A las siete de la mañana, cuando todavía estoy en la cama, suena mi móvil. Miro la pantalla y no reconozco el número. Lo cojo y escucho:
—¿Qué has hecho?
—¿Cómo? —pregunto adormilado, sin entender nada.
—¿Por qué te has despedido, Jimin?
¡Jungkook!Gerardo ya le ha debido de informar de lo que he hecho y, airado, grita:
—¡Por el amor de Dios, pequeño, necesitas el trabajo! ¿Qué pretendes hacer? ¿En qué pretendes trabajar? ¿Quieres ser camarero otra vez?
Alucinado por esas preguntas y, en especial, porque me llame «pequeño», siseo:
—No soy tu pequeño y no vuelvas a llamarme en tu vida.
—Jim...
—Olvída que existo.
Corto la llamada.Jungkook vuelve a insistir. Corto la llamada.
Al final apago el móvil y, antes de que llame al número de mi casa, desenchufo el teléfono. Enfadado me doy la vuelta y continúo durmiendo. Quiero dormir y olvidarme del mundo.Pero no puedo dormir y me levanto. Me visto y salgo. No quiero estar en casa.
Llamo a Nacho y me voy con él a su taller. Durante horas, observo los tatuajes que hace mientras hablamos. A la hora de cerrar, llamamos a los amigos y nos vamos de jarana.Necesito celebrar que no trabajo para Müller.Cuando llego a casa son las tres de la madrugada. Voy directamente a la cama. Tengo un pedo colosal.
Sobre las diez de la mañana llaman a mi puerta. Con gesto pesaroso me levanto para abrir. Me quedo de piedra cuando veo que es un mensajero con un precioso ramo de rosas rojas de tallo largo. Intento que se las lleve. Sé de quién son, pero el mensajero se resiste.Al final me las quedo y van derechas a la basura. Pero la cotilla que hay en mí busca la tarjetita y el corazón se me acelera cuando leo:
Como te dije hace tiempo, te llevo en mi mente desesperadamente.
Te quiero, pequeño.
Jeon Jungkook.Boquiabierto, releo de nuevo la nota.
Cierro los ojos. No, no, no. Otra vez, ¡no!
A partir de ese momento no puedo encender el móvil sin recibir una llamada de Jungkook. Agobiado decido desaparecer. Lo conozco y en horas lo tengo en la puerta de mi casa.
Por Internet alquilo una casita rural. Cojo mi Leoncito, y esta vez me voy para Asturias, concretamente a Llanes.
Llamo a mi padre y no le digo dónde estoy. No me fío de que no se lo cuente a Jungkook.Se llevan demasiado bien. Le aseguro que estoy bien, y mi padre asiente. Sólo me exige que lo llame todos los días para saber que estoy en condiciones y que lo avise cuando llegue a Madrid. Según él, tenemos que hablar muy seriamente. Accedo.
Durante una semana paseo por esa bonita localidad, duermo y pienso. Tengo que decidir qué voy a hacer conmigo después de Jungkook. Pero soy incapaz de pensar con claridad.Jungkook está tan metido en mi mente, en mi corazón y en mi vida que apenas puedo razonar. Jungkook insiste.
Me llena el buzón de mensajes y, cuando ve que no le hago caso, comienza a
mandarme e-mails que leo por las noches en la habitación de la preciosa casa que he alquilado.De: Jeon Jungkook
Fecha: 25 de mayo de 2013 09.17
Para: Park Jimin
Asunto: Perdóname
Estoy preocupado, cariño.
Lo hice mal. Te acusé de ocultarme cosas cuando yo sabía lo de tu hermana y no te lo dije. Soy un idiota. Me estoy volviendo loco. Por favor, llámame.
Te quiero.
Jungkook.De: Jeon Jungkook
Fecha: 25 de mayo de 2013 22.32
Para: Park Jimin
Asunto: Jim..., por favor
Sólo dime que estás bien. Por favor..., pequeño
Te quiero.
Jungkook.Leer sus e-mails me emociona. Sé que me quiere. Lo sé. Pero lo nuestro no puede ser. Somos fuego y hielo. ¿Por qué volver a intentarlo otra vez?
De: Jeon Jungkook
Fecha: 26 de mayo de 2013 07.02
Para: Park Jimin
Asunto: Mensaje recibido
Sé que estás muy enfadado conmigo. Me lo merezco. He sido un idiota (además de un gilipollas). Me he portado fatal y me siento mal. Contaba los días para verte en la convención de Múnich y, cuando te tuve delante, en vez de decirte lo mucho que te quiero me porté como un animal furioso. Lo siento cariño. Lo siento, lo siento, lo siento.
Te quiero.
Jungkook.