Capítulo cuatro. Los omegas también sienten deseo.

231 36 3
                                    

(...)

Kyungsoo se quedó junto a la ventana mientras veía comer a su marido, que comía como una bestia, tirando más a la mesa que a su propia boca. Odiaba la forma grotesca de comer de los alfas, no eran nada civilizados, incluso parecían un grupo de peregrinos hambrientos, devorando todo lo que veían delante. Apresurados, ni siquiera en la mesa parecían bajar la guardia. Siempre alerta, pero ¿tenían que ser así hasta en sus propias casas? Kyungsoo juzgó este comportamiento como algo exagerado e innecesario.

—Me tengo que ir. —El moreno se levantó de la mesa casi tirando los platos, un bruto—. La comida ha estado deliciosa, eres muy bueno en la cocina.

La única reacción del omega fue sonreír, estaba feliz de ser elogiado por su alfa, su madre siempre le decía que los alfas no tenían la costumbre de elogiar a sus omegas, y cada cumplido debía ser recibido con mucha gratitud. Jongin se puso delante de él, le tocó la cintura y Kyungsoo sintió que su cuerpo vibraba con ese contacto. Era la marca, la marca hacía que su lobo se agitara cada vez que era tocado por su alfa, y el hecho de que no hubieran consumado el matrimonio hacía que esa agitación fuera aún mayor.

El alfa se agachó para aspirar el olor de su cuello, su lobo se agitó, su olor empezó a ser más fuerte y su cuerpo temblaba, temblaba de ansiedad, en lo más profundo de su ser, la voluntad de ser tomado por él crecía cada vez más, casi haciéndolo inconsciente. Ese olor, esa presencia, el poder que tenía el alfa sobre él era aterrador, Kyungsoo sentía que todo su cuerpo le llamaba, le suplicaba.

—Mi señor. —Casi grita, Jongin estaba demasiado cerca. Sus manos se aferraron a la ropa del hombre más grande, apretándola con fuerza, tratando de proteger la pizca de cordura que aún le quedaba—. Por favor...

Jongin se apartó, y no sentir las caricias de su alfa en su piel le frustró. Poco a poco fue recuperando la conciencia, hasta el punto de sentirse avergonzado por haber estado a punto de gemir ante un simple roce en la cintura, no tenía ni idea de que fuera tan astuto.

—No me llames señor, soy tu marido, no tu amo. —Estaba sorprendido, todas las actitudes de Jongin parecían contrarias a lo que él imaginaba, no era como él pensaba que sería, le trataba bien, y eso le hacía estar aún más embaucado por él.

—Pero necesito mostrar respeto por ti. —Su voz era baja, temerosa, aún no se sentía lo suficientemente íntimo como para hablar con Jongin como lo hacía con otras personas.

—Muéstralo en la calle, delante de otras personas, pero en casa prefiero que me llames simplemente Jongin —Kyungsoo asintió con la cabeza, miró al suelo, quería sonreír, pero no quería que Jongin viera lo feliz que estaba por ello.

Era curioso, Jongin le hacía feliz con cosas tan pequeñas, un alfa nunca podría entender cómo cualquier actitud amable hacía extremadamente feliz a un omega. Los alfas no solían ser muy amables, al menos, siempre llevaban una expresión cerrada, sonreían poco y se divertían con cosas que a los ojos de los omegas eran demasiado peligrosas y arriesgadas como para considerarlas una broma.

Los omegas no entendían a los alfas, y los alfas no entendían a los omegas, pero eran todas esas diferencias las que hacían perfecta la unión de alfa y omega. Los omegas necesitaban a los alfas para protegerse, y los alfas necesitaban a los omegas para protegerse de sí mismos.

—Aquí. —El moreno le cogió la mano, poniendo en ella una pequeña bolsa, que pesaba—. Veinte monedas de plata.

—Pero esto es mucho dinero. —La pequeña bolsa pesaba en su mano, estaba impresionado, Jongin no parecía tener tanto en uno de sus bolsillos, su casa era tan sencilla como la de un guerrero sin muchas riquezas, una moneda de plata era el precio de un mes de trabajo para un obrero manual—. ¿Por qué me la das?

ꜥꜤ mordida de alfa ⌁ ֶָ࣪ ˒ kaisoo 𖥔 traducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora