—¡Vale, vale, pero primero, necesito ir al baño! —le grito para que me oiga por encima de la música.
La canción de In Da Club de 50 Cent resuena por toda la casa. Me recuerda al día en el que fui con mi padre en Manitoba al estreno de la peli de Feliz Día De Tu Muerte. Fue inolvidable, y no solo por la peli. Fue un día guay con papá, yendo a tiendas que él no quería solo por mí y comiendo en un restaurante de comida japonesa que me encantaba antes de ver la peli.
—Claro, claro. Está al final del pasillo a la derecha. No tardes, chica —me dice tan cerca de mi cara que pongo una mueca y empiezo a dirigirme al baño.
Al llegar a la puerta que él me ha indicado, la abro para poder acceder, y el terror me invade cuando veo a Dallas aspirando aquello que aspiró en mi casa, solo que, en compañía de esa chica y de otro amigo.
Cierro la puerta de golpe. Estoy temblando. Al menos no me han visto. Pero sí saben que alguien les ha interrumpido, de modo que, me dispongo a correr hasta llegar al salón y perderme entre el gentío que hay, pero eso es lo que no me sale bien esta noche.
—¿¡Qué cojones haces aquí!? —escucho que pregunta con una furia sumamente diabólica la voz de Dallas.
No tengo de otra. Tengo que darme la vuelta y asumir lo que he hecho, porque no sé lo que ha sido, pero un error no desde luego.
Cuando ya me he dado la vuelta del todo, los mareos se empiezan a hacer presentes cuando lo veo con esa chica pegada a su cuerpo y rodeándole con la mano la cintura.
—Yo..., Dallas, solo quería...
—¿¡Qué!? ¿Qué querías, Emma!? ¿¡Joderme de nuevo con lo mismo!? ¡Eres una puta acosadora!¡Esta vez has ido demasiado lejos!
—No... No soy... —Trato de seguir hablando, pero un pinchazo en la cabeza me atraviesa como un cuchillo, y al darme vueltas la estancia, caigo sobre mis propias rodillas y con la mejilla en la pared, habiéndose estrellado contra ella.
—¡Joder! —grita Dallas.
En cuestión de segundos, siento unas manos palpando mi mejilla sin parar, esperando alguna reacción mía, pero solo tengo los ojos entrecerrados, siendo incapaz de abrirlos del todo.
—Emma, joder, Emma, escúchame..., ¿estás bien? ¡Emma!
—No... —logro contestar con poco éxito.
—Joder. Joder, joder, joder. Lo que me faltaba —dice levantándose y dejándome ahí tirada.
Se dirige hacia la chica que estaba con él todo el rato y al amigo con el que aspiraban esa mierda en el baño.
Cuando pienso que me va a dejar tirada como si fuera un perro abandonado, solo que en mitad de un pasillo en vez de una carretera, Dallas vuelve a mí, y pasa lo último que me hubiese imaginado que pasaría esta noche, o ya que estamos, en este día: me coge en brazos y me lleva a uno de los cuantos cuartos de la casa.
Cierra la puerta de un puntapié y me lleva hasta la cama, donde me echa y me tapa con las sábanas enormes de esta.
Cuando escucho que se dirige a la puerta, mi voz suena tan bajita que dudo que me escuche, pero me corrobora que lo ha hecho al detenerse a medio camino.
—Dallas —pronuncié su nombre.
Tardó en darse la vuelta, pero lo hizo finalmente.
—Emma —soltó también el mío.
No dijo nada más, solo lo pronunció como si fuera una palabra que debía ser soltada al aire.
Se acercaba más a mí, con paso intimidante, como si fuera a echarme en cara todo lo que había generado, destrozando su noche.
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En El Cuarto de Al Lado ✔️[COMPLETADA]
RomanceVolver a Quebec a la casa de mi abuela desde Manitoba fue la mejor decisión que he tomado en la vida. Después de tantos años de soporte de miradas criticonas y burlescas en el instituto y de por fin marcharme de casa, siento que soy libre. Y así e...