Terminé siendo el centro de atención una vez más.
Los rumores hablaban sobre un mortal hipnótico, que parecía poner un hechizo en cualquiera que lo mirara.
Y gracias a eso teníamos muchos clientes.
Hoy estaba bailando, suave, le había enseñado a Ruji nuevos pasos, similar a bailar una bachata. También me había enterado que ella era mi compañera casi de por vida, todos tenían una y era un tabú cambiar de pareja, afortunadamente, ella y yo éramos dos complementos. Bailaba al compás de la música, mientras se dejaba guiar por mí y yo a veces por ella.
—¡No sé qué te pasó! —gritó la elfa esta noche, mientras se deslizaba por mis brazos—. Te odiaba, llegué a odiarte de verdad. Odiaba la idea de haberme puesto contigo, con un mortal que no dejaba de llorar y era enfermizo. Y esa noche, ¿qué te pasó?
—¿Disculpa?
—¡Sí! La noche en la que el rey Nixen vino, tenías una fiebre terrible, vómito y dolor de panza. Recuerdo que llegaste así de enfermo y el jefe dijo que morirías. Y de pronto apareciste aquí, agitado y sudado, te paraste en el escenario y te quedaste como un idiota por varios minutos. ¡Parecías poseído!
Esto era nuevo.
Lo único que recuerdo fue que desperté esa noche, es la sensación más próxima a lo que verdaderamente sentí. La explosión de olores, sonidos y luces, me dejaron más desconcertado de lo que ya estaba. Y si bailé, quizá fue por la presión y el nerviosismo de no saber qué estaba pasando. Seguí la corriente, como usualmente todos hacemos.
Si vemos a alguien correr, posiblemente nos detengamos a analizar por qué está corriendo y querríamos seguirlo. Si llegamos a un lugar y vemos una fila, nos formamos, aunque no sepamos ni a dónde nos lleva dicha fila, pero así funcionamos, seguimos la corriente llamada sociedad, ¿ella dice que es azul? Entonces es azul, y los pocos que dicen que es rojo, son aquellos que no temen expresar su pensamiento. Usualmente son los llamados "bichos raros". No bailé porque me diera igual, lo hice porque me amenazaron con un cuchillo y eso en mi barrio era sacar la cartera y teléfono.
No iba a morir por no mover el culo.
—Quizá morí esa noche —le digo, ella sonríe ampliamente antes de darse la vuelta—. ¡Y quizá por eso ahora me adoras!
—¡Gracias por morir! ¡Y benditos sean los mortales que tienen la dicha de renacer!
Mi sonrisa le indica que todo está bien, pero en el fondo mis tripas se retuercen, quiero decir, ¿algo así había pasado con el Kaisan real? No lo culpaba, de hecho, yo me sentía muy idiota, quiero decir, había pasado un mes aquí y lo único que había hecho era llorar por las noches, después de un espectáculo. No sabía si un día iba a despertar en mi cama, con los gritos de mi mamá y con mi papá modorro por doblar guardia, pero quería.
¿Iba a quedarme aquí para siempre? ¿Siquiera podía considerarme a estas alturas alguien normal? Quiero decir, no sé qué pasó con el dueño original de este cuerpo, quizá murió, quizá yo terminé aquí por alguna razón. Y no estoy seguro de querer saberla.
Por eso continúo bailando, terminando cuando un Hada se acerca y acaricia mi rostro. Él susurra algo y por unos segundos mis ojos se nublan.
—¡Shhhh! —Ruji se acerca de pronto y cubre mis ojos—. Esta belleza no se encanta, al contrario, ella te encanta a ti.
Y con eso me aleja.
Oh, no, me van a regañar...
—¡Toma! —Ruji me lanza un collar que coloca en mi cuello—. ¡A ver si te lo pones más seguido!
ESTÁS LEYENDO
HAENA
FantasiaJorge despertó en medio de un escenario. Confundido, y sin saber cómo llegó allí, hace lo único que ama hacer: Bailar. Sin saber que su baile no solo encantará a todos los presentes, sino que se robará de primera mano el corazón de un enigmático adm...