ꜥꜤ mordida de alfa ⌁ ֶָ࣪ ˒ kaisoo 𖥔 traducción

Capítulo siete. Hazme tu salvador.

(...)

A Kyungsoo le gustaba la forma en que Jongin le sujetaba la cintura posesivamente, sentía que le pertenecía por completo, y estando con él, nada podía hacerle daño, Kim Jongin era su alfa, su esposo y su refugio seguro. «Los lobos negros son peligrosos», ya le habían dicho, pero para él, Jongin no representaba ningún peligro, al contrario, Jongin representaba un inmenso consuelo, y aunque sentía un torbellino de sensaciones diferentes cuando era tocado por él, la presencia de Kim le traía paz.

Le gustaba la forma en que le besaba el cuello, y la manera nada pura en que le hacía sentarse en su regazo, apoyando las rodillas en el banco, dejando que sus miembros se tocaran. Le gustaba. Le gustaba sentir los labios de Kim sobre los suyos, creando un nuevo ritual de despedida, le gustaban los besos que la morena le daba antes de irse a trabajar, y le gustaban aún más los que recibía cuando él regresaba.

Jongin le gustaba, esa era la realidad, estaba encantado con la belleza y el cariño de su alfa, encantado, pero no enamorado de él, había una gran diferencia entre estar enamorado, y admirar a alguien. Pero era como la vida le había enseñado, «Un día se aprende a amar», y Kyungsoo deseaba que Jongin convirtiera todo ese afecto en amor un día de estos.

—Me tengo que ir. —Fue con pesar que Jongin anunció su partida, si era por su propia voluntad, pasaría la tarde con su omega, haciéndole el amor por toda la cabaña—. Sé un buen omega mientras no estoy —Kim seguía apartando su ropa, besando sobre su marca de mordisco, como si en forma muda le recordara a Kyungsoo a quién pertenecía.

Jongin era posesivo, como lo sería un Lobo Negro.

Se quedó en la puerta viendo a su marido alejarse por donde siempre iba, pero nunca por donde volvía, Kyungsoo quería preguntarle por qué siempre volvía por el otro lado, quería saber de dónde venía Jongin, y qué hacía allí. Estaba celoso. El único marcado allí era él, su cuerpo sólo respondía a su marido, pero el cuerpo de Jongin respondía a todos los cuerpos que él quería, y eso le hacía sentirse inseguro. ¿No era él el único omega en la vida de Jongin?

No quería desconfiar de la fidelidad de su marido, y se sentía mal por no poder contener sus celos. Jongin era suyo, suyo y de nadie más. Se quedó en la puerta, mirando la nieve del suelo y preguntándose en el vacío si Jongin era realmente capaz de amarle algún día, y si ella sería capaz de sentir lo mismo por él. No era infeliz, pero los ancianos siempre decían que al principio todo era un camino de rosas, que en el futuro se cambiaría por las espinas, y que los alfas no son amables todo el tiempo.

—¿Kyungsoo? —Sólo entonces se dio cuenta de la presencia de Junmyeon, que estaba cerca, sosteniendo una cesta y haciéndole señas con la mano—. Voy a comprar fruta a los comerciantes del mercado, ¿quieres venir conmigo?

Asintió confirmando que lo haría, entrando sólo para coger su cesta y el dinero que Jongin le había dado. No había muchas frutas en invierno, sólo unas pocas familias lograban mantener pequeñas plantaciones en el interior, lo que hacía que el precio de éstas fuera cuatro veces mayor, sin embargo, eran aún más sabrosas. Le gustaba estar con Junmyeon, la omega embarazada le transmitía muy buenos sentimientos, y con lo mucho que echaba de menos a Baekhyun, que estaba demasiado ocupado con el alfa cortejándole, Junmyeon se había convertido en su compañía más presente.

Kyungsoo seguía preocupado por Baekhyun, se alegraba de que su amigo se estuviera olvidando poco a poco de Chanyeol, y siguiera adelante, pero le echaba de menos cerca, ya era hora de que Byun le visitara, aunque acabara de casarse, estaba bien darle la bienvenida a casa a su amigo. Tal vez Baekhyun pensó que estaba demasiado ocupado.

—¿Pasó algo, Kyungsoo? —Le preguntó Junmyeon por el camino, aún faltaba un rato para que llegaran a las calles donde solían pasar el rato los comerciantes del mercado—. Eres tan considerado.