! —la saludo.
Marta se ríe.
—¿Cómo va todo por allí?
Resoplo, miro por la ventana y respondo:
—Bien. ¡Ya tú sabes mi amol! Con ganas de matar a tu hermano.De nuevo, resuena la risa de Marta.
—Entonces, eso significa que todo sigue bien.
Tras hablar con ella durante un rato queda en pasar a recogerme. Quiere que la acompañe a comprarse algo de ropa. Cuando cierro el móvil, al darme la vuelta, Jungkook está detrás de mí.
—¿Has quedado con mi hermana?
—Sí.
Paso por su lado, y Jungkook, alargando la mano, me para.
—Jim..., ¿no me vas a volver a hablar?
Lo miro y respondo con seriedad:
—Creo que te estoy hablando.Jungkook sonríe. Yo no. Jungkook deja de sonreír. Yo me río por dentro.
Me agarra por la cintura.
—Escucha, cariño. Sobre lo que ocurrió ayer...
—No quiero hablar de ello.
—Tú me has enseñado a hablar de los problemas. Ahora no puedes cambiar de
opinión.
—Pues mira —contesto con chulería—, por una vez, voy a ser yo el que no quiera hablar de los problemas. Me tienes harto.
Silencio. Tensión.
—Cariño, discúlpame. Ayer no fue un buen día para mí y...
—Y lo pagaste con el pobre Susto, ¿verdad? Y de paso me recordaste que ésta es tu casa y que Soobin es tu sobrino. Mira, Jungkook, ¡vete a la mierda!Lo miro. Me mira. Reto en nuestras miradas, hasta que murmura:
—Jim, ésta es tu casa y...
—No, guapito, no. Es tu casa. Mi casa está en España, un lugar del que nunca
debería haber salido.
De un tirón, me acerca a él y sisea:
—No sigas por ese camino, por favor.
—Pues cállate, y no hables más sobre lo que ocurrió ayer.
Tensión. El aire se corta con un cuchillo. Pienso en la moto. Cuando se entere, me
descuartiza. Nos miramos y, finalmente, mi alemán dice:
—Tengo que marcharme de viaje. Te lo iba a decir ayer, pero...
—¿Que te marchas de viaje?
—Sí.
—¿Cuándo?
—Ahora mismo.
—¿Adónde?
—Tengo que ir a Londres. He de solucionar unos asuntos, pero regresaré pasado mañana.
Londres. Eso me alerta. ¡¡Amanda!!
—¿Verás a Amanda? —pregunto, incapaz de contenerme.Jungkook asiente, y yo de un manotazo me retiro de él. Los celos me pueden. Esa bruja no me gusta y no quiero que estén solos. Pero Jungkook, que sabe lo que pienso, me vuelve a acercar a él.
—Es un viaje de negocios. Amanda trabaja para mí y...
—¿Y con Amanda juegas también? Con ella te lo pasas de vicio en esos viajes y
ésta va a ser una de esas veces, ¿verdad?
—Cariño, no...—susurra.
Pero los celos son algo terrible y grito fuera de mí:
—¡Oh, genial! Vete y pásatelo bien con ella. Y no me niegues lo que sé que va a
ocurrir porque no me chupo el dedo. ¡Dios, Jungkook, que nos conocemos! Pero vamos, ¡tranquilo!, estaré esperándote en tu casa para cuando regreses.
—Jim...
—¡¿Qué?! —grito totalmente fuera de mí.Jungkook me coge en brazos, me tumba en la cama y dice, agarrándome la cara con sus manos:
—¿Por qué piensas que voy a hacer algo con ella? ¿Todavía no te has dado cuenta de que yo sólo te quiero y te deseo a ti?
—Pero ella...
—Pero ella nada —me corta—. Tengo que viajar por trabajo, y ella trabaja
conmigo. Pero, cariño, eso no significa que tenga que haber nada entre nosotros. Vente conmigo. Prepara una pequeña maleta y acompáñame. Si realmente no te fías de mí, hazlo, pero no me acuses de cosas que ni hago ni haré.