Capítulo 4.

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Me mire al espejo satisfecho con mi reflejo, el uniforme realmente estaba hecho a mi medida y no iba a negar que me hacía ver guapo. Terminé de acomodar mi cabello y me puse un poco de loción, metí mis cuadernos dentro de mi mochila y salí corriendo de mi habitación.

Mamá y papá estaban esperándome abajo, mi padre se había tomado el día para llevarme en su auto.

— Te ves muy guapo, cielo

— Gracias mamá

— Cariño, antes de irnos hay algunas cosas que quiero hablar contigo —mi madre me detuvo.

No sabía sobre qué quería hablar mamá, y ver su rostro serio me preocupo un poco.

— Sabes que te amo con mi vida, cielo, pero va a haber ciertas restricciones

— ¿Qué?

— Sé que harás muchos amigos el día de hoy, así que está prohibido que vayas a casa de tus amigos o te desvíes del camino una vez que salgas de la escuela, ten cuidado de todos los chicos, no sabes que tipo de personas pueden ser, ya no estamos en China, recuerda eso

— Está bien, mamá, entiendo tu preocupación pero ya tengo diecisiete años, tampoco soy niño

— Jaemin, cuida tus palabras —papá me reprendió

— Está bien, seré cuidadoso. Les prometí a ambos que obedecería en todo  —claramente no estaba de acuerdo con mi madre, deseé tanto poder estar aquí y convivir con los demás y ahora tenía restricciones.

— Cielo, lo hago porque te amo y quiero que estés bien

— Lo estaré mamá, no necesitas preocuparte

— Subamos al auto

Durante el camino olvide lo que mamá había dicho, momentáneamente, porque no iba a desobedecer. Así que simplemente me dedique a contemplar el camino por la ventana del auto, el camino fue más corto gracias a papá.

Y los nervios se apoderaron de mi, una vez que detuvo el auto frente al instituto y muchos jóvenes ya entraban con sus mochilas y sus uniformes, muchos otros en grupitos de amigos que se volvían a ver luego de las vacaciones. Sentía sudar mis manos y mi corazón latir con rapidez.

— Mucha suerte campeón

Papá y mamá me desearon suerte antes de salir del auto. Respiré profundo y comencé a caminar, repitiendo en mi mente el número de edificio y el número de clase.
La mayoría se saludaban entre ellos, las chicas ya caminaban del brazo de sus amigas. Los chicos y chicas con los que crucé miradas me sonrieron amablemente, de pronto me sentía cohibido así que solo pude devolverles una sonrisa tímida. Mis manos aún seguían sudando, tomé las asas de mi mochila y continúe caminando hasta que encontré mi salón.

Ya habían algunos grupos de chicos platicando, no estaba seguro de dónde debía sentarme así que elegí el último asiento en la esquina del salón, rogando que no le haya quitado su lugar a nadie.
Algunos me saludaban y me sonreían pero eso era todo, nadie dijo más y yo tampoco tuve el valor de hacerlo.

El timbre sonó, anunciando que las clases darían inicio.
Los maestros se presentaron otra vez frente a toda la clase y digo otra vez porque al parecer algunos de mis compañeros ya los conocían. Unos se notaban más estrictos que otros, así que me prepare mentalmente para lo que pudiese venir. Tomé nota de absolutamente todo, así podría repasar a detalle cada cosa que dijeron los docentes.

Para la hora del almuerzo muchos salieron del salón y otros se quedaban a platicar. Aún no hacia ningún amigo, pero de igual forma quería recorrer todo el plantel.
Cerré mi libreta y salí de mi salón para comenzar a caminar por los pasillos y los jardines. Realmente era enorme la escuela y había zonas que eran más vigiladas que otras.

Por ejemplo atrás de los salones de los que parecían ser de la clase trece a la dieciocho nadie cuidaba, logré divisar a varias parejas besándose o tocándose de manera obscena. ¿Eso estaba permitido? o por ser de tercer año, ¿les era permitido?
Incluso algunos chicos hasta estaban fumando.
No quise continuar mi recorrido más al fondo, sus miradas me intimidaban, así que regrese y me encontré con la cafetería, algunos chicos y chicas entraban y salian, otros estaban en las mesas riendo y platicando, seguramente de como les había ido en vacaciones.
Yo por mi parte compre algo para comer y me senté en una mesa disponible, algunos me miraban por estar comiendo solo, pero todavía no tenía la confianza suficiente para acercarme a alguien.

Afortunadamente una llamada de Chenle me salvó de parecer un antisocial.

— Hola, Lele

— Si no te llamamos nosotros tú no lo haces, ¿tan rápido te olvidaste de nosotros?

— ¿Esta Ren contigo?

— Por supuesto aquí está conmigo, te tenemos en altavoz

— Lo siento chicos, estaba tan emocionado que olvide llamarles

— ¿Estabas? —la voz de Renjun se oyó a través de la línea.

— Sí, bueno creí que sería más fácil de lo que pensé

— Nana es tu primer día, ¿qué sucedió?

— Estoy demasiado tímido

— Le dije a Ren que eso pasaría

— ¿Qué?

— Jae, cuando te conocimos nosotros fuimos los primeros en acercarnos a ti. Tu estabas como un gatito asustado y abandonado

— Bueno, pues justo ahora estoy igual

— ¿Están siendo groseros contigo?

— No, en realidad todos son amables pero ninguno se acerca a mi

— Tranquilo, Nana —Ren alentó—. Es el primer día y tú eres nuevo, en unos días todo cambiará

— Realmente eso espero, me siento muy idiota comiendo solo en la cafetería

— Bueno entonces nos quedaremos hablando contigo

— ¿No tienen clase?

— Podemos saltarnos una por ti

— Son los mejores, chicos

Continúe comiendo mi desayuno y hablando con mis dos amigos, al menos las miradas de lástima de los demás se detuvieron cuando pasaban a mi lado y yo reía en mi llamada.
El timbre sonó, anunciando que las clases debían continuar, así que me apresure a tirar la basura y limpiar la mesa, me despedí de mis amigos y salí casi corriendo para poder llegar a mi salón.

No fue el mejor día, pero me sentía satisfecho de poder estudiar en este instituto. Al llegar a casa mamá hizo mil y un preguntas de todo lo que había hecho, tuve que decirle que no había logrado hacer amigos todavía, y ella me alentó con sus dulces palabras.

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