No puedo evitar fijarme en que en lo primero que veo a mi alrededor es el salón de mi casa, echada en el sofá, donde le supliqué a Dallas que me echara ya que no quería entrar a mi cuarto debido a que no quería dar ni un paso más, y me tiré de una en el mueble y me volví a dormir.
La fiesta se fue apaciguando, y cuando la música ya no estaba tan alta, Dallas me despertó suavemente y nos vinimos en un taxi que ya nos esperaba abajo.
Ashley le reclamó a Dallas que no se fuera, pero él no le hizo ni caso.
Menuda sorpresa.
Necesito entrar ahora sí a mi habitación para echarme en mi cama, ya que ahora me siento con más fuerzas, pero no por ello con menos sueño, de modo que, entro, me pongo el pijama, y justo cuando voy a meterme en la cama, me acuerdo que me tengo que cepillar los dientes, de modo que, voy al baño y me los lavo.
Cuando estoy ya casi entrando a mi cuarto, unos pasos por el pasillo viniendo hacia mí me sorprenden y me alarman. Es él.
—Ven —me ordena a la vez que me toma del brazo con firmeza.
—¿Cómo?
—Que vengas —me repite como si ya lo hubiese dicho más de cincuenta veces.
—Dallas, no sé qué pasa pero...
—Pues es mejor que lo sepas ya, ¿no? Ven.
Me sigo oponiendo al no saber por qué quiere que vaya, y más que todo porque quiero pillar la cama para descansar, pero él solo pone los ojos en blanco y me lleva a la fuerza.
—¿Qué haces? —Mi voz suena agotada.
Pero esta vez no responde. Se ve que se ha cansado de mis cuestiones.
En eso, se planta en la puerta del baño y se saca del bolsillo con la otra mano la bolsita con el contenido que me ha estado poniendo nerviosa todo este tiempo.
Siento cómo mi cuerpo empieza a temblar. No quiero ningún fraude ahora. Me niego. Tengo que ser fuerte. No voy a dejar que nada me derrumbe.
—¿Por qué tienes eso? —le pregunto, recelosa.
Pero no responde, y eso solo intensifica mi miedo.
Abre la puerta del baño, con su mano aún agarrando con fuerza mi brazo, y entramos en él.
No sé qué hago aquí, ni siquiera sé por qué él me ha cogido del brazo y me ha arrastrado hasta el baño con aquella bolsita que contiene aquello que he estado detestando que consuma aún más que el cigarrillo.
Pero aquí estoy, viendo cómo, tras preguntarle un millón de veces qué es lo que le pasa, de qué hace con eso en la mano y de pensar lo peor, sube la taza del inodoro y todo aquel polvo blanco resbala de la pequeña bolsa, cayendo al agua, y cuando ya no queda nada, tira de la cadena, llevándose todo eso que me agobiaba tener bajo mi mismo techo.
—Ya está —me dice con los ojos fijos en los míos de manera intensa por primera vez desde que nos vimos.
Lo miro, perpleja, sin palabras. No pensaba que Dallas fuera a hacer algo así. Juré en mi cabeza que él nunca lo dejaría. Hasta me dijo que nadie le haría cambiar de opinión con cuatro palabras de mierda... Y ahora...
—¿Por qué? —pregunto, no queriendo desviar la mirada —¿Por qué lo has hecho? ¿Decidiste hacerme caso al final?
—No —responde, aún serio —. No ha sido porque te hiciera caso, sino porque tú has sido una de mis motivaciones para dejarlo.
—¿Yo? —Me señalo a mí misma, incrédula.
—Sí. Tú —Da un paso en mi dirección —. Desde antes de que llegara a este piso, mi vida estaba sumida en la completa mierda, todo estaba patas arriba, mi mundo era un desastre, yo era un desastre... Y eso que se acaba de ir era mi salvación, lo que me hacía olvidar todo mi pasado por un instante. Pero ahora, te miro a ti, y... siento que por fin he encontrado a esa persona que por tanto tiempo, incluso desde pequeño, he estado esperando y buscando.
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En El Cuarto de Al Lado ✔️[COMPLETADA]
Lãng mạnVolver a Quebec a la casa de mi abuela desde Manitoba fue la mejor decisión que he tomado en la vida. Después de tantos años de soporte de miradas criticonas y burlescas en el instituto y de por fin marcharme de casa, siento que soy libre. Y así e...