Capítulo 21.

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Salí de mi casa para tomar el autobús e ir a casa de Jeno.

Tener el permiso de mi mamá había sido pan comido, ella parecía entender que ahora que estaba en una relación debía darme un poco más de libertad y privacidad.
No hacia tantas preguntas, simplemente al salir me dio un beso y me dijo que le avisará si ocurría algo, incluso lo sentí extraño, porque está vez no hubo un ”no llegues tarde” de su parte, simplemente me deseo buena suerte.

Afortunadamente, Jeno y yo no vivíamos demasiado lejos y por ello, la espera para vernos no tenía que alargarse demasiado.
Bajé de autobús y comencé a caminar para llegar hasta su casa.

Al parecer él estaba pegado a la puerta esperando por mí, pues al primer toque que dí la puerta se abrió de inmediato dejándome ver a un Jeno muy lindo.

— Te extrañé tanto, amor —fue lo primero que dijo y se lanzó a mis brazos.

Sus cabellos estaban húmedos y el olor de su loción estaba muy presente todavía. Las mariposas en mi estómago atacaron con todo.

— Bueno deberías comenzar a acostumbrarte, dentro de poco nuestros horarios serán diferentes —también me abracé a su cuello.

— Por esa razón es que no quiero entrar a la universidad

— Todo saldrá bien, lograremos tener tiempo para nosotros

Jeno se separó de mi y únicamente soltó un suspiro, entendía que esto no era lo ambos queríamos pero, tampoco debía ser un obstáculo para él, al contrario, tenía que apoyarlo.

— Vamos adentro, amor —entrelazó sus dedos a los míos y me dió un pequeño jaloncito para que entrara.

— ¿Estás solo? —pregunté.

— Así es, por eso te pedí que vinieras. De otra forma yo habría ido a tu casa

Subimos las escaleras y juntos entramos a su habitación. Jeno puso seguro a la puerta y eso puso a trabajar a mi cerebro.

— ¿Y bien?, ¿cuál es el premio que deseas? — me senté en la silla de su escritorio, esperando por una respuesta de su parte.

— Dijiste que me darías lo que yo quisiera

— Si es algo loco y descabellado de una vez te digo que probablemente no podré cumplirlo

Noté la media sonrisa que se formó en sus labios. Se levantó para tomar mis manos y hacer que también deje mi asiento.
Él mismo paso mis manos por sobre sus hombros y abrazó mi cintura.

— Sé que te va encantar, ahora déjate llevar, mi amor

Dejó suaves besos en mi cuello, causándome cosquillas. Así pasamos un par de minutos; abrazándonos.
Luego comenzó a caminar y yo dí un par de pasos hacia atrás, hasta que mis piernas tocaron el borde del colchón, Jeno era tan dulce en sus movimientos; me recostó sobre la cama y su cuerpo quedó sobre el mío, apreso mis labios entre los suyos y juntos iniciamos uno de esos besos que nos volvían locos y hacían a nuestra sangre hervir.

Nos separamos solo por escasos segundos y el motivo fue únicamente para llenar nuestros pulmones de aire. Sus manos ya estaban debajo de mi ropa al igual que las mías bajo la suya.
Cada movimiento era lento, sin prisas, solo teníamos que disfrutar del contrario cuánto quisiéramos. Jen se acomodó mejor entre mis piernas y yo levanté un poco más su playera.
Él dejo caer su cuerpo sobre el mío, frotando por sobre la ropa nuestros miembros que ya estaban más que despiertos.

Las manos de Jeno estaban inquietas y yo no podía comprender si era porque estaba nervioso o simplemente porque queria recorrer cada centímetro mío.
Terminó por sacar mi playera. Y por supuesto que me sentía expuesto frente a él pues, normalmente no llegábamos hasta este punto.
Una nueva sonrisa apareció en su rostro,  se separó de mis labios y comenzó a besar y lamer mis clavículas.

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