No esperaba sufrir un ataque de pánico después de haberme atrevido a aparecerme en la cena. A ver, tenía todo el sentido del mundo, mi cuerpo estaba en un estado de alerta constante, pero... Pensé que no le tenía miedo.
Agh, lo había hecho otra vez, había apagado mis emociones momentáneamente y ahora estaban regresando con deseos de venganza.
Rosya se había referido a sí mismo como "mi destino" y "la muerte". Estaba decidido a matarme, eso era seguro, y yo ahí jugando con fuego cuando debería estar intentando huir. Pero no podía huir, estaba atrapado en esa casona, seguro que ese hombre podía hasta oírme respirar.
Me abracé a la almohada y la mordí con fuerza, escondiendo mi rostro para gritar y llorar. Yo quería rogar por mi vida, en serio quería... Y me dolía más el no tener nada por lo que rogar, que la idea de mi muerte inminente. Y encima se lo había dicho a Rosya como si fuera algo de lo que enorgullecerse, el no tener a nadie. ¿Cómo era posible...? ¿Cómo...?
Lloré y grité hasta que me quedé sin fuerzas. De hecho aún estaba abrazando la almohada cuando vi que amanecía.
Respiré profundo y me levanté solamente para ver cómo salía el sol. A este punto lo que le iba a rogar a Rosya era que me matara, probablemente, y ni loco iba a rebajarme tanto.
La idea del suicidio pasó por mi cabeza pero al final decidí descartarla. Me crucé de brazos mirando cómo lentamente el cielo pasaba de azul a lila, a rosa y por último a naranja.
"Que pase lo que tenga que pasar", pensé, "pero no voy a forzarlo."
Me quité la ropa de forma perezosa, dejándola caer al piso antes de echarme en la cama. Estaba exhausto. Hundí la cara en la almohada, sin moverme demasiado, y me dejé llevar por fantasías hasta que me venció el cansancio.
Me desperté porque el sol de mediodía me estaba quemando los sesos, así que me aparté de la luz soltando un quejido por la molestia. Encima, había dormido hecho un ovillo y el cuello me dolía como si me lo hubieran estrujado.
Me troné las articulaciones una por una, y sonaron con un crujido relajante. Cuando me levanté para lavarme la cara me di cuenta de que me habían dejado el almuerzo en el escritorio. Seguramente había sido la muchacha, a la que decidí apodar "Emily" por lo mucho que me recordaba al Cadáver de la Novia. Delgada, ojerosa, de expresión ida, su piel tan blanca que parecía enferma. No me agradaba tenerla cerca, pero era lo más parecido a compañía que podía tener ahí.
Me senté a comer mirando por la ventana. Hasta ahora no le había prestado atención al patio con detenimiento. Todo estaba rodeado de árboles, sí, pero mi habitación daba justo a la entrada. Podía ver el sendero hasta el portón, el mismo que había recorrido la primera noche intentando escapar. Era de grava, estaba delimitado por rocas de tamaños similares, y, a su alrededor, bosque. Si me asomaba por la ventana y miraba hacia abajo podía ver varios canteros con arreglos florales. Ahora, en pleno verano, se veían fabulosos y llenos de vida.
Apreté los labios y tomé la decisión de ir afuera. Me vestí de forma medio decente por si sufría la desgracia de cruzarme a Rosya en algún pasillo. Me preguntaba si me habrían encerrado con llave de nuevo antes de empujar el picaporte.
Estaba abierto. Por supuesto, mi anfitrión estaba tan confiado que ya no le hacía falta mantenerme cautivo en una misma habitación. Caminé por el pasillo, bajé las escaleras y me detuve frente a la puerta de entrada. Tragué saliva antes de intentar abrir. Obviamente. Cerrado.
Me crucé de brazos, bastante decepcionado, antes de girarme y toparme de cara con el pecho de Rosya.
-¿Huyendo a plena luz del día, Viktor?
Me subió un sonrojo por todo el rostro y miré al piso. ¿Cómo explicarle que quería ir a ver las flores?
-Yo... No...
-Oh. ¿La mascota quiere ir afuera, entonces?- canturreó a modo de burla.
Respiré profundo, dándome unos segundos para levantar mi dignidad del piso. Di un paso hacia atrás para tenerlo a más distancia y lo miré.
-De hecho quería ver el patio. Mi ventana da a los canteros.
-Qué, ¿los de la entrada? Esos no son nada comparado a las plantas de mi invernadero- me tomó del brazo con cierta fuerza y me arrastró por la planta baja hasta otra puerta, de vidrio, que daba al jardín trasero. Tomó un par de anteojos de sol y una sombrilla negra, que descansaban convenientemente en un perchero junto a esta, y se preparó para salir.
-Sígueme- ordenó.
Alcé las cejas por la sorpresa un momento, pero le hice caso sin chistar.
Rosya me llevó a través de una zona que no había visto hasta ahora. Sillones de mármol, una mesa de ajedrez, diferentes arbustos por todos lados, un par de árboles que estaban dando fruta, césped verde. No me alcanzaban los ojos para mirar todo el lugar. Al fondo se erguía una instalación de vidrio en el mismo estilo arquitectónico que la casona.
-¿Quién carajo cuida todo esto..?- pregunté en voz baja, más para mí que para mi acompañante.
-La pregunta ofende, Viktor. Yo, por supuesto- contestó Rosya de todos modos, abriendo la puerta al invernadero.
Me quedé embobado. Los colores intensos de las plantas daban vida a todo el lugar. Por más que no supiera qué carajo eran la mitad de esas cosas, mi cerebro entendía que había flores bonitas y eso era suficiente.
-¿Querías ver flores? Aquí las tienes. Siéntete privilegiado, humano, eres el primero en casi ochenta años en visitar este lugar. No rompas nada, o te romperé a ti.
-Es... Es precioso- comenté, caminando entre las plantas. No me atrevía a tocarlas, pero acercaba los dedos a ellas como si así las pudiera apreciar mejor -Gracias. Por compartirlo conmigo.
Rosya se tensó visiblemente por un par de segundos.
-Si rompes una hoja, lo sabré- me amenazó, señalándome con el dedo -Te quiero de vuelta adentro en una hora.
Acto seguido se marchó sin dar más explicaciones.
Después del shock inicial, solo me encogí de hombros. Tenía una hora para pasearme por los jardines a mi antojo, por una vez me daba igual intentar adivinar los pensamientos de Rosya.
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El Hombre de Porcelana (vampiros, gay, +18)
VampiroUn escritor frustrado recibe una muy esperada invitación para trabajar como autor fantasma en la biografía de un misterioso caballero. Es su oportunidad para sentirse vivo otra vez, por fin alguien reconoce su trabajo creativo. Tal vez esta sea la o...