Pasaron cinco años de la declaración de mi sexualidad en público, cinco largos años en lo que me pasaron factura.
En este tiempo mi relación amorosa con algún chico es igual que el interés de una película del cine Noir, cero patatero. Creo que primero sobreviviré a una epidemia, un terremoto atroz y una caída del sistema mundial antes de tener mi romance adolescente. Lo único que he ganado en estos años han sido ojeras, que mis dedos se alargan y aunque tenga veinte años, sigo sin tener esa vida sexual que tanto muestran en las películas románticas de Netflix. Lo único que me recuerda que tengo en una vida adulta es que estoy en el tercer semestre de mi carrera y para sorpresa de todos no elegí una carrera que tenga que ver con la cinematografía. Porque una cosa es ser un amante del cine y otra es darte cuenta de que estás viviendo en una ciudad de Latinoamérica en donde el salario mínimo de un director de películas es tan grande como el salario de inversionistas de criptomonedas. Casi nada. Por lo que pensé en dos factores: tener un trabajo en donde pueda ganar dinero y en el que pueda trabajar desde casa. Por lo que varias horas en Google me ayudaron a ver que la carrera de mis sueños era diseño visual.
En pocas palabras es crear algo llamativo y ganar dinero. Claro que no es tan fácil como lo describí, porque está el apartado competitivo y luego que los miles y miles ensayos que tengo que hacer, pero ahora tienes una idea, tal vez esté mal, pero la tienes.
Y si por mi forma de expresarme no te dejo claro. Estoy soltero.
En estos años en que casi toda la secundaria, amigos y familiares de los que estuvieron en la cafetería supieron que era gay; solo un chico quiso algo conmigo. No tengo que gastar palabras con él, pero en resumen era un chico alto, atlético, de pelo rubio con ojos azules, un príncipe azul a toda regla, era algo egocéntrico y no tan detallista. Pero con solo la idea de que un chico me invitara a citas ya era suficiente para mí. Solo que mi vista de enamoramiento cegó por completo sus intenciones, las cuales era llevarme a la cama, hacerme gemir hasta que diga su nombre y después irse como si fuera un maldito objeto. No me afecta, pero mentiría si no le rompería la cara si lo volviera a ver.
Desde entonces nadie más me ha invitado a una cita, nadie se interesó en mí o mucho menos quiso pedirme mi número. Sabes cómo se siente que el chico que creció con películas de romance, no pueda vivir una historia tan cursi que compita con A todos los chicos de los que me enamoré. Eso es ser patético en el amor.
Pues eso está a punto de cambiar, porque si ningún hombre tiene los huevos de hablar conmigo, yo mismo conseguiré al chico de mis sueños.
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El campus universitario en donde estudio era el más grande de la ciudad, bueno para ser más exactos es el único campus universitario que tenía la ciudad, es obvio que sea el más grande. Pero no por eso tengo que menospreciar a la UTL, la cual es conocida por su variedad de estudiantes que se especializan en el área de psicología, medicina, enfermería y todo eso. Eso no importa ahora. Camine hasta la parte trasera en donde se encontraba el patio lleno de pasto, algunos árboles y lo que importaba: los asientos de cemento apedreado en donde dos individuos se encontraban comiendo y charlando.
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25 Clichés para conseguir al chico de mis sueños (Boys Love) [ACTUALIZANDO]
Romansa¿No estás cansado de no conseguir a un chico lindo? ¿Nadie se acerca a darte su número? ¿Piensas que eres un asco para el amor? Pues Robert Alcanzar también cree eso. Desde que hizo pública su orientación sexual y que ningún chico se acerca ni para...