Capítulo 7

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—Lloooooooorando se fue, a mi un día me hizo llorar, nanananana, cómo dice, cómo dice... ¡Antes que te vayas dame un besoooooo! ¡Da-ddy!

—¡Por La Diosa, cállate!

—¡Lamanoarriba! Cintura sola, la media vuelta... ¡danza kuduro! Eeeeeeeeeeeeeeeeh, ¡wepa! Triiiiii evibariiiiiiii nanananana turururur, ¡wepa!

—¡Que te calles, Kaisan!

Ignoro olímpicamente a Ruji cuando me grita desde las gradas que me calle y mis alaridos de asno afónico estremecen a cualquiera que los escucha y no de la buena manera, claro está.

Kaisan no había sido tan codicioso en esta vida y solo había aceptado el talento de bailar cuando nació.

Por eso me veo a mí mismo reflejado en un espejo intentando recrear la danza del vientre y lo único que logro es mover mi cuerpo como si sufriera de empacho y mi estómago se infla y desinfla sin gracia. No recuerdo bien cómo se baila esta cosa, aunque me entretengo bastante observando mi figura bailar.

Claro, ahora mismo este cuerpo me pertenece. Yo no soy quien habitó en él desde el inicio, por lo que no evito tocar mi rostro y admirarme por la belleza de Kaisan. Mi cintura estrecha se enmarca a duras penas por mis costillas, quienes lejos de crear alguna inseguridad, me causa cierto deleite, pues me encanta la forma en la que se exponen cuando contraigo el estómago. Los adornos de mi cuerpo tintinean conforme realizo círculos para soltar mi cadera de una forma tan natural como propia. Este cuerpo recuerda su naturaleza danzante, se envuelve en movimientos gráciles, seductores.

Eróticos.

Además, en este mundo no existen los bailes que con los que yo crecí. Es más similar a la danza artística.

¿Cómo podría un Elfo bailar de la misma forma que las chicas de Tiktok?

¿Acaso han pensado en moverse al ritmo de las canciones de Daddy Yankee? No, seguro ni se les pasa por su cerebro de elfo algo así.

—¡Venisana mi dolor! ¡Oeeeeeooo¡ ¡Mphggg!

—¡Cállate!

—¡Cállame cuando me mantengas!

Ruji se enfurece en modo elfo y sus ojos brillan a causa de su molestia. Me empuja y hubiera caído de no ser porque me logré agarrar del soporte del espejo.

Así que se la regreso.

—¡Oye! ¿Por qué me empujas?

—Porque tú me empujaste primero.

—Pero no tienes derecho a hacerlo, ¡maldito humano!

—¡Elfa menopáusica!

Ruji y yo estamos dispuestos a lanzarnos como dos gatos ariscos, provocando que nuestra máxima deidad haga su acto de presencia apenas y suena el primer round. Lekke tan pronto aparece, nos lanza unos dos metros de distancia y aunque pienso que ese golpe en el culo va a doler, no es así. Él detuvo nuestra caída.

—¡Insectos! —se sienta en un banco mágico y nos mira como si fuéramos exactamente lo que dijo: Unos insectos—. ¿Por qué están peleando?

—Kaisan se la ha pasado cantando cosas raras desde que despertó y me tiene harta. ¡Harta!

—Harto me tienes tú a mí con el humor de perros que te cargas desde que te levantaste a mear. Solo sabes bufar como mula y mandar a chingar a su madre a todos.

—¡Deja de hablar en ese idioma tan raro! Tú eres tan estresante que es un milagro que no te haya sacado la mierda. Un humano como tú debería estar siendo explotado como el esclavo que es y no perdiendo su tiempo aquí.

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⏰ Última actualización: Oct 11 ⏰

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