❤️‍🔥❤️‍🩹. 11. La Chica Que Arriesga Y No Teme A Perder. ❤️‍🔥❤️‍🩹

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—Son catorce con cincuenta —le digo a una clienta que estoy atendiendo.

Se pone a rebuscar en su bolso y me da el dinero.

—Muchas gracias —coge su bolsa mientras me enseña una de sus mejores sonrisas.

—De nada —Le devuelvo el gesto y sale de la tienda.

Hoy me propongo a terminar de trabajar y salir a dar una vuelta en cuanto vaya a casa, coma y deje hacer un poco la digestión a mi cuerpo.

Lo único que hago es esperar a que mi turno acabe para salir de una vez. Lo estoy deseando con ansias.

Una vez que ya me toca salir, recojo mis cosas con alegría y me despido de mi jefa y de la chica a la que le toca ahora trabajar.

Como de costumbre, me coloco los auriculares hasta llegar a mi casa con la música a tope.

Llego y cierro la puerta tras de mí. Mi abuela no está, de modo que, voy a la cocina para prepararme los raviolis que hay ahí.

Sí, estamos a base de pasta hasta el cansancio, pero tampoco es que estén tan mal. Lo importante es que hay comida.

Además, también se trata de tiempo. ¿Quién de las dos lo tiene para ponerse a cocinar por una o dos horas metidas en la cocina?

Cuando ya me los he hecho y los sirvo en un plato, salgo de la cocina y escucho la puerta de la casa abrirse.

Trago saliva. Pienso en él directamente pese a que también puede tratarse de Mara. Pero no, es nada más y nada menos que Dallas. Y lo confirmo cuando veo su reflejo en el enorme espejo rectangular que tengo enfrente.

—Hola —le saludo para demostrarle que soy educada, es decir, lo contrario a lo que es él.

Me devuelve el saludo con un levantamiento de barbilla en el espejo. Se mete en la cocina y abre la nevera.

Si antes no me he rendido, ahora tampoco.

Dejo mi plato de pasta ahí en la mesa y voy hacia donde está él. Cierro un poco la nevera para poder meterme y me enfrento a él de nuevo.

—¿Qué quieres ahora? —me pregunta sacando un yogurt del mismo que se comió aquel día, con el envase infantil.

—Que confíes en mí para que te pueda ayudar a dejar eso que sabes bien qué es —suelto sin más.

—¿Cómo? —Se ríe como si no hubiese un mañana, de una manera tan sarcástica que empieza a sacarme de mis casillas —Parece que eres tú la que se coloca en vez de yo.

—No juegues con eso —le digo seriamente a modo de un regaño absoluto.

—Lo hago porque son mis problemas, no los tuyos. Y... mis problemas, mis chistes.

Niego con la cabeza. No puedo creer que tenga este tipo de humor tan retorcido y doloroso.

—Dallas..., por favor, para con eso. Sé que sigues consumiéndolo. De alguna forma lo sé, pero...

—¿Que de alguna forma lo sabes dices? ¿Qué te crees? ¿Experta en corazonadas?

—Déjame hablar...

—No —espeta cerrando fuertemente la nevera, haciéndome sobresaltar y recordar muchas cosas de las que me quería olvidar pero, como dice mi abuela, siguen en mi subconsciente —. Escúchame, niñata, déjame ya. No soy nada tuyo y tú no eres nada mío, y al no ser nada mío, tus palabras siempre me van a resbalar como aceite digas lo que me digas. No me importa lo que pienses ni cómo te sientas, solo me preocupa que me dejes, ¿vale?

En El Cuarto de Al Lado ✔️[COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora