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Pocas cosas eran tan impresionantes de contemplar como un Cíclope y eso que nuestros héroes estaban acostumbrados a ver toda clase de criaturas

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Pocas cosas eran tan impresionantes de contemplar como un Cíclope y eso que nuestros héroes estaban acostumbrados a ver toda clase de criaturas. Pero estos seres tenían una presencia tan imponente que cualquier persona que estuviese a su alrededor no podía evitar sentir cómo, al menos, un escalofrío recorría su cuerpo. Además, su olor a pasto fresco y animales putrefactos provocaba querer quemarse las fosas nasales.

Otro rugido escapó de los labios del ciego Cíclope que seguramente habría notado la presencia de Helena y sus compañeros con el oído y el olfato, los cuales tenía agudizados desde que perdió su único ojo a manos de uno de los mayores héroes de la historia. Agria se había dado cuenta de esto en cuanto lo vio resurgir con su barba desaliñada, dientes descolocados y, por supuesto, la cicatriz en su ojo.

—Mierda. ¿Cómo ha sido capaz Hades de sacarlo de su isla para traerlo a este horrible lugar? —dijo con un tono de preocupación, asemejado más a la ternura que al miedo que debía sentir—. Cuando Poseidón se entere, lo del espeto dorado va a ser una tontería comparado con esto.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Hilo que ya se había colocado con la espada en posición de ataque, ignorando el dolor de su hombro que cada vez era más débil gracias a el tratamiento de la hechicera.

—Quiero decir que nos encontramos ante Polifemo.

Helena, que ya había llegado a esta conclusión antes de que Agria verbalizase sus pensamientos, se encontraba en uno de los montículos más altos que había encontrado. Estaba en una posición perfecta, con su arco tensado, para anticiparse a cualquier movimiento del Cíclope.

Todo el mundo, tanto seres inmortales como humanos, conocía la historia de Polifemo. Hijo de Poseidón y Toosa, una de las tantas ninfas que fueron perseguidas y acosadas por los insistentes dioses, su vida había sido tranquila y placentera hasta que tuvo la mala suerte de que desembarcase en su isla Odiseo que, en un intento de escapar de su terrible destino, acabó dejándolo ciego y humillado. Esto acabó provocando una de las mayores aventuras que se han narrado, provocada por el enfado de su padre al descubrir lo que le habían hecho.

Y, como ya os habréis dado cuenta, nuestra hechicera conocía bastante bien esta historia. Pues su ausente progenitor había sido el causante del eterno dolor del Cíclope.

—Huelo... a... nadie —bramó Polifemo haciendo que hasta la tierra se estremeciese.

—Perfecto, creo que deberíamos seguir en silencio y así conseguiremos rodearlo para continuar nuestro camino —murmuró Hilo.

Pero Agria se había quedado petrificada al escuchar estas palabras, pues ella mejor que nadie podía entender el significado. Polifemo se había dado cuenta de que se encontraba allí, notaba la presencia que tanto daño y humillación le había causado en el pasado. No podía dejar de pensar en que Hades sabía que esto sucedería y, al igual que con la Esfinge, lo había traído para hacer que su misión fuese lo más complicada posible.

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⏰ Última actualización: Jul 26 ⏰

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Helena y la búsqueda del espeto doradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora