Capítulo 4

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—Despierta, Kaisan. Es hora de irnos.

—Cinco minutos más, mamá...

—¿Mamá? Estás soñando bien, ¿no es así? —abro mis ojos, con pereza. Frente a mí una Ruji sonriente aparece y acaricia mi mejilla, su tacto es tan maternal que, por unos instantes, creo que es mi mamá quien la poseyó—. Anda, pequeño humano dormilón, debemos partir ya.

No sé en qué momento me quedé dormido, pero ya pasan de las once de la mañana y debemos volver. La fiesta, esa que continuó toda la noche y mitad de la mañana, al fin terminó.

Estos elfos están bárbaros, qué peda ni qué nada, ellos están a otro nivel.

—¿Ya es hora?

—El jefe nos espera.

Me paro, todavía modorro y sin ganas de dar un paso, pero me fuerzo a mí mismo a hacerlo. Cuando llego con el jefe, lo veo hablar con unos hombres, ellos están con unos pergaminos en mano, parecen querer negociar con el jefe, pero él es diligente en su negación y firmeza.

—Desde hace rato le han llovido propuestas de compra —susurra Ruji a mi lado—. Quieren comprarte por cantidades enormes, pero el jefe los rechaza.

Me enteré muy tarde sobre la cruda verdad de Elfora. Al inicio me pareció raro que Ruji me dijera que fui vendido, quiero decir, eso significaba que me habían secuestrado o que mis propios padres me vendieron, pero era una realidad que, para mí que nunca había probado por mi propia mano todo esto, no parecía posible.

Aunque yo era la prueba viviente de que sí pasaba.

Por eso me puse a investigar, leí muchos artículos, libros, e hice mis anotaciones.

Antes el continente no tenía ni siquiera esta forma, estaba unificado, Elfos, Demonios y Humanos, los tres vivían en el mismo plano, pero los demonios comenzaron a desear más tierra, y así fue como invadieron al más débil: Los Humanos, quienes, si bien tenían armas, estas no se podían comparar con el poder de una entidad maligna. Fue entonces que los humanos se refugiaron en los elfos, pero estos, al considerarse una raza pura y poderosa, poco caso les hizo a las pobres criaturas carentes de poder y magia.

En vez de proveer ayuda, el Rey de Elfora optó por partir el continente y alejar a los demonios. Así nacieron Iskhara y la Zona Humana, esta última cosa ni siquiera tiene nombre, fue como si los Elfos dijeran "Ah, vale, mira, eres débil y no me sirves, pero dado que pediste mi ayuda y soy muy benevolente, te doy una mierda de isla que no tiene nada ni me sirve, ahí vive e intenta no morirte de hambre". La Zona Humana es muy pobre, pero igual se ha sabido permanecer en pie.

No hay mucha información sobre la forma de vida de los humanos, pero anteriormente también tenían su propio reino.

Lástima que los recuerdos del Kaisan real hayan desaparecido, me hubiera encantado recordar al menos cómo es la sociedad humana aquí. A todo esto, la esclavitud se dio porque existen humanos que buscan tener una mejor calidad de vida, así que venden todo lo que pueden de forma ilegal.

El jefe, a comparación de la primera impresión que me dio, no era malo, solo se podían debatir sus actos moralistas y éticos, pero, fuera de eso y si no le prestabas atención, entonces sí que era bueno.

Solía intervenir y comprar a los esclavos humanos que estuvieran a su alcance. Muchas veces los dejaba trabajando en el burdel, otras los reubicaba en casas de familias reconocidas, que los acogían y cuidaban.

Pero no quitaba el hecho de que era él quien colocaba hechizos en las elfas para hacerlas presas de un calor abrumador. Muchas veces no podían controlarlo y sufrían, por eso, lejos de excitar a sus compañeros de baile, los preocupaba.

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